Harry Potter
Nunca me había sentido tan atraído por un hombre, mierda jamas me había sentido atraído por los hombres pero él era especial, único y diferente, no era como las demás personas, Severus Snape un marginado para muchos, un hombre hermoso y solitario para mi, alguien que había sufrido casi toda su vida y que sin embargo seguía de pie, cual caballero con armadura manchada con sangre pero de igual manera reluciente. Mis pasos hacían eco por los pasillos de las mazmorras y los nervios aumentaban cada vez más al ver que me acercaba a su puerta, algo en mi decía que me diera la vuelta, que corriera y me metiera un mi cama como un bebé asustado pero yo no era un cobarde, había luchado con Lord Voldemort por Merlín. Trague fuerte y golpee la puerta con mis nudillos, las manos me sudaban, la puerta se abrió y un Severus semi desnudo me abrió.
— Oh —se veía confundido— ¿qué haces aquí?
— ¿Cómo qué, qué hago aquí? —rodé los ojos indignado ¿es que lo había olvidado?— se supone que estoy castigado.
— Ah, eso lo dije de broma —mi mandíbula casi cayo al piso, no solo me había sentido nervioso pensando en él después de su clase sino que ahora me sentía celoso por el simple hecho de que pudiera abrir la puerta estando con sólo una toalla alrededor de su linda cintura y que cualquiera lo hubiera visto así.
— Eres un tonto —mire el piso un poco enojado, sus dedos se enrollaron en mi barbilla y levantó mi cara, una sonrisa burlona adornaba su rostro.
— Estoy jugando Harry, te estaba esperando —se mordió el labio y se hizo a un lado para que pasara.
Nunca había estado en su habitación, era un sitio agradable sinceramente esperaba cabezas encogidas de muggles y uno que otro artefacto de magia oscura pero supongo que mi imaginación había volado muy lejos. Una mesa redonda de madera se encontraba en el medio de la sala y a su alrededor los muebles, del lado derecho un estante con botellas y a la izquierda una chimenea con retratos y al lado de ambos una puerta el olor a ingredientes de pociones choco en mi nariz.
— Es bonito —susurré para mi, nunca pensé que estaría aquí, en primer año aborrecía a Snape y ahora estaba tan enamorado de él que me parecía imposible, incluso estúpido.
— Lo sé Potter, toma asiento —asenti y me senté en el sofá, me tome la libertad de ver su hermoso y esculpido cuerpo, mordiendo el interior de mi mejilla para no gritar de la emoción y excitación. Se sentó junto a mi y se cruzo de piernas. Sexy— quería hablar contigo sobre lo que me dijiste ¿en serio te gusto?
— Creo que es muy obvio Severus —puse los ojos en blanco— ¿por qué lo dudas?
— Bueno —se aclaro la garganta— como ya sabrás tu madre fue mi primer amor y no correspondido —me sentía culpable por haber preguntado y enojado por primera vez en mi vida con mi madre— eso me destrozó por un tiempo incluso después de su muerte, desde entonces he estado inseguro y escéptico acerca de que alguien pueda sentir algo por mi, además no soy muy atractivo.
— No sé como ni porque pero estoy enamorado de ti Severus, lo sé, lo siento aquí —agarre su mano y la puse en mi pecho, mi corazón estaba acelerado y mis mejillas ardían—, cree en mi y no te voy a decepcionar y si alguna vez lo hago te juro que nunca me lo voy a perdonar, además eres tan jodidamente guapo que escuche a unas niñas hablando de lo sexy que eres y ya que buen culo tienes, y aunque concuerde me dio un poco de celos.
La tensión abandono su rostro y una sonrisa la sustituyo, eran estos los momentos que quería apreciar, sus mejillas, nariz, su cabello negro largo, su boca rosada y sus hermosos ojos color negro, solo con verlo me sentía a gusto.
— Eres especial Harry, siempre lo he pensado.
— ¿Sí? Yo creí que pensabas que era un mocoso engreído y arrogante como mi padre.
— Sólo era una mascara lo siento —se encogió de hombros apenado— te di clases de oclumancia, vi dentro de ti cosas horribles, cosas por la que un niño nunca debe de pasar.
— No tienes de que preocuparte Severus, ahora vivo con Sirius y Remus.
— ¿Sirius y Remus? —asenti.
— Ya que esta comprobado que Sirius es inocente puede tener una vida normal y Lupin es su novio —soltó una carcajada.
— El famoso Sirius Black gay eso no me lo esperaba, pensé que a Remus le gustaba Tonks —para mi eso aún era una verdadera confusión, cuando todos pensamos que Bellatrix había matado a Sirius fue horrible, un momento que jamas olvidaré, nunca había contado con los Durley y él era mi único familiar en lo que a mi concierne. Si para mi fue más que desgarrador no me imaginó como habrá sido para Lupin.
— Sí, para mi fue algo igual de raro, en fin, quiero saber sobre usted profesor Snape.
— No soy bueno respondiendo eso —rasco su cabeza pensativo— pregunta y yo te responderé.
— Edad, Color favorito, comida y bebida favorita.
— 35 años, el verde de tus ojos —mi corazón se aceleró al escucharlo decir eso, su voz gruesa y a la vez suave había dicho esas palabras de forma tierna y provocativa— pastel de filete y riñones y la cerveza de mantequilla, ahora te preguntó lo mismo, aunque creo saber las respuestas.
— Tengo 16 años, me gusta el color rojo, mi comida y bebida son el pollo y zumo de calabaza.
— Te dije que lo sabía, cuando estas aburrido apoyas la cabeza en tu mano y comienzas a garabatear en el cuaderno, te gusta tanto el quidditch como dormir y comer, tu materia favorita es la DCAO pues claro que pociones no iba a ser y sé que en segundo año tú y tus amigos prepararon una poción multijugos.
Todo lo que había dicho estaba acertado, estaba sorprendido por lo atento que era y a la vez más enamorado. Duramos más de una hora hablando de cosas triviales de vez en cuando soltando una que otra carcajada y simplemente mirándonos, hasta que se hicieron las nueve y me tuve que ir, dándole un beso en la mejilla me encamine a mi habitación.
Querido diario.
Hoy fue uno de los mejores malditos días de mi vida, él es mejor de lo que pensaba, tengo planeado hacerle una sorpresa, algo que nunca haría por otra persona ni aunque mi vida dependiera de ello.
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Querido diario
FanfictionÉl es mi todo, aquello prohibido que quiero tener a toda costa sin importar que, todo en él me atrae como polilla a la luz porque sé que tarde o temprano me quemaré.