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Harry Potter

- Esto lo hago por tu bien mi amor te amo -lágrimas caían sin control por mis ojos llegando hasta mi barbilla haciendo así que goteara.

- N-no puedes hacerme esto -se paso las manos por el cabello desesperado, sus ojos cristalizandose.

- No hagas esto más difícil -me miro, desesperación en sus ojos, mi corazón se rompió- l-lo hago por tu bien, ellos atacaran todo lo que amo.

- No importa si te alejas de mi o no, igualmente ellos me atacarán por que saben que me amas, no importa si estamos juntos o no -cerró los ojos y apretó los dientes-, ¿o estas terminando conmigo por qué ya no me amas y no quieres sentirte culpable cuando me atrapen?

- ¿Qué? Claro que te amo -él tenia razón, debíamos de estar juntos, no podía dejarlo, el arrepentimiento se alojo en mi.

- No, tu ya no me amas -se volteo y comenzó a caminar. James se encontraba parado al final del pasillo con una sonrisa diabólica, apuntó a Sev.

- ¡Avada Kedavra! -un chorro de luz verde impacto en el pecho de mi amado, corrí rápido hacia él. Me arrodille y agarre su cabeza entre mis manos.

- Sev -las lágrimas nublaban mi visión- ¡Sev! No, no me dejes, por favor, lo siento, lo siento.

- Eres tan estúpido hermanito, siempre errando en las cosas, infiltrarme en el castillo fue más sencillo de lo que pensé pero matarlo fue un poco difícil, Severus era bueno en el sexo.

- ¡Callate! ¡callate! -mi pecho ardía, todo en mi dolía, la esperanza se había ido y falle en protegerlo. Porque intentando arreglar las cosas lo empeore, ahora no tenía al amor de mi vida, a mi compañero y confidente, mi mundo había muerto.

- Harry, Harry -tape mis oídos para no escucharlo, lo escuchaba susurrar y le gritaba que se callara- despierta.

Abrí los ojos de golpe, mi frente empapada de sudor, me senté y observe la habitación, Neville se encontraba parado con una expresión de preocupación en su rostro. Todo fue un sueño, un maldito sueño, una pesadilla.

- ¿Estás bien? -negué y me lance a sus brazos, enterré mi cara en su cuello y comencé a sollozar. Su mano bajaba y subía por mi espalda tratando de darme consuelo- sea lo que sea Harry todo estará bien, sé que se solucionará.

- Sí, sí así será -dije más para mi mismo. Me separe de él y pase el dorso de mi mano por mis ojos apartando las lágrimas- gracias por despertarme.

- No tienes que agradecer, vistete tenemos clase de pociones -asentí, me miro por unos segundos y luego se fue. Me pase las manos por el rostro, me alegraba haber tenido ese sueño, iba a cometer un error si dejaba al hombre que amo más que a mi propia vida, si terminaba con él no cambiaría nada.

Entre al salón y me senté en el último puesto alejado de todos. Ron no me quería hablar, no me quería cerca de él y lo entendía era su hermana y siempre estaría de su lado pero a la vez me molestaba, yo soy su mejor amigo y su deber era preguntar mi parte de la historia, eso había pasado también en el torneo de los tres magos cuando decidió creer que yo le había mentido respecto a meter mi nombre en la copa, tal vez él ya no era mi amigo, seguramente nunca lo fue.

- Comiencen -la voz ronca de Severus me saco de mis pensamientos. Su mirada pálida, no había podido hablar con él ayer, estaba en la oficina del director haciendo quien sabe que y no le dije sobre el acontecimiento de ayer, mi estomago se contrajo cuando me miro y agacho la cabeza.

Lo había arruinado pero no podía darle más preocupaciones así que empecé hacer la poción, trataba de seguir las instrucciones paso a paso para no ocasionar un accidente pero él pasaba por todos los puestos a excepción del mío, todo en mi se rompió, debí de haber esperado toda la noche para decirle. Mi poción paso de estar azul a verde oscuro haciendo ebullición, algo no estaba bien, no se supone que hiciera eso.

- Mierda -todos voltearon a verme, mire de nuevo hacia mi caldero y algo cayo en el, una gota, toque mis mejillas, estaba llorando, la poción comenzó a subir y exploto en mi rostro. Solo me lleno a mi, mi cara y cuello ardían.

- Oh por dios Harry -quite la sustancia pegajosa de mís lentes, los ojos de Sev reflejaban horror. Sonreí, en realidad comencé a reír con fuerza.

- Tuuu Severus Snape eres el mejor hombre que he conocido -sentía que estaba volando, ¿en dónde me encontraba? No importaba estaba con el amor de mi vida a un metro cerca de mi, abrace su brazo con fuerza, su mano toco mí entrepierna pero luego la aparto, mi capa hizo que nadie se diera cuenta de eso, me puse de puntas y le di un corto beso en los labios, manchandolos de verde, gemidos de sorpresa sonaron en la habitación-, no sé cooomo puedes darle clases a estos buenoos para nada, los he escuchado hablar de ti y de mi, son todos unos ¡malditos hipócritas!

- Ven Harry vamos a la enfermería -negué, quería que me llamara cariño o bebé, uno de los tantos apodos dulces que me tenía. Enrolle mis brazos en su cuello y apoye mi cara en su pecho.

- Te amo -Sev olía a tarta de calabaza-, me siento raro Sevi.

Agarro mi cintura y me alzó hasta cargarme sobre su hombro, mis manos casi tocaban su trasero, cerré los ojos y sonreí.

- Voy a llevarlo a la enfermería, terminen la poción y llenen un pequeño frasco con ella, identifiquenlo y ponganlo sobre mi escritorio -antes de salir les saque el dedo medio a todos.

- Son unos idiotas ¿no crees? -solté un bufido- solo envidian nuestra relación, porque tu y yo nos amamos mucho, ayer la perra de Ginny empujo a Draco y eso hizo que nos besaramos, pero fue un accidente mi amor -su mano toco mi trasero- te lo iba a decir ayer pero estabas con Dumbledore, te tardaste mucho ¿me estás engañando con él?

Se río, eso me hizo enojar, estaba preocupa de que estuviera enojado conmigo y seguramente estaba puteando con el director.

- Eres un tonto Harry -le di un pequeño golpe en su espalda, se quejo pero no soltó ningún grito.

- Severus Snape ¿me estás engañando con el director? -negó. Solté un suspiro, ¿cómo podía sentir celos de un anciano?

- Te amo a ti, eres mi único amor y ahora todos lo saben -palmeo mi trasero-, ya llegamos.

Me acostó en una camilla y limpio mi rostro con un pedazo de tela que saco del bolsillo, hizo una mueca de dolor.

- ¿Tan mal estoy? -beso mi frente, la punta de mi nariz, mis mejillas, mi mentón y finalmente mis labios.

- Solo estás tan rojo como un tomate -acaricio mi mejilla- ya vengo, voy por Pomfrey -asentí.

Querido diario.

Me desperté en la enfermería sin saber porque estaba allí realmente, luego Severus apareció y me contó el acontecimiento que tuvo lugar en su salón de clases, me sentí tan avergonzado al recordar con detalle lo que había hecho y dicho que sólo quería esconderme pero él se veía feliz, así que si Severus se encuentra feliz yo también lo estoy.

¿Quieren momento hot? ¿Snarry o Dracius?

Querido diarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora