Sospechas

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Los Darcy salieron de inmediato a reunirse con el oficial que ya había sido llevado al estudio, no sabían el motivo por el cual eran buscados, aunque se encontraban tranquilos porque estaban conscientes de no tener problemas con la ley.

Al entrar se encontraron con un caballero de muy buen porte que de inmediato se presentó cómo el capitán Reed.

- Señor y señora Darcy, lamento irrumpir de esta manera en su casa, pero es mi deber informarles que el señor Wickham ha desertado de sus responsabilidades y tenemos datos de que él se encuentra emparentado con ustedes y relacionado con esta propiedad. Por tal motivo fui enviado a investigar si dicho caballero se encuentra aquí o si ustedes tienen conocimiento de su paradero.

- Lamentamos decirle que aunque su información es cierta, el señor Wickham no se encuentra aquí y tampoco conocemos su destino. –Explicó Darcy-

- Señor Darcy, comprendo lo que dice, pero aun así es mi deber comunicarle que si por alguna razón está ocultando algo, se puede ver en un serio problema.

- Capitán Reed, le garantizo que no les estamos ocultando nada, es más créame esto: en esta casa nadie haría nada para ocultarle el paradero de George Wickham.

- Nuestros datos dicen que él es el esposo de su cuñada.

- Lo que dice es verdad. Pero para nosotros esa es una razón de más para en caso tal de estar en posesión de ese conocimiento dárselo de inmediato. Sepa y entienda que ese es uno de los motivos por el cual el caballero no es bienvenido aquí. ¿Ya le han preguntado a mi hermana Lydia si sabe dónde se encuentra? –Preguntó Elizabeth-

- Si señora, fue la primera en ser interrogada, seguida por su familia en Longbourn y al igual que ustedes aseguran no saberlo. De hecho parece que Wickham no es muy apreciado allí.

- No nos faltan los motivos. –Dijo la señora Darcy con un dejo de mal humor-

- Señores Darcy, de muy buena fuente sé que ustedes son miembros respetados de la corte y les pido máxima discreción con este asunto, porque Wickham no sólo ha desaparecido sin dejar rastro, también ha dejado tras de sí una gran cantidad de deudas y habladurías entre las que se incluyen tratar de seducir a un par de jovencitas de buena familia, y cómo se podrán imaginar ustedes, la divulgación de estas cosas no son muy convenientes para el cuerpo.

- Entendemos perfectamente. Tiene nuestra palabra de que esta conversación no saldrá de estas cuatro paredes.

- Siendo así no me queda más que marcharme, no sin antes agradecer su cortesía al recibirme sin previo aviso, nuevamente les pido disculpas por la interrupción. –hizo una venia y se retiró-

- ¿Y ahora en que nuevo problema pretenderán meternos mi hermana y su marido?

- Lizzy, tranquilízate, que George haya escapado de su regimiento es un problema que sólo le atañe a él, no a nosotros. Y para serte honesto siempre pensé que siendo el vicioso y el perezoso que es, había durado mucho en el servicio.

- Tienes razón. Mejor vamos a reunirnos con nuestros invitados que ya deben estar echando en falta nuestra ausencia, así no le damos pie a que la viperina lengua del señor Collins haga gala de sus comentarios mal intencionados.

Al entrar en el salón, se encontraron con que sólo estaban allí las señoras, que les informaron que después de firmar los documentos el clérigo salió a dar un paseo.

- Creo que es hora de ir a prepararnos para la cena, además imagino que la señora Darcy y la señora Collins deben estar ansiosas por ver a sus hijos.

Orgullo y Prejuicio. Dos Años DespuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora