Capitulo 2

39 3 3
                                    

Intento parpadear ante la potente luz y me encuentro tumbada, milagrosamente no me duele nada y parece ser que no estoy muerta. Ojalá lo estuviera. El colchón cruje suavemente debajo de mi. Es blandito, y las sábanas azules desvaidas, envuelven mi cuerpo deliciosamente. Me siento cómoda. Me incorporo lentamente hasta quedar sentada contra el cabezal, o lo que queda de él, y examino la habitación en la que estoy. Parece una enfermería, pero los cristales de las ventanas están rotos, como si la hubieran atracado. La única cama que parece tenerse en pie es la mía, las demás están mugrientas, rotas y con polvo. El suelo es de madera, en algunos sitios hay agujeros, sobre todo en las esquinas de la estancia. Me recuesto de nuevo, resoplo y contemplo el techo. Blanco. Igual que mi mente. Blanco. Siento unas terribles ganas de poder dibujar en él. Quiero dibujar en el techo. Plasmar mis dibujos en un sitio donde no hay nada, tapando toda esa simplicidad del color blanco. Es gracioso, hace unos minutos, estaba en el instituto y ahora estoy aquí, pero esto no es mi hogar y tengo miedo de conocer a la persona que me trajo hasta aquí. O incluso me aterra más no conocerla. ¿Me estarán siguiendo? ¿Me estoy volviendo loca? Un recuerdo vaga por mi mente de alguien delante de mi con un cuchillo y me sobresalto. Hace ya demasiado desde la última vez que vi o usé un arma. Pero...¿por qué no me lo clavó? A lo mejor no era real, recuerdo que Phoebe dijo que estaba pálida y me dio permiso para ir al baño. Puede que mi cabeza me haya jugado una mala pasada.

-Hola pequeña, ¿cómo te encuentras?

Un apuesto adolescente de mi edad se precipita hacia mí y pega su rostro al mío. Me ruborizo y veo que sus ojos azules examinan mi expresión y parece divertirse cuando se percata de que tengo las mejillas rojas.

-Creo que puedo irme, estoy bien, no me duele nada, pero...Qué?!

Estoy en ropa interior con un largo camisón sobre mi pecho y mis caderas. No me gusta, se me pega demasiado a la piel, quiero mis vaqueros y mi sudadera.

-Te sienta bien.- comenta el chico con un brillo malicioso en los ojos.

-¿Me has desnudado tú?

-No, a mi hermano le hacía más ilusión que a mí.

Ahogo un grito de frustración y vuelvo a notar ese rubor por las mejillas. Permito que mis ojos investiguen la vestimenta de este descarado chico. Lleva vaqueros ceñidos que están raídos en las rodillas y una camiseta color granate que destaca sus tonificados músculos del abdomen y los brazos. Su pelo rubio le cae por la frente en forma de flequillo, al contrario que yo, no tiene días malos, por eso tengo el pelo recogido casi siempre, es muy difícil manejarlo. Tiene unos labios carnosos que destacan en ese rostro tan perfecto y delicadamente cuidado. Y sus ojos son del color del mar, parecen incluso profundos. Sin embargo, me resulta familiar a más no poder, y reconozco al momento quién es. Finalmente, él rompe el incomodo silencio que hay entre nosotros.

-Pareces tímida, ¿no quieres saber lo que ha pasado?

-Si, claro. ¿Me vas a decir donde estoy?

-En un hospital abandonado, mi hogar.

-¿Cuánto tiempo llevo dormida?

-Unas tres horas.

-¿Qué ha pasado? ¿Quién me trajo aquí? ¿Por qué lo hizo?

-Es un poco pronto para darte explicaciones, tenemos que hacerte pruebas, pero, lo que sé, es que te desmayaste en el instituto y viste a mi hermano, que te trajo aquí.

-¿Y cómo no le voy a ver, Tim? ¡Llevaba un cuchillo! ¿Por qué no me mató?

-No puedes referirte a mi así, tenemos que simular que no nos conocemos. Eso es agua pasada. Y respondiendo a tu pregunta: vio algo en ti. No todo el mundo me ve a mi, ni a mi hermano, tal vez por eso me echaron, tú eres una excepción. Y él estuvo observándote y cuando te desmayaste te trajo aquí. Quédate hoy aquí, descansa, te diste un buen golpe al caer.

-Si, vale, entiendo que no pueda llamarte así, y...¡NO! Tengo que regresar a mi casa, por lo visto me he saltado unas dos clases, cosa que nunca había hecho. Mis padres estarán buscándome. Tengo que irme.

Aparto las sábanas de mi y un escalofrío me recorre el cuerpo: ¡Qué frío hace aquí! Me siento en el colchón y un dolor mortal me cruza el estómago y sube al pecho.

-¡Ah!- exclamo

-¿Me vas a hacer caso? -dice Tim con cansancio e impaciencia en la voz.

Le miro con el ceño fruncido y él se rinde.

- ¿¡Qué haces?!

Otro chico camina rápido hasta llegar a mi y me sienta de nuevo en la cama. Tiene el torso desnudo, va sin camiseta. Pequeñas gotas caen desde su pelo color almendra hasta el comienzo de sus vaqueros. No puedo evitar morderme el labio con fuerza. Dios. Lleva unas botas de cuero, con lo que parece que ha hecho ejercicio por el sudor. Resulta un poco raro.

-¡Dejadme! ¡Me voy a mi casa!- imploro

-No guapa, no. Tu te quedas aquí. No estás en condiciones de andar siquiera.- explica el chico nuevo.

-Gracias Eth, a ver si a ti te hace caso.-comenta Tim.

-¿De qué conoces a este tipo? -exijo saber a Tim.

-Resulta que es mi hermano Ethan-contesta tan apaciblemente.

-Ya, pues no os voy a hacer caso a ninguno de los dos. Mis padres estarán buscándome. No puedo pasar más tiempo aquí porque a vosotros se os antoje.

Me levanto y aterrizo en el suelo de bruces. Parece que el tal Ethan tenía razón. No me tengo en pie, genial. Unos fuertes brazos me rodean la cinturay me presionan el abdomen para ponerme de pie.

-¡Estoy bien!

-Ya, eso creías. ¿Qué hacías en el pasillo?

-Chicos, os dejo hablar solos.- decide Tim.

-Gracias.- responde su hermano.

Me siento en el borde de la cama y él se acomoda a mi lado.

-¿Me vas a contestar? - insiste fijando su mirada en mis ojos.

-Iba al baño. ¿Qué hacías tú en el instituto? ¿Te has matriculado nuevo? No te había visto antes.

-He estado investigando sobre ti, pero tú no sabes nada de mí.- en su rostro se dibuja una sonrisa torcida de lo más sensual. Y no puedo evitar morderme el labio.

-Sólo sé tu nombre. ¿Qué está pasando?

Una música estruendosa y ensordecedora suena desde mi móvil, reconozco la melodía, ya que está en el número uno de todas las listas de reproducción en este momento y me enfado más aún de lo que ya estoy.

-Deberías responder, es tu madre.-comenta Ethan.

-¡No me digas lo que tengo que hacer! -le espeto.

Hola!!! Gracias a todos los que habéis llegado a leer hasta aquí. No olvidéis votar si os ha gustado, además, me gustaría saber vuestra opinión:

¿Qué pensáis de la actitud de Alice? ¿Y de la de Ethan? ¿De qué creéis que se conocen Alice y Tim?

Hasta el siguiente capítulo :)

P.D: la de la foto es Alice, yo me la imagino así

Clara oscuridad©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora