Verdades

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Maryse al ver la situación, salió corriendo a llamar al señor Darcy, justo cuando iba a bajar las escaleras se encontró no sólo con su amo, sino con el resto de las personas que se hallaban en Pemberley en ese momento, que atraídas por el escándalo decidieron subir a ver qué estaba sucediendo.

- Maryse, ¿Quiere decirnos qué demonios está pasando?

- Señor Darcy, la señora Bennet está discutiendo con mi ama y la ha golpeado.

Todos los presentes avanzaron hacía la habitación de Elizabeth, al llegar encontraron a Jane tratando de contener a su madre y a Elizabeth sentada, se veía visiblemente afectada por lo ocurrido.

- Eres una mala persona Elizabeth, sólo tú y ese marido tuyo son los culpables de lo que ese hombre le ha hecho a mi pobre Lydia. Mereces cada una de las cachetadas que te di.

- Es suficiente señora Bennet –Dijo Darcy rabioso, y con tono tan autoritario que no admitía discusión-

- ¿Qué has hecho mujer? ¿Qué pretendías golpeando a Lizzy? ¿No te das cuenta que está embarazada? ¿Has perdido la cabeza finalmente? –Cuestionó el señor Bennet-

- Ha sido culpa de ellos. –Dijo la mujer mirando de Elizabeth a Darcy alternativamente- Ellos sabían la clase de persona que es Wickham y aun así no hicieron nada para detenerlo. Hasta Jane lo sabía y nunca dijo nada. Mi pobre Lydia, tan inocente y tan inexperta, se fugó de la seguridad de su familia, engañada por ese hombre odioso.

- Señora Bennet, su hija sabía muy bien lo que estaba haciendo. Cuando fueron hallados en Londres no le dio la menor importancia al hecho de que Wickham no quisiera casarse con ella en ese momento, nunca le importó ni usted ni el resto de su familia, sólo quería ser la cómplice en la huida del caballero.

- Darcy usted miente. Mi Lydia no es así. Ella era una niña dulce y protegida, criada en el seno de una buena familia. Ustedes la odian, sólo porque es más alegre y siempre ha sido mi favorita.

- Mamá –llamo Kitty- El señor Darcy tiene razón, en las cartas que me escribió mi hermana y de las cuales censuré algunas partes, ella narraba todas sus intenciones, me decía que había planeado huir con Wickham, que le parecía una aventura divertidísima que le agregaría un poco de humor al aburrimiento que tenía, claramente me dijo que creía que él no tenía intenciones de casarse con ella, pero que no le importaba porque el riesgo valía la pena y que cuando todo acabase sabía que tú la recibirías con los brazos abiertos y sin ningún reproche.

- Kitty ¿Por qué no nos dijiste nada de esto en su momento?

- Papá, debo admitir que cuando ella me lo contó a mí también me parecía una buena idea, quería que aunque fuera una de nosotras tuviera aventuras que contar. Después se casaron y creí que ya no habría problemas.

- ¿Ahora tú también me estas culpando a mí Kitty? Claro, para ustedes, especialmente para mis dos hijas mayores soy la culpable de todo, y qué pueden sufrir ellas, si gozan de una buena vida rodeadas de lujos y riquezas.

- No puedes exculparte de esto, como tampoco yo lo haré. Si bien tu alcahuetería, la forma en que aceptabas e incitabas todas las extravagancias de nuestra hija, la hicieron irremediablemente frívola y tonta, mi desidia y mi falta de interés favorecieron que ella no fuera criada con la disciplina necesaria. En esto yo también llevo gran parte de la culpa. Por eso de alguna forma he aprendido mi lección, y Mary y Kitty ahora tienen que llevar la carga de la misma. Después de todas estas verdades es imposible que no abras los ojos.

- Señora Bennet, no le pediré que abandone Pemberley, por consideración a Lizzy ya que su gran corazón sufriría mucho con tal decisión, además, porque ello  también implicaría la marcha de sus hijas menores que parecen estar disfrutando –por lo menos hasta antes de este bochornoso incidente- su estancia, y de su marido con el que tengo negocios que tratar. Pero quiero que le quede claro que le queda absolutamente prohibido buscar a Elizabeth a solas, no quiero que la perturbe más de lo que ha hecho, no me importa dónde va a estar o qué actividades va a realizar siempre y cuando las mismas no tengan que ver con mi esposa. Espero le quede muy claro, porque de lo contrario me veré obligado a sacarla de aquí y a impedir cualquier contacto futuro con nosotros. –Dijo Darcy resueltamente-

- Esto es una verdadera injusticia –Dijo sollozando la señora Bennet-

- No mamá, no lo es. Tú te has buscado esto. ¿O es que acaso creías que el señor Darcy iba a permitir tal falta de respeto en contra de mi hermana? No mamá, las cosas no son así, y ha llegado el momento que asumas las consecuencias de tus actos. Demasiado hemos tenido Elizabeth y yo que durante mucho tiempo intentamos controlar a tus hijas menores para evitar habladurías y para que no cayera la desgracia sobre nuestra familia.

- Tú Jane, ¿También te pones en mi contra?

- Ni en tu contra ni a tu favor madre, sólo digo lo que creo que es justo, y por favor retírate, Lizzy está muy delicada y debe descansar.

Sólo Darcy y Jane se quedaron en la habitación para hacer compañía a Elizabeth mientras el resto se retiraban a sus respectivos cuartos.

- Mi amada Lizzy, ¿Te sientes bien? ¿Quieres que llamemos al doctor Evans? –Preguntó Darcy-

- No es necesario llamarlo. Sólo estoy conmocionada. No puedo creer que mamá me tenga tanto rencor.

- Lizzy, no creo que sea rencor lo que ella te tiene o tal vez nos tiene. Es sólo que ella ve en nosotras esa parte opuesta a ella y por eso puede ser que no logra comprendernos. –dijo Jane compasiva-

- Cariño, no puedes echarla de Pemberley, sea lo que sea ella sigue siendo mi madre y sé que ahora está sufriendo mucho.

- Ya has visto que no la he echado. Sin embargo, no puedo permitir que te atormente más, y no sólo temo por nuestro hijo, también temo por ti.

Tocaron y Elizabeth y Jane se estremecieron pensando que era la señora Bennet para embestir nuevamente, la puerta se abrió y se encontraron a Maryse anunciando que la señorita Bingley requería hablar urgentemente con el señor Darcy.

El caballero salió del cuarto y se reunió con la dama en el corredor.

- Señorita Bingley ¿Qué es tan urgente qué no puede esperar a otro momento?

- Lo siento mucho señor Darcy, entiendo su molestia y antes que nada quiero decirle que nunca he logrado soportar a su suegra, cada vez que ella está en una habitación siento como si una horda de gansos fuera a ser liberada en cualquier momento.

- Señorita Bingley...

- Disculpe el comentario señor Darcy. El verdadero motivo de solicitar esta reunión tan urgente con usted no es hablar de la "maravilla" de suegra que tiene. Debo informarle que la señorita Woods aún no ha logrado salir de sus delirios y que nuevamente estamos esperando al doctor Evans.

- ¿Se ha complicado la situación?

- Creo señor Darcy que complicado no resume lo que está pasando. La señorita Woods ha sufrido un aborto.


Orgullo y Prejuicio. Dos Años DespuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora