CAP XIV. LA VIDA ES CORTA, ¡A DISFRUTARLA! -PARTE 2-

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                    XIV. La vida es corta, ¡a disfrutarla!

            XIV.II. Un Tango con Mojito, una conexión especial.

[Sibenik, Croacia]

En uno de los pasillos de la antigua pero magnífica casa del pianista croata, se encontraban caminando Choi Youngjae, el pianista asiático y Alexander Rybak, el virtuoso del violín, mientras platicaban. Youngjae sostenía el violín verde de su compañera, aquella caótica y desagradable violinista latina, mientras Alexander se limitaba a brindarle una ligera sonrisa.

Alexander había tenido un tiempo a solas con el pianista surcoreano para hablar de algunos detalles meramente importantes; unos, tenían que ver con el entrenamiento que Maksim Mrvica le impartiría y otros, eran referentes a la composición que le habían compuesto a Alma. Al final, el violinista terminó hablando de otros temas con Youngjae, estrechando así, una relación de compañerismo.

—Realmente eres fantástico, Rybak —dijo Youngjae en inglés, observando las cuerdas recién cambiadas del instrumento y, tocándolas con los pulpejos—. ¿Cómo conseguiste repararlo tan pronto?

—Yo no lo reparé —contestó el violinista noruego—. Con este brazo roto no puedo hacer mucho; lo envié a que lo reparara cierto violinista croata que es buen amigo nuestro.

— ¿Nuestro? —Youngjae miró a su maestro, alzando una ceja.

—Sí. Hablo por Mrvica y por mí. Es un viejo amigo nuestro —replicó Alexander.

—Oh, ya veo...

El pianista asiático dirigió su mirada, nuevamente, hacia el violín verde, estremeciéndose al instante. No sabe como pero la imagen de su compañera se dibujó en su mente. << ¿Estará con el pianista croata?>>, se preguntó. No se había acercado a ella desde que llegaron a Sibenik —desde el día anterior— y, ese día, él se la había pasado con Alexander. Esa y varias preguntas inundaron lo pensamientos de Youngjae, dejándolo —aunque no quería admitirlo— un tanto intranquilo.

Alexander posó su mirar sobre Youngjae quien, yacía perdido en el instrumento de la violinista. Él, alzó una ceja con gracia.

— ¿Qué te sucede?, YounJay —le preguntó una y dos veces hasta que el nombrado reaccionó con una exclamación de susto—. Estás un poco raro.

—No, para nada —replicó Youngjae—. Sólo me perdí en el violín...

—Sí, eso noté —dijo el violinista noruego—, pero eso no contesta lo que te he preguntado.

— ¿Eh? —Youngjae estaba realmente, confundido.

—... Olvídalo —hizo un ademán—. Será mejor que vayamos con Mrvica. Quizá allí esté la mocosa.

A MI MANERA: EL TRÍO ÉPICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora