Capítulo 11

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Es jueves, el peor día de la semana.
Hoy teníamos 2 módulos de geografía y 1 de lengua, más otro de contabilidad. Este día no podía ser peor, bueno si, no había dormido nada.
Me había acostado a las 11 PM y no podía dormirme, a las 2 AM me dormí pero desperté a las 4 AM y ya no volví a acostarme porque sabía que no me volvería a dormir. Conclusión, me estaba durmiendo sentada.
Le dije a Felipe que me pase a buscar pero dijo que alguien pasaría por mi esta mañana para llevarme a la escuela, que él no lo haría, así que estaba intrigada de quien era esa persona.
Tomé el desayuno sola esta vez, ya que normalmente tengo a Fels conmigo.
Miro la hora, 7:25 AM, seguro ya pasarían a buscarme quien sea que venga.
7:30 tocaron mi puerta y me pareció raro, pero abrí igual y mis ojos no daban crédito a la persona, la rubia con el pelo atado y unos mechones sueltos, vestida con jeans negros y una remera verde agua estaba adelante mío.
-¿Oriana?
-Antes de que digas nada solo déjame ir a tu habitación a buscar algo y luego vengo.
No me dejo contestar, sólo entró y se dirigió escaleras arriba.
No entendía nada, ¿Desde cuando ella me pasa a buscar? Peor, ¿Desde cuando dejo que vaya a mi habitación?
5 minutos después ya estaba a mi lado con una mochila,por lo que se veía tenía cosas dentro y yo seguía en la puerta sin entender nada.
-Bien, ahora, ¿Puedes por favor taparte los ojos?- espera, ¿Qué? ¿Aparece de la nada y espera que confíe en ella?
-Oriana, tengo que ir a la escuela. No se porque viniste a buscarme ni quien te crees para entrar en mi casa pero no iré contigo.
Ella rodó los ojos, me empujó suavemente hacia afuera y cerró la puerta de mi casa, luego se giró dejándome contra la puerta, pasó una mano por su pelo algo frustrada.
-Escucha, sé que no te caigo bien, ni soy nadie para entrar en tu casa, ni me conoces, pero necesito que te vendes los ojos y confíes en mí por una vez en tu vida, si te enojas o no te gusta el lugar a donde te llevaré puedo traerte de nuevo para que aguantes al estúpido profesor de lengua.
Su propuesta era tentadora, pero yo no conocía a esta chica de ningún lado, además ¿Como sabía que tenía lengua con un profesor que no me importa en absoluto? De verdad no entendía a esta chica, apareció de la nada y parece conocerme de toda la vida.
-Vamos Emily, es sólo taparte los ojos... O ¿Es que tienes miedo?- dijo con una sonrisa, claro que no, no me daba miedo, sólo desconfianza.
-Hagamos un trato- ella asintió- si yo me vendo los ojos y dejo que me lleves tú tienes que responder a una pregunta mía.
Me miró con el ceño fruncido, se lo pensó. A las quejas me vendo los ojos y susurro un "está bien".
Antes de empezar a caminar hacia su moto fue hacia la puerta del jardín trasero y tiro mi mochila hacia allí.
-No te saques la venda- dijo cuando vio que la observaba- Vamos, hasta la moto puedes ir viendo, si luego te la sacas el viaje no será tranquilo como te gusta y te quedarás con tu pregunta sin responder.
Fui hasta la moto y me dio su mochila, la coloque sobre mis hombros (Que a comparación de mi mochila de la escuela, ésta parecía que no llevaba nada), abrace a Ori y empezamos nuestro pequeño o largo viaje, no lo sé.
Algo me decía que este día sería interesante.

(...)

Llegamos pero Ori me prohibió mirar todavía, yo acepté, ella me ayudó a bajar de la moto, me quitó el casco y pasó brazo por mi cintura y comenzamos a caminar.
Una extraña sensación se apoderó de mí al tenerla cerca, por alguna razón me daba confianza y me hacía sentir segura, también veía en sus ojos algo que me atrapaba, ¿Por qué esta chica me hacía sentir así?
-Ya puedes ver.
Me saqué la venda y mis ojos casi se salen de mi cara.
Estábamos en el balcón de una casa enfrente al mar, a los costados se veían distintos tipos de árboles y plantas que hacían parecer que estábamos en un bosque, pero el mar lo cambiaba todo, la casa estaba media abandonada pero era muy bonita y acogedora, el balcón donde estábamos era bastante grande, en el había una manta que supuse que Ori trajo antes de que yo venga y había lo que seguro comeremos.
-¿Te gusta?- pregunta Ori apoyada en la baranda de madera del balcón, da un salto se sienta sobre esta y se gira para ver el mar, da unos golpecitos sobre la madera y entiendo lo que quiere decir, así que también subo y me siento como ella.
-Claro, pero no entiendo porque me trajiste a mi aquí- respondo con sinceridad, la miro y fijo la vista en sus ojos avellana.
-¿Esa es tu pregunta?
Me quedo pensando un momento, le podría preguntar de dónde sabe tanto de mi, porque me persigue, porque intenta besarme, tantas cosas podría preguntar.
-¿Por qué traerme a mi y no a otra chica con la que te sientas atraída o algo asi?
Ella lo piensa, como buscando las palabras para la respuesta adecuada.
-Te traje porque quiero y no traigo a otra chica porque no tengo a nadie más que una pelirroja desconocida para mí.
Esa respuesta no me la esperaba, bueno, no se bien que esperaba pero, ¿No tengo a nadie más? ¿A qué se refería con eso? La tiene a Sab y seguro a más amigos, no tiene sentido que quiera estar conmigo porque si.
-En mi mochila tienes ropa por si quieres sacarte ese uniforme.
-Si, será mejor, gracias.
Me levanto y voy a cambiarme.

Narra Ori

¿Por qué hizo esa pregunta? Pensaba en otra más complicada, en donde tenga que mentir, pero por alguna extraña razón fui sincera, tal vez no del todo. Pero ser algo sincera ya era un avance para mi.
Cuando veníamos de camino, el sentir que ella me abrazaba fue una de las mejores sensaciones, sentir que confió o confía en mí y dejó que la traiga sin darle explicaciones, el que me deje abrazarla, el poder verla dormir ése sábado, esas pocas y pequeñas cosas me hacen sentir de una extraña forma... Pero ella sólo es una más, una del montón, no me debe importar,. Pronto me iré sin decir nada más, ella se olvidará de mí al poco tiempo.
Intenté sacar esos pensamientos de mi cabeza y dije algo loco del que probablemente me arrepentiré luego.
-Sabes, dejaré que me hagas 3 preguntas mas pero cuando termine de responderlas me dejarás hacer algo contigo y no pienses mal- digo cuando veo su cara de sorpresa que luego sonríe y yo le devuelvo el gesto.
-Bien, estoy de acuerdo- me mira con una sonrisa pícara que al instante hace que me arrepienta de lo dicho.
Volvió a mirar hacia el mar y apoyó su cabeza sobre mi hombro.
No se cuanto tiempo pasó pero cuando volví a mirarla estaba dormida, pase un brazo por su cintura, con ropa hice una especie de almohada y la acosté sobre la manta. Yo también me puse a su lado y sin darme cuenta me dormí, pensando en cómo me gustaba estar con esta chica a la cual desconocía bastante.

Rumbo inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora