Compromiso

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Elizabeth le escribió a Jane y a su padre contándoles sobre lo sucedido con Lydia, también los instó a que informaran a los comerciantes que no estarían dispuestos a pagar las deudas que ellos personalmente no respaldaran. Su tía la señora Gardiner tenía razón lo mejor que podían hacer era cortarle las ayudas que exigía la muchacha constantemente ya que si seguían rescatándola iban a terminar todos en la ruina.

También les envió una carta al coronel y a la señora Forster diciéndoles que bajo ningún concepto ni ella ni su esposo se harían cargo de las deudas contraídas por Lydia de forma que si ellos decidían respaldarla era solamente asunto de ellos.

Lady Catherine y Anne anunciaron su regreso a Pemberley, ya habían gozado suficientemente de las bondades de Londres, por lo cual se pusieron de nuevo en marcha los preparativos para recibirlas. A pesar de que su señoría había tenido un cambio en su actitud, Elizabeth y los empleados seguían temiéndole un poco a sus causticas críticas sobre cómo se llevaba la casa.

El día que llegaron las huéspedes, todo estaba listo y al parecer la señora de Bourgh no tenía nada que decir al respecto, miro todo alrededor pero no habló más que para saludar y contar cómo la habían pasado en la ciudad. Por su parte Anne se veía absolutamente radiante y llena de una gran vitalidad que antes nadie le había visto. Georgiana en privado le hizo saber a Elizabeth que ese cambio seguramente era debido a que su madre ya la estaba dejando en paz.

Victoria hacía las delicias de las señoras en las tardes, era admirada y Lady Catherine sostuvo que aparte de Anne nunca había conocido a un bebé tan inteligente a pesar de su corta edad. Sin embargo, seguía afirmando que de no ser por los ojos de la niña que eran iguales a los de su madre, esta hubiera sido toda una belleza al igual que su hermana Lady Anne.

Llevaban algunos días cuando su señoría recibió una carta de su párroco el señor Collins en la cual le comentaba que se encontraba junto a la señora Collins y sus hijos visitando a sus suegros, ya que a pesar del embarazo de Charlotte esta quiso en un acceso de nostalgia visitar a su familia. Por primera vez decidió saltarse el exceso de zalamería que derrochaba el clérigo en sus cartas y buscó información que fuera verdaderamente importante y no tardó en encontrarla:

"Su excelentísima señoría, encuentro gran placer en contarle que aprovechado mi estancia en casa de mis suegros decidí visitar Longbourn, como usted bien sabe estoy emparentado con los Bennet por el lado de mi padre. Cuál no sería mi sorpresa al ver que la propiedad está altamente productiva y según mi querido suegro Sir Lucas está dejando grandes ganancias. Por lo cual a la muerte de mi querido primo el señor Bennet heredare la propiedad como bien sabe usted y con ella un considerable patrimonio con el cual nunca antes había soñado."

Después de esto la extensísima carta seguía alabando su bondad, su virtud y todas aquellas cosas acostumbradas por el clérigo, por primera vez en su vida se sintió cansada de tal exceso de ensalzamiento y de alguna forma esto le generó algo de repulsión.

Los días con los Darcy eran agradables, ella por fin decidió que era justo conocer a Elizabeth un poco mejor y dejando sus prejuicios a un lado, confirmó lo poco que conocía de ella antes y descubrió un buen número de cualidades que nunca se hubiera imaginado en una mujer criada casi como campesina y sin una buena fortuna. También se dio cuenta que bajo la influencia de la nueva señora Darcy, Pemberley tenía una nueva vida llena de alegría y optimismo que se había contagiado a todos los habitantes de la casa y los colonos donde era respetada y querida gracias a su dulce carácter y bondad.

Anne estaba fascinada con ella, hasta el punto que empezó a considerarla su prima, desarrollaron una gran confianza y junto con Georgiana compartían intimidades. La señorita de Bourgh, también recibía correspondencia con frecuencia, las primeras veces que le fueron entregadas las cartas no pudo ocultar el ligero rubor que subía a sus mejillas, después de eso decidió compartir con sus primas los sentimientos que tenía hacia David Grovesnor y su esperanza de que su relación avanzara.

Elizabeth se encontraba en el invernadero paseando a su hija cuando de repente se vio sorprendida por la visita de su nueva prima.

- Lizzy, si no es una molestia querría preguntarte algo, o mejor hacerte una petición.

- Adelante Anne, dime, que si puedo ser de ayuda estaré gustosa.

- David, mejor dicho el señor Grovesnor me ha escrito y pregunta si es posible que venga a visitarme a Pemberley, dice que me extraña y que le gustaría verme.

- Por supuesto que el señor Grovesnor puede venir a visitarte, sólo que nos confirme la fecha para tener organizada su habitación.

- ¿Permitirás que se quede aquí?

- Claro que sí. ¿De otra manera cómo habríamos de conocerlo?

- ¿Crees que mi madre lo apruebe?

- Anne esta es mi casa y soy yo quien decide quién se queda y quién no.

- Tienes razón.

Su señoría recibió gratamente la noticia de la visita del señor David Grovesnor, le parecía que tenía todo lo que era posible admirarle a un buen partido, lo único que le incomodaba es que su hermano fuera un pillo, pero eso pronto se solucionaría cuando el mal sujeto partiera para América.

La llegada del caballero generó bastante expectativa especialmente en las damas. Charles se apiadó de Darcy y fue a visitarlo frecuentemente para no dejarlo solo rodeado de mujeres, situación que entendía perfectamente porque a lo largo de su vida a él siempre le sucedía lo mismo, aunque nunca se quedaba hasta la hora de la cena, porque se rehusaba a dejar a Jane durante mucho tiempo debido a su nuevo embarazo.

Grovesnor demostró ser una persona agradable, de buenos modales para nada afectados, era de conversación inteligente y tranquila, el día que llegó solicito un momento a solas con Anne, ya que debía marcharse pronto para continuar con su cometido al lado de su hermano.

Durante la cena, David pidió permiso para dirigirse a las personas que se encontraban en la mesa.

- Lady Catherine, Señor Darcy, Señora Darcy, Señorita Darcy, quiero aprovechar el momento para agradecerles todas la atenciones que me han dispensado mientras he estado aquí, aún sin ser merecedor de ellas, debido a las viles acciones que en contra de ustedes a cometido mi hermano.

- No se preocupe señor Grovesnor, de sobra sabemos que lo que ha hecho su hermano no tiene nada que ver con usted o el resto de su familia. –Tranquilizó Darcy-

- Sus palabras lo honran señor, quiero hacerles partícipes de que el día de hoy he solicitado la mano de la señorita Anne de Bourgh y ella gracias a Dios y a los milagros ha dicho que si. Ahora les pido a ustedes nos den su bendición, especialmente a usted Lady Catherine.

- Joven, permítame decirle que cuenta con mi consentimiento y bendición, y además le aclaro que se lleva a la joya más preciada de mi familia. Supongo que pronto nos sentaremos a ultimar los detalles de este compromiso con sus padres.

- Supone bien su señoría, pero la prontitud depende de poder llevar a buen término la empresa que debo llevar a cabo con mi hermano.

- Eso demuestra su buen juicio caballero –dijo Elizabeth para zanjar la cuestión-

- Anne, mi querida prima, estás comprometida, te doy mi enhorabuena. –Expresó Georgiana sin disimular su alegría-

- Yo también quería informarles algo durante la cena.

- Claro querida tía ¿qué tienes para decirnos? –Preguntó Darcy-

- Sé que ha sido un atrevimiento hacer lo que he hecho sin consultarles y más aun siendo esta su casa. Pero la verdad tengo fuertes motivos para llevar a cabo tal acción y espero que lo comprendan.

- ¿De qué se trata? –Cuestionó la señora Darcy-

- He invitado a los Collins a pasar unos días a Pemberley, antes de su regreso a Kent.

Orgullo y Prejuicio. Dos Años DespuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora