INTRODUCCIÓN

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꧁LA VERDAD EN UNA MELODÍA꧂

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LA VERDAD EN UNA MELODÍA

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14 𝓭𝓮 𝓪𝓰𝓸𝓼𝓽𝓸 𝓭𝓮 2017, 𝓜𝓸𝓼𝓬ú, 𝓡𝓾𝓼𝓲𝓪..

          ¡Vaya!, ¿quién lo diría?, un año se ha pasado tan rápido. Si soy sincera, nunca creí que sería capaz de cumplir mi sueño en tan poco tiempo. Mientras escribo esto doy pequeños vistazos de vez en cuando hacia el ventanal y no puedo evitar recordar el ayer; mi ayer. Recién egresada de comunicación, con 22 años encima y cuya vida era tan aburrida; sin color, sin emoción, sin nada... cuando solamente me limitaba a escribir en la editorial donde trabajaba a medio tiempo y a hablar en un programa cultural por la radio; no era nadie. ¿Les digo la verdad?, jamás quise estudiar comunicación sin embargo, jamás creí que ella me llevaría a lo que soy ahora.

          Realmente siempre tuve un sueño, muy por aparte de lo que quería ser profesionalmente: ser músico. Soñaba, desde pequeña, con ser una violinista. Pero mis padres jamás me lo permitieron. Ellos solían decirme: «estudia algo que te deje el suficiente dinero para vivir». Para ellos, las artes eran solo un «pasatiempo» o una «pérdida de tiempo». Más yo nunca lo creí. Cuando salí de la universidad y empecé a trabajar, inmediatamente me propuse a ahorrar para comprarme un violín. ¡Vaya!, no pude evitar sonreír al recordar aquellos días de hambre y lágrimas porque sé que valió la pena; que mi esfuerzo valió la pena. Teniendo el suficiente dinero para adquirir un violín, me fui directo a una tienda de segunda mano... fue entonces que me enamoré por vez primera. Allí, en el estante, había un violín 4/4 Karl Höfner inusual: su color se asemejaba a la naturaleza. Reposaba sobre el terciopelo negro, en su estuche del mismo color: un verde olivo que te endulzaba la vista. Al preguntar por él resultó ser un instrumento usado pero en buen estado que ofrecía calidad más no la suficiente para ser considerado uno de los mejores del mundo. Aun así lo quise. A duras penas logré cubrir el monto y, cuando lo tuve entre mis manos, juro que sentí que me pedía ser tocado nuevamente. Aquel violín, sin duda, se convertiría en mi mejor amigo. Me encariñé tanto que la llamé «Alexandra», en honor a mi maestro; sí, aquel que estoy por contarles.

          En una entrevista para la editorial tuve la oportunidad de llegar al que hoy es mi mayor tesoro: Alexander Rybak, mi maestro de violín. Yo, su fan, me convertí en su alumna particular. Difícil de creer, ¿no? Sobre todo para una «chica invisible» como yo. En aquella noche, logré llegar a un acuerdo con él. «Por favor, ¡sé mi maestro! », aún recuerdo cuando le rogué para que me aceptara. Sí, le rogué. Una risa salió de mis labios al recordarlo tan nítidamente. Fue así que llegué a Moscú, Rusia, alejándome de mi «hogar» para aventurarme a tierras desconocidas persiguiendo un sueño guajiro junto a un intrépido y popular violinista europeo. Sí, me adentré a una aventura musical. Sin más, él me adentró al mundo maravilloso de la música. Con él, llegué a tener una compañía única siendo divertidas las horas que pasábamos tocando en el salón de música, dentro de su casa, ya sea los dos tocando el violín o que él fuera mi acompañante de piano. Amé intensamente esos días llenos de melodías que parecían no tener fin. Para él, yo soy una de sus «personas favoritas»; para mí, él es mi «todo». Él me hizo creer en mí desde el inicio asegurándome que, como él, también soy un «genio» en la música. Me hizo explorar mi interior y explotar mi habilidad. Me hizo darme cuenta de lo que soy en realidad. Recuerdo sus palabras y su dulce voz diciéndome: «eres una niña genio en las artes; aprovéchalo». Lo estoy haciendo, lo estoy aprovechando al máximo. En este año que pasó aprendí bastante de ti, mi mentor, y he explotado al máximo mi «Alexandra».

          El violín, desde que comencé a tocarlo por iniciativa m̶u̶y̶ ̶m̶a̶l̶ ̶p̶o̶r̶ ̶c̶i̶e̶r̶t̶o̶ se convirtió en mi escape para huir de ese mundo que me mantenía estresada, agobiada y profundamente triste. Ahora, en este año, con las melodías llegué a expresar todo mi sentir, todo mi pesar. Llegué muy lejos con tan solo unas cuantas notas y con el movimiento agraciado del arco. Llegué a lo que ahora sé que soy: mi persona, mi manera. Encontré mi mundo desde que me hice una con mi violín, expresando mis sentimientos, mis emociones y mi manera de ver y vivir mi vida.

          Debo estar completamente loca por haber suspirado de tal forma mientras terminaba de escribir el párrafo anterior; no miento, volví a mirar hacia el exterior y la luz del sol veraniego casi perfora mis retinas. Ahora me concentraré y hablaré de lo que «nos» mantiene preocupados: el Skripach-Virtuoz. Sí, estoy muy nerviosa por el concurso que ya está «a la vuelta de la esquina». Este es el primer concurso a nivel internacional en el que participaré; estoy temerosa porque sé que me enfrentaré con violinistas de renombre, con músicos de gran talla. Aunque por ahora me encuentre en un dilema porque tú ya no estarás a mi lado tocando el piano, sé que estarás en primera fila para apoyarme con todo y tu brazo roto. Sé muy bien que te estás esforzando por encontrarme un compañero que se adapte a mi forma de trabajo, a mi forma de tocar, que me tolere con todo y mi «mal genio», que sepa el mismo idioma para que no hayas problemas en la comunicación y todo eso pero, siéndote honesta, yo no quiero a nadie más. Yo te quiero a ti; solo a ti. Ni siquiera estoy pidiendo que sea Alberto.

          Por cierto, haciendo un breve paréntesis, ese hijo de... ¡es un maldito coqueto! Ojalá lo tuviera frente a mi, una vez más, para darle una bien merecida cachetada. Aunque me haya abierto los ojos ante lo que mi corazón pedía y aunque me haya hecho soltar las riendas de mis sentimientos, e̶s̶e̶ ̶m̶a̶l̶d̶i̶t̶o̶ ̶s̶e̶ ̶r̶o̶b̶ó̶ ̶m̶i̶ ̶p̶r̶i̶m̶e̶r̶ ̶b̶e̶s̶o̶.̶

          Bueno, para finalizar solo quiero d̶e̶c̶i̶r̶, escribir, que tengo, debo pasar el concurso sino, seguiré siendo la aprendiz de Alexander y mi sueño de ser violinista independiente tendrá que esperar otro año, a̶u̶n̶q̶u̶e̶ ̶n̶o̶ ̶m̶e̶ ̶i̶m̶p̶o̶r̶t̶a̶r̶í̶a̶.̶ Ahora, para facilitarle el trabajo a mi maestro, creo que tendré que buscar por mi cuenta a un compañero ideal. Deséenme suerte.     

          Firma siempre loca, sensual y caótica,

𝓐𝓵𝓶𝓪 𝓐𝓵𝓬𝓪𝔃𝓪𝓻

A MI MANERA 2 © ThunderyNemo

A MI MANERA: EL TRÍO ÉPICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora