Desaparición

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Habían pasado dos años desde el matrimonio de Elizabeth con el señor Darcy, a partir del momento de su boda sabían que iban a ser felices, pero también tenían claro que debían pasar muchas pruebas y una de las más importantes era su relación con Lady Catherine de Bourgh.

Darcy aún tenía resentimiento por el trato que "Su Señoría" había dispensado a su esposa, acusándola de cazafortunas y de usar malas artes de seducción para que su sobrino se casara con ella. Sin embargo, a pesar de su enfado, su adorada Lizzy había insistido que debía perdonar y olvidar los errores de su tía, puesto que ella era uno de los pocos miembros de su familia de sangre que aún vivía.

Por esta razón y para complacer a su esposa, Darcy le escribía frecuentemente contándole sobre lo feliz que lo hacía su matrimonio, los avances de su hermana Georgiana en el piano y el arpa, sobre sus negocios, pero especialmente le recordaba en ellas, que eran parientes y que no era necesario estar tan distantes.

La señora de Bourgh no respondía con la misma frecuencia a las cartas de su sobrino y en las ocasiones que llegaban a Pemberley una de sus misivas, hacía gala de sus más profundos prejuicios, poniendo en duda la capacidad de Elizabeth para estar a la altura de los Darcy.

Una tarde Lizzy y Georgiana estaban paseando por los jardines de la propiedad, cuando vieron salir a su esposo y hermano hecho una furia corriendo directamente hacia las caballerizas, a pesar de llamarlo y salir corriendo tras él, cuando llegaron al lugar ya se había marchado galopando en su caballo.

- Querida Lizzy -dijo Georgiana- ¿Sabes qué le sucede a mi hermano para que haya salido en tal estado de conmoción?

- La verdad no tengo idea de que ha pasado. Respondió. Y se quedó mirando preocupada el camino que había tomado su esposo.

Darcy no llegó a la hora de la cena, lo cual hizo que ambas damas se preocuparan en demasía, ya que esta no era una actitud corriente de él. Nunca abandonaba ningún sitio donde se encontraran sin avisar que lo haría y siempre dejaba indicaciones a sus sirvientes para que se hicieran cargo de la protección y necesidades de su hermana y su esposa, que estaba esperando su primer hijo y se encontraba en avanzado estado.

La preocupación en la casa fue en aumento por la demora del caballero, no solo las señoras se encontraban contrariadas, el personal de servicio también se mostraba intranquilo a causa de la actitud de su señor.

Elizabeth y Georgiana se encontraban en la sala de música esperando noticias de algún tipo, cuando tocaron la puerta.

-Pase. Dijo Elizabeth sin mucha emoción.

Al abrirse la puerta entró el señor Lowell.

-Señora Darcy y Señorita Darcy disculpen la interrupción.

Adelante dijeron ambas mujeres al tiempo. ¿Díganos que se le ofrece Señor Lowell? Preguntó Elizabeth impaciente.

-Señora y señorita, he pensado que puedo salir a buscar a mi amo si ustedes lo aprueban.

- Es una gran idea Lowell, por favor vaya y busque al señor o por lo menos noticias suyas, esta incertidumbre nos está matando. Sostuvo Lizzy.

-Disculpen señoras, también creo que sería conveniente mandar un correo al señor Bingley explicándole la situación para ver si les puede prestar ayuda.

-Tiene razón le dijo Georgiana, con esta angustia no habíamos pensado en ello. ¿Querida hermana quieres que escriba yo la carta? Le preguntó a Elizabeth.

-Si por favor hazlo, estoy hecha un manojo de nervios y no sabría ni que poner en ella.

De inmediato se puso en la tarea de escribir el mensaje explicándole al señor Bingley la extraña conducta de su hermano al abandonar Pemberley sin dar razón alguna y que hasta el momento no habían tenido noticias de él. Así mismo solicitó su presencia y la de su esposa, pensando que esto ayudaría a la tranquilidad de su cuñada, evitando de esta forma posibles complicaciones en su embarazo.

Justo en el momento que salía el mensajero con el correo, llego al salón de música la Señora Reynolds.

- Señora, señorita, lamento la interrupción, pero necesito hablar con ustedes.

- ¿Sabe algo del Señor Darcy? -interrogó inmediatamente Elizabeth-.

- No, señora, respondió el ama de llaves. El motivo por el cual me he presentado aquí sin haber recibido su llamado es otro.

- ¿Qué sucede? -preguntó de nuevo Elizabeth con voz cansada-.

- Señora, lamento meterme en su privacidad, pero vine aquí con la intención de pedirle que se retire a descansar, no alcanzo a imaginar lo que está sintiendo en este momento, pero puedo suponer por el tormento que está pasando debido al reciente actuar de mi amo. Usted se encuentra en un estado delicado y es mejor que vaya a recostarse un rato así no pueda conciliar el sueño. Si usted quiere llamaré de inmediato a su doncella para que le ayude a arreglarse y yo misma le llevaré una taza de leche caliente con especias y miel para que logre relajarse.

- Lizzy, deberías hacerle caso a la señora Reynolds, recuerda que ahora no solo debes pensar en ti, también debes hacerlo en el niño que llevas. -terció Georgiana-.

- No, creo que no lo haré, pienso que lo mejor es quedarme aquí esperando noticias de Darcy.

- Hermana, debes hacerlo, te prometo que inmediatamente sepamos algo, yo correré a avisarte, por ahora es mejor que trates de descansar para no tener complicaciones innecesarias.

- Está bien, dijo Elizabeth -Dándose por vencida-, lo haré, pero por favor mantenme al tanto de las noticias. Señora Reynolds, por favor llame a Maryse y dígale que en seguida subo a mi habitación.

- Como diga señora Darcy -respondió el ama de llaves-.

Orgullo y Prejuicio. Dos Años DespuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora