PARTE UNO: DISTINCIÓN ENTRE FAMILIA Y AMIGOS
Por eso, me niego. Me niego a ver la realidad como es. ¿Por qué? ¿La vida tiene algún sentido? Ojalá me sintiera querida, es más, ojalá sintiera algo. Solamente me dedico a llorar en silencio de vez en cuando en mi habitación. Suelo aovillarme en el suelo y expulsar todas las emociones sentidas durante el día, como un torrente, sin poder pararlo.
A veces pienso en compartir mis sentimientos y entonces me doy cuenta: no tengo a nadie con quién contar de verdad. Todos están a las maduras y ¿qué ha sido de las duras? Miro a todos lados, excepto a él y le adoro en silencio como siempre he hecho. He pensado que, a lo mejor, si me escondo, si realmente escondo mis defectos, mis posibilidades de socializarme sean mayores. Pero estoy harta de que la gente maquille su preciosa cara para no tener que exponer nada, ni el más mínimo sentimiento, ni siquiera un saludo hacia la persona que tienes al lado. Contemplo en silencio el rostro de Tessa, nariz chata, ojos grandes color negro, su pelo lacio también del color del carbón. Ese pelo me trae recuerdos. Y como tonta sonrío queriendo perderme en esos recuerdos y enterrarme en ellos para siempre. Ella me descubre y sube su mirada hacia mí, con una expresión divertida.
-¿Qué pasa? ¿Qué he hecho para sacarte esa sonrisa?
-Nada, me estoy acordando del incidente del comedor, con el yogur, y tu pelo hecho un asco después.
Ríe descontroladamente. Ha pasado una eternidad desde aquel momento, aunque las dos lo recordamos con añoranza como si hubiera sido ayer...
-¡Chicas, atención!-dice Tessa sujetando el yogurt con fuerza entre las manos- ¡Tres, dos, uno...!
El yogurt explota hacia Kate, Annie y yo. Tenemos el pelo rosa debido al color del postre que acaba de llovernos encima. Annie y Kate permanecen serias. Yo me río con Tessa.
-¿Qué os pasa? ¿Por qué no os reís?-Pregunta Tess
-¿Te parece gracioso? ¿Me vas a lavar tu el pelo y la camiseta?-repuso Kate llena de rabia.
Kate siempre fue la más madura, siempre supo cómo dominar a la gente y cómo ser el centro de atención a la vez. Tal vez por eso solo quedemos Tessa y yo.
El recuerdo me sabe amargo en la boca y dejamos de reír a la vez recordando lo que ocurrió después, la separación de nuestro grupo, nuestra familia. Estábamos muy unidas todas las chicas en primaria, como en todo colegio, nos dividiamos en dos grupos, uno era el de las repetidoras y el otro era el nuestro. Cuando discutíamos con una de nuestro propio grupo, todas nos enfadabamos, pero siempre, el cien por cien de las veces, lo arreglábamos. La mala noticia llegó en el instituto. El primer año, perdimos a una de las nuestras y no hemos vuelto a hablar con ella. En segundo curso, otra de nuestra familia decidió que tenía mejores amigas fuera de nuestro grupo, lo que produjo un revuelo con mi mejor amiga, que se llevaba muy mal con esta chica que nos abandonó. Nunca se llevaron bien. Lo más gracioso de todo ellas dos eran mis mejores amigas, sin embargo, desde ese momento, supe que había perdido a una de ellas para siempre. Un año después, mi otra mejor amiga escogió un camino nuevo al igual que las dos anteriores. Desde entonces estoy sola, y solo quedamos Tessa y yo. Tess es ahora como mi hermana, no sé qué haría sin ella. Nunca antes habíamos simpatizado así de profundo hasta este año, que nos han puesto juntas en clase y compartíamos grupos bastante parecidos: nos recomendamos libros, canciones, películas... Antes ni siquiera sabía de su existencia, pero ahora es una persona imprescindible en mi vida.
La profesora de ciencias entra en clase, llevando la bata del laboratorio, como de costumbre, que utiliza como un vestido porque deja al descubierto sus largas piernas y sus zapatos de tacón de seis centímetros, y empieza a impartir sus maravillosos conocimientos interrumpiendo mis cavilaciones. Mierda, mierda... Yo me muero por dentro; el mundo bajo mis pies se desmorona, todo se hunde lenta y plácidamente. Aburrida, triste, enfadada, soy un torbellino incontrolable de emociones. Siempre he sido buena con todo el mundo, una buena chica, como suele decirme mi padre. Incontrolable. Y esa palabra hace eco en mi cabeza. Incontrolable. A lo mejor necesito un cambio, madurar, incontrolable. ¿Y si empiezo a ser mala? ¿Y si me divirtiera de verdad por una vez? ¿Y si hiciera una locura?
-Alice
Una voz melodiosa me saca de mi ensoñación.
-¿Te encuentras bien? Estás muy pálida- indica la mujer.
-Si, si. ¿Puedo ir al baño?
-Claro, tengo cuidado. ¿Necesitas que te acompañe alguien?
-No, y... Gracias
Salgo de la clase y camino cerca de la pared de ladrillo marrón del pasillo. Entonces empiezo a ver borroso, me pitan los oídos, las paredes se juntan hasta que parece que me aplasten. ¿Qué demonios? Me estoy mareando, lo sé. Sin embargo, no me detengo, mis piernas deciden seguir andando sin obedecer las órdenes de mi cerebro, pero en ese momento, subo la mirada del suelo y compruebo con horror que no estoy sola en el pasillo. Me flaquean las piernas y veo que esa persona tiene algo afilado en la mano, parecido a un cuchillo, pero no distingo si es hombre o mujer, ya que va con vestimenta de negro y puede pertenecer a cualquier sexo. Entonces todo a mi alrededor desaparece definitivamente y caigo al suelo sobre mis rodillas.
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Clara oscuridad©
Teen FictionAlice, una joven con muchas y distintas personalidades, pierde lo que más quiere. Pero, gracias a esto, amuebla su cabeza y empieza a encajar sentimientos clasificandolos entre reales y ficticios. #118 en bestseller #243 en bestseller #835 en chick...