Intriga

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Georgiana salió del estudio entre divertida y molesta, no había olvidado la promesa a Elizabeth tenerla al tanto de cualquier noticia. Antes de interrumpir su descanso debía pensar una buena excusa para no explicar las verdaderas razones de la marcha de su hermano a Kent, sabía que con justa razón su cuñada se molestaría y le preocupaba seriamente lo que la verdad podía provocarle a sus siete meses de embarazo una mala reacción.

Llegó a la habitación y tal como lo había sospechado, la señora Reynolds y Maryse se encontraban dormitando en las sillas del salón, con dulzura las despertó y les pidió que se fueran a descansar, ya que había llegado con noticias de su hermano y que en la mañana les explicarían y darían instrucciones al resto del personal de servicio.

Luego entro al cuarto y vio a Lizzy recostada sobre los cojines de su cama sin poder dormir.

- Georgie, ¿Qué ha pasado? ¿Ya tienes noticias de tu hermano?

- Sí, ya sé dónde se encuentra. Tuvo que salir deprisa a Kent a solucionar un asunto delicado.

- ¿Y se puede saber qué clase de asunto le impide informar para donde se marcha dejándonos aquí en la mayor de las angustias?

- No estoy muy segura de qué se trataba, creo que tiene que ver algo con la tía Catherine, pero no lo tengo muy claro. -respondió Georgiana, agradeciendo la poca luz que brindaban las dos velas encendidas, para que Elizabeth no notara que le estaba ocultando información-.

- Georgie -dijo Elizabeth-

En cuánto escuchó su nombre, la joven se asustó pensando que su cuñada la había descubierto en la mentira.

- Dime Lizzy.

- ¿Te puedes quedar aquí durmiendo conmigo? No quiero pasar el resto de la noche sola, después de semejante zozobra.

- Por supuesto, querida hermana, me quedaré aquí contigo.

Temprano en la mañana llegaron los Bingley a hacerles compañía a las dos muchachas, Jane y Charles estaban preocupados por lo sucedido. Sin embargo, Georgiana les explicó la situación de la misma forma que lo había hecho la noche anterior y todos se quedaron relativamente tranquilos.

Ante la insistencia y consejos de Jane que ya era madre de una preciosa niña de poco más de un año llamada Emily, Elizabeth decidió tomar una siesta para tratar de reponer el sueño perdido la noche anterior, su hermana prometió acompañarla mientras descansaba, ya que gracias a Caroline que había decido quedarse con su sobrina tenía libre todo aquel día de sus obligaciones maternales.

Charles se quedó con Georgiana que, aprovechando la ausencia de las hermanas, decidió ser honesta con él y contarle lo que según sus sospechas había pasado. Bingley le dijo que seguramente era una equivocación y que tal vez se había malinterpretado las cosas, ella le respondió que no había error alguno y para comprobárselo decidió mostrarle la carta. Ella sabía que el carácter tranquilo de él hacía que evitara pensar mal de cualquiera, pero al leer aquel mensaje supo que la joven tenía razón e hizo un comentario de tal sagacidad que nadie que lo conociera bien se lo hubiera esperado.

- Señorita Darcy, honestamente pienso que esto no es algo que en realidad haya salido de la cosecha de Lady Catherine de Bourgh. Si bien es conocido el desprecio de Su Señoría a la Señora Darcy, no la creo capaz de inventar algo de este calibre, más aún sabiendo que está en juego la reputación de su familia.

- Entonces dígame, Señor Bingley ¿Qué cree usted? ¿Dígame de dónde puede haber salido una calumnia de semejante talante? Preguntó Georgiana.

- Eso es algo que no le puedo decir con absoluta certeza, lo único que sé es que el matrimonio entre Elizabeth y Darcy no le cayó muy bien a algunas personas y es seguro que estas mismas pudieran tramar algo para perderlos.

Georgiana se quedó en silencio analizando asombrada todo lo que Bingley le había dicho y entre más lo pensaba más sentido cobraba, ahora el asunto era saber quién quería tan mal a su hermano y su cuñada para llevar a cabo semejante treta.

- Señor Bingley, dígame ¿Cree que es posible hacer algo para encontrar a los culpables de esta ignominia?

- Pienso que lo mejor es esperar a que llegue su hermano y juntos podemos determinar qué curso seguir ante esta situación. Conozco lo suficiente a Darcy para saber que él no va a permitir que esto se quede así. Creo que intentará llegar hasta el fondo de la cuestión y hará pagar las consecuencias a los culpables. Así que señorita Darcy le pido que se tranquilice, que trate de olvidar este feo asunto, le dé apoyo a su muy querida cuñada y deje esto en las manos de su hermano y mías.

Era media mañana cuando Fitzwilliam Darcy con aire meditabundo llegó a su casa acompañado del señor Lowell a quien encontró en su camino de regreso a Pemberley. Al entrar vio a la señora Reynolds esperándolo en el vestíbulo para informarle que la señora Darcy se encontraba descansando en su habitación acompañada de su hermana, la señora Bingley y que la señorita Georgiana se encontraba en el salón de té con el señor Bingley.

Darcy se dirigió directamente al lugar donde se hallaban su hermana y su amigo.

- Hermano, al fin llegaste, nos has tenido muy preocupados.

- Georgie, por favor permíteme hablar a solas con Charles, hay un asunto muy delicado que debo tratar con él.

- No me iré querido hermano, porque aunque no lo creas ambos estamos al tanto del asunto que quieres compartir y Charles tiene una idea de cómo podemos solucionarlo.

Ambos le explicaron cómo se habían enterado de lo sucedido, así mismo Darcy compartió con ellos que logró indagar y se quedaron debatiendo las acciones a seguir por un buen rato.

Orgullo y Prejuicio. Dos Años DespuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora