Confesiones

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- Georgiana, te pido por favor que no sigas.

- Claro que si voy a seguir hermano, estás personas son parte de nuestra familia y deben saber la verdad, apelaremos a su generosidad y esperaremos que no difundan esta confesión fuera de estás paredes.

Deben entender que yo era muy joven, había estado mucho tiempo sin una figura materna o una hermana en la que pudiera confiar y me enamoré o mejor creí estar enamorada. George puede ser una persona encantadora cuando se lo propone, sabe decir las palabras correctas en el momento justo y yo con toda mi inexperiencia confié en ellas. Si no hubiera sido por el amor y respeto que tengo a mi hermano que fueron los que me obligaron a confesarle lo qué estaba pasando, creo que me habría perdido para siempre.

- Me niego a creerlo. El señor Wickham es un perfecto caballero. No creo que hubiera hecho una cosa así.

- Señora Bennet, ¿acaso cree usted que la señorita Darcy es una mentirosa? Y si así fuera ¿cree que mentiría en algo tan bochornoso que puede llegar a afectar tan seriamente su reputación? No señora, está muy equivocada con la familia Darcy. Y definitivamente no logro entender cómo usted puede ser la madre de la Señora Bingley y la señora Darcy, porque sus modales y su educación dejan mucho que desear. –Sostuvo Caroline-

- No puede ser, ustedes asegurando que el esposo de mi Lydia es un libertino, me están insultando.

- Querida, nadie te está insultando, sólo te están explicando qué tipo de hombre es en realidad. No puedes negarte a las evidencias tomando en cuenta que tu propia hija se fugó con él, y para que él se casara con ella hubo que pagarle un soborno exorbitante.

- ¿Quieres decir que tú sabías de todo esto y así permitiste que mi pequeña se casara con un hombre tan lleno de vicios?

- De lo que sucedió con la señorita Darcy me enteré algún tiempo después, Elizabeth me lo contó, pero mujer tú no puedes hacerte pasar por inocente. Ningún hombre honrado se fugaría con una niña de 16 años si tuviera buenas intenciones. Tú eres quien después de que tu hija se casará con él,  se encargó de llenarlo de virtudes, olvidando sus maldades.

- Mis nervios, no puedo más con ellos creo que voy a desvanecerme.

- Señora Reynolds, haga el favor de traerle una copa de coñac a la señora Bennet, para que se calme. –Ordenó Georgiana-

La señora Bennet apuró la copa, sentía que el mundo se desmoronaba a su alrededor, veía la verdad en las palabras de su marido, pero se negaba a aceptarlo. Su Lydia, su pequeña Lydia, casada con un hombre lleno de maldad. ¿Qué sería de su niña?

Lo único que ella había querido en la vida era ver a todas sus hijas casadas, nadie podría atreverse a juzgarla, no con 5 hijas sin perspectiva de herencia a la muerte de su padre. Lo que le había sucedido a Lydia no era culpa de ninguna de los dos;  era culpa de su padre por haberle permitido que fuera a ese viaje, también era culpa de Elizabeth, ¿cómo sabiendo esas cosas de Wickham, había permitido que su hija favorita cayera en sus garras? Seguramente Jane lo sabía y no había hecho nada para evitarlo. Sin embargo, para ella la mayor parte de la responsabilidad recaía en Darcy, claro él tan lleno de orgullo y altivez, con tanto dinero y conexiones no había tenido la decencia de ayudar a su hija.

Era culpa de todos, menos de ella como madre, que siempre había tolerado los desmanes de la menor de sus hijas. Ella y su pobre chiquilla, eran víctimas inocentes de todos estos acontecimientos.

Ciega de rabia se levantó y salió del comedor, ante la mirada asombrada de todos los presentes. Presa de su furia y resentimiento llegó a la habitación de Elizabeth y entró sin ser anunciada.

- ¿Cómo osaste poner en riesgo la felicidad de tu hermana? eres un monstruo.

- Mamá no sé de qué me estás hablando.

- Tú, creyéndote siempre superior a todos, tan llena de arrogancia y de modales impecables, has permitido que tu hermana menor cayera en la desgracia –gritaba a todo pulmón-

- Mamá, ¿qué te sucede, te encuentras bien? –Preguntó Jane, temiendo por la cordura de su madre-

- No estoy bien, la gran señora Elizabeth Darcy, ama de Pemberley, permitió a conciencia que su hermana menor, mi muy querida Lydia se casara con un hombre perverso y vicioso. Tú, mala hija, sabías que clase de individuo era Wickham y aun así no hiciste nada para evitar esta tragedia. No te atrevas a negarlo. Siempre tuviste celos de Lydia por ser mi favorita. Por eso tramaste todo para perderla.

- Mamá, ¿estás bromeando? En serio no puedes creer eso. Lydia siempre fue indomable y nadie podría haber previsto que eso sucedería. –Contestó Elizabeth-

- Es cierto mamá, además Lizzy y yo guardamos la esperanza de que el matrimonio con nuestra hermana haya mejorado la conducta de Wickham.

- No es justo qué culpes a los demás del comportamiento de Lydia, tu le permitiste muchas cosas y por eso...

Elizabeth no alcanzó a terminar lo que tenía que decir, cuando la señora Bennet se vio enfrentada por ella le dio una cachetada tan llena de furia y tan de improviso que Elizabeth estuvo a punto de caer.


Orgullo y Prejuicio. Dos Años DespuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora