Huída

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Jane, Charles y Emily llegaron esa mañana acompañados de la Señorita Bingley, Darcy tenía la esperanza de que la presencia de su familia tranquilizara a Elizabeth y Georgiana.

- Lizzy, estás preciosa. ¿Cómo te estás sintiendo?

- Oh, Jane, me siento bien aunque del tamaño de una casa.

- ¿Y ya sabes algo de la pobre muchacha que se hospeda aquí?

- No, aún no ha recuperado el conocimiento, esperamos que después de una buena noche de descanso hoy se sienta mejor y logremos hablar con ella.

En ese momento llegaron Georgiana y la Señorita Bingley a reunirse con ellas.

- Señora Darcy veo que lleva muy bien el embarazo, yo hubiera pensado que se vería un poco más gruesa, Jane se engordó mucho cuando esperaba a Emily. Espero que se esté alimentando bien.

- Sí, he estado comiendo muy bien, a veces creo que más de lo debido, creo que lo de engrosar depende de cada embarazo y de cada mujer y más bien poco con lo que come o no.

- Emily era bastante grande para una recién nacida, creo que por eso la señora Bingley se veía un poco más robusta –Acoto Georgiana-

- Lizzy, Caroline, señorita Darcy, creo que es momento de pasar al comedor, los caballeros deben estar esperando por nosotras.

Las damas asintieron y salieron a tomar el desayuno.

- Charles, he estado pensando mucho sobre todo este asunto y creo que son demasiadas coincidencias cómo para tomarlo a la ligera.

- ¿A qué tipo de coincidencias te refieres Darcy?

- Las acusaciones contra Elizabeth, que Lady Catherine se haya enterado, la aparición del prendedor de mi madre y la repentina llegada de una jovencita de la que nadie sabe nada.

- No te niego que las tres primeras distan mucho de ser casualidades, pero honestamente no creo que esa pobre chiquilla enferma tenga que ver con ello.

- Bingley, eso es simplemente porque tú siempre piensas lo mejor de todo el mundo.

El desayuno fue bastante animado, estuvieron hablando de los preparativos y las actividades que se llevarían a cabo en cuanto llegaran el resto de los visitantes, la conclusión general fue que la señora de Bourgh encontraría la manera de criticarlas o de afirmar que ella habría sido sobresaliente de haber practicado tal o cual cosa.

Se estaban preparando para levantarse de la mesa cuando entró la Señora Reynolds a informar que la huésped por fin había despertado y que parecía encontrarse en mejores condiciones que el día anterior.

- Bingley, por favor acompáñame a ver si logramos obtener algo de información de la señorita.

- Claro que si Darcy, pero pienso que una de las damas nos debería acompañar, tal vez en presencia de dos hombres se sienta intimidada y no revele mayor cosa.

- Yo iré con ustedes, puesto que a mí era a quién estaba buscando.

- No Elizabeth, como ya dijo el doctor Evans ayer no sabemos si tenga una enfermedad contagiosa.

Georgiana y Jane se adelantaron a ofrecerse, pero fue la señorita Bingley quien habló.

- Señor Darcy, hermano, creo que soy la mujer indicada para acompañarlos, pienso que la señorita Darcy es muy joven para hacerlo y puede quedar impresionada de alguna forma y tampoco opino que sea conveniente que vaya Jane, puesto que como ya han dicho, no sabemos si la muchacha tenga algo contagioso y mi cuñada pasa bastante tiempo con mi sobrina y no podemos arriesgarnos a que la niña se enferme.

Orgullo y Prejuicio. Dos Años DespuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora