IV. Alas.
Youngjae se encontraba en el salón de música del famoso violinista europeo, Alexander Rybak. Decidió familiarizarse poco a poco con todo lo que le rodeaba. Él, nunca había estado fuera de Asia, ni mucho menos fuera en un lugar desconocido sin sus amigos. Se sentía desacorde con el ambiente. Ser el pianista acompañante de una violinista latina no era precisamente lo que tenía en mente, ni siquiera lo tenía contemplado en sus planes. Sabía que el camino que le aguardaba el destino, sería algo difícil y más, tratándose de una acompañante violinista que sabía, era hablante de otro idioma. Por suerte, Youngjae sabía inglés, y ellos también lo sabían.
El pianista asiático recorrió cada instrumento, tocándolo con los pulpejos, suave y cariñosamente. Tan sutil sus toques que, sentía como los instrumentos se estremecían, pidiendo ser tocados una vez más. Pronto, viró la vista hacia su derecha y lo encontró. Encontró un piano de pared Yamaha negro azabache, reluciente y precioso, con una franja dorada en la parte superior, entre el nombre de la marca y el teclado. No era uno de los más costosos pero era asombroso. Estaba muy bien cuidado, limpio y brillante.
―El piano ―se dijo para él, en su idioma natal―. Es realmente precioso.
Se dirigió lentamente, embelesado por la belleza de un instrumento que se convertiría, más pronto de lo que creyó, en su delirio. Sonrió anémicamente mientras se acercaba a su amor. Al llegar, no evitó abrirla con suavidad sintiéndose ruborizar por el contacto entre su piel y la piel de madera del piano. Sintió su firmeza y lo fino que se comportaba aquel instrumento. Tocó una tecla sintiéndose un patán por tocarla de esa forma.
—Es realmente precioso este instrumento.
Youngjae sonrió al recordar lo que le había dicho Alexander Rybak cuando él llegó a Rusia.
Él había llegado al aeropuerto y fue allí que vio a Alexander Rybak, aquel famoso violinista europeo del que tanto ha escuchado hablar. Youngjae sentía tambalearse y de sus manos secretaba el sudor. Estaba realmente nervioso, muy nervioso. No tuvo que moverse pues, el violinista se dirigió a él, a un paso firme, confiado y seguro de sí mismo a pesar de que tenía el brazo izquierdo pegado al torso; estaba fracturado y lo supo de inmediato. Nunca había visto a una persona tan positiva como aquel hombre alto, de complexión media y fornida, cabello alborotado y castaño como sus ojos sonrientes. Alexander, mostraba una sonrisa única. Una sonrisa que era imposible de olvidar, y Youngjae lo sabía. Después de que hablaran un rato, en inglés, Alexander decidió entablar un vínculo de confianza con el pianista asiático.
>>—Puedes entrar cuando quieras al salón de música, y familiarizarte con los instrumentos, y el lugar. No hay problema. Sólo te pido el respeto por ellos como se lo merecen ―le dijo Alexander, en inglés, sin apartar su vista del asiático.
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A MI MANERA: EL TRÍO ÉPICO
Ficțiune adolescențiTEMA: Afinidad. PREMISA: A pesar de las diferencias de pensamiento, ideologías, caracteres y cultura, siempre habrá una persona afín con el cual se comparte una semejanza. SINOPSIS: A pocos meses del Skripach-Virtuoz, Al...