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Harry Potter

— ¿Estás preparado Harry? —negué, Draco se divertía por mi nerviosismo así que lo fulmine con la mirada.

— Me veo ridículo —el reloj marcaba las 7:30 pm, nos habíamos saltado la cena y Sev seguramente se preguntaba en donde me encontraba. Ya vendría— no te estoy corriendo ni nada pero debes irte.

— Se cuando alguien no me quiere —se paso el dedo por debajo de su ojo simulando quitar una lágrima, lo empuje a la puerta— nos vemos mañana.

Asentí, vi como la puerta se cerraba, trague fuerte, me quede solo acompañado de la ansiedad y la vergüenza al borde de las lágrimas.

Severus Snape

¿En dónde se encontraba Harry? ¿por qué no estaba sentado en la mesa de los Gryffindor? Me pare de la mesa de los profesores incapaz de comer por la preocupación y salí del gran comedor. Corrí a mi habitación esperanzado de que se encontrará allí sano y salvo, no me perdonaría si algo le pasara,  mis pisadas hacían eco por los largos corredores de Hogwarts y por primera vez en años me pareció eterno llegar a las mazmorras. Me pare frente a la puerta jadeando por la corrida, tomando una gran bocanada de aire entre. Wow. Mi pequeño se encontraba parado en el medio de la sala vistiendo solamente una tanga roja, una corona de flores rodeaba su cabeza y su cuerpo brillaba como si se hubiera bañado con escarcha en vez de agua y sus pies vestidos con zapatillas puntiagudas, se veía espléndido, muy hermoso pero sexy. A pesar de la tenue luz de la lámpara pude ver lo sonrojado que se encontraba, cubrió su pecho con sus manos y se acerco a mi con paso dudoso, rozo sus labios con los míos y me miro fijamente.

— Esto es una disculpa —comenzó a decir, fruncí el ceño confundido, pensé que ya habíamos aclarado lo de tener hijos, iba hablar pero puso su dedo en mi boca callándome—  yo te amo mucho Severus Snape así que decidí ser tuyo en todas las posiciones posibles, como tu quieras bebé.

— Primero ¿por qué una disculpa? Y segundo, te puedo tener en todas las posiciones que yo quiero y cuando yo quiera —agrando los ojos y negó quitando la vergüenza que seguramente hacia presión en él.

— Me olvide de tu cumpleaños mi amor —¿mi cumpleaños, era eso? Agarre su cara entre mis manos y besé su frente, justo en la cicatriz, ayer había llorado por no poder darme un hijo y hoy hacia esto porque se sentía culpable de haber olvidado mi cumpleaños, este chico me encantaba.

— Para ser sincero contigo ni yo me acordaba de mi cumpleaños, supongo que fue cuando pasaron aquellos —aclare mi garganta— acontecimientos, no es nada importante, ahora estás tu aquí haciendo esto para recompensarlo, totalmente innecesario pero lo acepto.

— Entonces —se mordió el labio y agachó la mirada— ¿soy tu esclavo sexual?

Mi mandíbula cayo al piso, negué rápidamente ¿esclavo? Yo había sido esclavo sexual por una semana de alguien que al parecer compartía la sangre del amor de mi vida, no quería que Harry pasará por algo así, él era mi todo y no soportaría verlo roto. Envolví mis manos en su espalda y lo abrace, esta cercanía era mucho mejor, podía sentir su cuerpo caliente pegado al mio encajando muy bien, su corazón se encontraba acelerado, bese su cabeza.

— No Harry, nunca vuelvas a decir que serás mi esclavo sexual.

— Bueno entonces —saco su cara de mi pecho y me miro con una sonrisa—, sexo duro, por favor, voy a llorar si dices que no.

Apreté la mandíbula dudoso, sus ojos se comenzaron a cristalizar así que rápidamente negué, no quería que llorara y él sabía como manipularme pero esta vez no funcionaria. Puse mi mano en su mejilla y la acaricie con mi pulgar.

— No vamos a tener sexo duro porque sé que te sientes culpable y quieres recompensarlo con eso, lo haremos así cuando estemos listos, por ahora —agarre su cintura y lo pegue a mi, acaricie su barbilla— quiero hacerlo lento contigo, disfrutar de tu hermoso cuerpo ¿sí?

Asintió, beso mi mejilla y se fue meneando el trasero a la habitación, parecía una modelo con su culo voluminoso y sus lindas curvas, lo seguí y antes de cruzar la puerta pude ver en la mesa cerca de la chimenea un pastel y bocadillos, sonreí ante su dulzura. Mi cama estaba cubierta con pétalos de diferentes tipos de flores, el lugar olía asombroso, Harry se sentó en la orilla de la cama con las piernas cruzadas, su cara era de inocencia pura, no sé si era actuación o si realmente era porque aún tenia un poco de ella.

— Acuestate —ordene pero el solo negó.

— Hazlo tu —se mordió el labio inferior— vamos hacer el amor a mi manera, solo desvistete.

Me encogi de hombros y obedecí, quite mi capa y camisa de vestir, sus ojos recorrían mi pecho y paso su lengua por sus labios humedeciéndolos. Quiero humedecer tu. Negué y sonreí, desabroche el botón de mi pantalón y lo baje moviendo mis caderas, me gustaba como me miraba, agarre la liga de mi bóxer para bajarlo.

— Eso no Sev, solo sientate junto a mi —sonrió con los ojos cerrados e inclino la cabeza a un lado.

— Sigo tus órdenes mocoso —camime por el duro y frío piso hasta sentarme junto a él, su mano toco mi pierna.

Lo mire, su cara a centímetros de la mía, acercó sus labios a los mios, apretó su agarre en mi muslo, su mano temblaba y me beso. Siempre se sentía bien besarlo, era como besar las nubes, suave, enrolle mis manos en su cuello e introdujo su lengua, abrí los ojos de golpe, sus mejillas y cuello tenían un color rojo fuerte, desee poder ver la parte trasera de sus orejas. Su lengua bailaba con la mía, enredándose y chocando entre si, era el mejor maldito intercambio de saliva que había tenido nunca, paso su pierna sobre la mía y se sentó en mi erección, podía sentirlo muy bien, me alegraba de que tuviera solo ese pequeño trozo de tela, estaba tan duro como yo, subí mis manos a su cabello y él puso las suyas en mis hombros.

Toc, toc —nos detuvimos abruptamente, ¿quien hablaba? Agarre su cintura y lo senté con cuidado junto a mi. Mire el pantalón tirado en el piso cerca de la puerta. Me pare y acerque lentamente a el— el amor es un maldito asco, ¿por qué no nos diste un buen espectáculo de su trasero Snape?

Apreté mi mandíbula y agarre mi varita del bolsillo derecho. Sentía temor, no por mi, mire a mi chico sentado en la cama, me miraba temeroso. Tenia que protegerlo.

Querido diarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora