Petición

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Los señores Woods demostraron ser personas amables y colaboradoras que no incomodaban la dinámica usual de Pemberley. Cuando no se encontraban con su hija participaban de las actividades diarias. La señora Woods daba consejos a las señoritas Bennet sobre como relucir en sociedad y con las otras señoras compartía historias de su vida en Brighton. El señor Woods se hizo buen amigo del señor Bennet y le dio algunas ideas sobre cómo sacar un mejor provecho de Longbourn.

Con el pasar de los días iban llegando más y más correos con buenos informes sobre algunas personas que posiblemente habían tenido que ver con la desgracia de la señorita Woods y las acusaciones que pesaban sobre la señora Darcy.

Uno de esos mensajes llegó desde Somerset donde le informaban al señor Darcy que un hombre trató de hacerse pasar por él, al presentarse en casa de un prestante caballero con el objetivo de hacer negocios sobre las minas de carbón. Sólo la afortunada casualidad de que en el sitio de encontraba un miembro de la corte que conocía al verdadero Darcy, evitó que se llevara a cabo la estafa. Lastimosamente el individuo logró escapar, pero ya tenían todas las señales físicas del mismo, lo que permitió que los agentes que tenían dispuestos para tal caso se pusieran sobre la pista.

La señorita Woods había intimado lo suficiente con la señorita Bingley para considerarla su amiga, esta relación parecía beneficiosa para ambas, ya que la compañía de Caroline hacía que Arianne se mostrara más tranquila en su interacción con los demás y por su parte la señorita Bingley parecía hacer menos gala de su habitual humor ácido, cambiándolo por un trato más cordial.

El doctor Evans iba y venía con frecuencia Pemberley, en sus frecuentes visitas aprovechaba el tiempo para hablar con Caroline y tomar largos paseos a su lado. Este hecho no pasó inadvertido a la mirada de las damas y ya empezaban a preguntarse si habría una propuesta formal de matrimonio.

Elizabeth se encontraba mucho más fuerte y en contra de las opiniones expresadas por algunos de los miembros de su familia y el médico, había decido incorporarse poco a poco a las diarias actividades de su hogar, también había rechazado al igual que Jane la idea de tener una nodriza para su hija. Una tarde se hallaba en uno de los salones departiendo con sus invitadas cuando llegó la señora Reynolds con una carta para ella.

Mi querida Lizzy: te doy el en hora buena por el nacimiento de tu hija, quién iba a pensar que a pesar de ser yo la primera en casarse aún no he tenido hijos, claro que esto no preocupa porque para serte honesta los niños me parecen cosas feas, arrugadas y lloronas que interrumpen la vida conyugal. Mi adorado Wickham y yo esperamos poder seguir mucho tiempo sin ser padres, ya que tenemos tal pasión que un bebé no sería más que un estorbo.

¿Es posible que me recibas por un tiempo en Pemberley?, Wickham ha sido llevado a un nuevo emplazamiento y la verdad es que mamá anda insoportable, no te imaginas lo odiosa que se ha tornado con mi esposo.

También quisiera pedirles a ti y a Jane algo de dinero, tal vez unas 5 o 6 libras cada una, sucede que hemos adquirido algunas deudas en Meryton y no tenemos con qué cancelarlas, es una pequeña cantidad para ustedes dos que son ricas y a nosotros nos servirían de mucho. Mamá no quiso brindarnos su ayuda, incluso se atrevió a exigirme que no recurriera a ustedes, como si en verdad yo no lo fuera a hacer.

Espero que me des una respuesta afirmativa, así podría ayudarte a organizar algunos bailes y fiestas en Pemberley y yo sería muy feliz.

Tu hermana que te quiere, Lydia.

- No puede ser. -Se quejó Elizabeth-

- ¿Qué sucede? –preguntó Jane-

- Mira. –Lizzy le entregó la carta-

Jane miró la nota y se quedó pasmada al leer su contenido.

- Señoras, les pido nos disculpen debemos retirarnos a solucionar un asunto, ¿tía puedes venir con nosotras? –se excusó Jane-

- Claro que sí. –Respondió la señora Gardiner-

- Espero que no sea nada grave.-dijo la señora Woods-

- Señora Woods en realidad es algo más incómodo que grave, no se preocupe usted por ello y siga disfrutando de la tarde. –Sostuvo Elizabeth-

Las tres mujeres se dirigieron a la estancia privada de la Señora Darcy

- Niñas, se puede saber que está pasando. –Inquirió la señora Gardiner-

- Lydia quiere venir a Pemberley, sin Wickham, por supuesto. –Contestó Elizabeth-

- Venir a Pemberley, ¿qué clase de locura es esa, cómo se le ha ocurrido a Lydia hacer semejante petición?

- Y eso no es todo querida tía, nos ha pedido dinero a Lizzy y a mí. –agregó Jane-

- Es por eso que te pedimos tu consejo. –Añadió Elizabeth-

- Creo que lo mejor que pueden hacer es cortar de una vez las ilusiones de Lydia, negándole el dinero y diciéndole que no es un buen momento para que venga a Pemberley.

- Pero seguro debe tener mucha necesidad, si no le damos el dinero puede tener problemas graves. –expresó Jane-

- Mis queridas sobrinas, si ustedes siguen cediendo a las peticiones económicas de Lydia y su marido llegará el momento que pida una suma tan grande que será imposible ayudarles, además si cada vez que les escribe ustedes acuden en su socorro lo único que lograran es que se metan en muchas más deudas con el tiempo, sin temor a no poder saldarlas porque saben que ustedes lo harán por ellos. Ha llegado el momento de que los señores Wickham aprendan a vivir con lo que tienen.

Por primera vez desde que se encontraba en el hogar de los Darcy la señorita Woods bajo a cenar con ellos. La charla fue amena y con miradas de reprobación evitaron que Kitty o Mary hicieran mención de las desdichas de la joven.

- Señoras y señores, queremos agradecerles todo lo que han hecho por nosotros y especialmente por nuestra querida hija, creemos que ya hemos estado tiempo suficiente con ustedes, y el doctor Evans está de acuerdo con que Arianne viaje, es por ese motivo que hemos decidido partir mañana y organizar un viaje al extranjero, opinamos que un cambio de aires le sentaría muy bien a nuestra querida hija y sería un bálsamo de paz para calmar su pena. –Dijo el señor Woods-

- ¿No es demasiado apresurado? Mi querido señor, estamos más que complacidos de tenerlos aquí y no vemos ningún inconveniente en que alarguen su estancia.

- Esas palabras lo honran señor Darcy, le pido que no tome esta decisión pensando que no estamos satisfechos con sus atenciones, debo decirle que más que complacidos, tenemos una enorme deuda de gratitud con ustedes que nunca sabremos cómo pagar. Lo único que puedo hacer es darle mi palabra de honor que haremos todo lo posible para continuar con la investigación y limpiar su nombre, será la disposición más importante que dejaré antes de salir al continente.

- Señores y señorita Woods, siendo así sólo me resta decirles que en nosotros siempre tendrán unos amigos incondicionales y que las puertas de Pemberley siempre estarán abiertas para ustedes.-concluyó Darcy-

Al terminar la cena, en vez de realizar las actividades corrientes, se entregaron las instrucciones debidas para ayudar a preparar la partida de los huéspedes.

Orgullo y Prejuicio. Dos Años DespuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora