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Draco Malfoy

— Papá nos pueden escuchar —me ardían las mejillas y mi corazón latía fuerte. Sus manos se cerraron en mi cintura y me acercó más a él, pegando su erección a mi entrepierna— no lo despiertes, p-por favor.

— ¿Por qué? Dumbledore me dio autorización para poder visitarte, no sabes lo aburrido que estoy en casa —suspiro y beso la comisura de mis labios— Narcissa ya no soportaba mi presencia así que se fue y yo te necesito mi amor.

Puso su mano en mi mejilla e hizo círculos con su pulgar, lo mire directo a los ojos, el gris en ellos estaba más oscuro, en serio me necesitaba y que me parta un rayo si yo no a él. Estar en el baño de hombres en hora de receso y con erecciones notables era peligroso. MUY PELIGROSO. Pero a Lucius al parecer no le importaba. Pase mis manos lentamente por su pecho hasta cerrarlas en su cuello.

— Bésame —me dio una sonrisa ladina y rozó sus labios con los míos, lo hacia para tentarme, agarré su labio inferior entre mis dientes y lo mordí suavemente, sin apartar la mirada de la de él.

Fue retrocediendo y llevandome consigo hacia el cubículo detrás de él, dándole una patada nos hizo entrar, me alzo y envolví mis piernas en su cintura. Iniciamos un suave pero necesitado beso, su lengua pasando por mis labios sin adentrarse en mi boca y sus grandes manos apretando con fuerza mi trasero, podía sentir aún más su gran longitud, se sentía bien, estar excitados en un espacio tan pequeño, el cual encerraba el olor a la lujuria, lo intensificaba, nos ahogaba, hacia que él pegara con fuerza mi espalda contra la pared, haciendo que soltará un quejido, hacia que Lucius pegara su erección con la mía e hiciera fricción, mientras metía su lengua en mi boca y jugaba con ella. Apreté mis uñas en su cuello, podía sentirlo tan bien que solté un gemido, eso le hizo dar inicio a embestirme. Separe mi cara de la de él e incline la cabeza contra la pared, gimiendo y cerrando los ojos con fuerza. Sus finos labios se cerraron en mi cuello, mordisqueando, dejando una marca que seguro todos verían, seccionando y lamiendo de el.

— Agh, agh, L-Lucius m-mi amor, h-hazme tuyo —la impaciencia era notable en mi voz, se podía palpar a kilómetros.

Paro y me bajo, lamió sus labios y comenzó a desabrochar su pantalon, la hebilla sonaba desesperada por poder bajar rápido aquel pedazo de tela, el cual cayo junto su boxer en el piso, mordi mi labio superior. Me gustaba ver su gran pene erecto o no, era magnificó, tan grande y grueso que creí que no caminaría por un mes la primera vez que me hizo suyo. Y así fue. Se sentó en el inodoro y masajeo su tronco, joder, no pude resistirme, quite mi pantalón con desesperaciones y me acerque a él, sus dedos recorrieron mi espalda hasta cerrarse en mi trasero y apretarlo con fuerza.

— ¿Qué te he dicho sobre no usar ropa interior Draco? —dijo con voz severa, un escalofrío recorrió mi cuerpo, mientras veía el gris de sus ojos ponerse más solido.

— Que si estoy fuera de casa t-tengo que u-usarla —asintió y se inclinó un poco para lamer la punta de mi pene, abrí la boca y gemi, se sentía tan bien, que pasara la punta de su lengua por mi glande. Se alejo y recorrió mi torso con sus fríos dedos hasta llegar a mi duro pezón y apretarlo con fuerza, estaba tan duro e impaciente que sentía que explotaría—, L-Lucius, hazme tuyo a-ahora.

— ¿Desde cuando tu das las ordenes? —lo fulmine con la mirada, me dio un sonrisa ladina y me volteo, inclinandome con fuerza, apoye mis manos en la puerta empuñandolas al sentir sus manos abrir mi trasero y su lengua humedeciendo mi anillo.

Quería más, la lujuria, la excitación nublaban mi mente y sus garras clavándose en mi trasero tenían ese toque de dureza que necesitaba. Metió lento uno de sus dedos, haciendo círculos para abrirme un poco más. Aunque con la cantidad de sexo que hemos tenido antes lo veía innecesario. Metió el segundo, los movía de arriba hacia abajo y una de sus manos jugaba con mis testículos, mordí con fuerza mi labio inferior y cerré los ojos, metió dos dedos más y los sacaba y metía rápido, cuatro dedos en mi interior, era difícil para mi no poder gemir, abrí la boca pero no solté ningún sonido.

— ¿Preparado? —gruñó la palabra, asentí desesperado.

Jalo mi cintura, enderezandome y penetró mi culo de una sola estocada, solté un grito y abrí grande los ojos, no me había dolido en mucho tiempo, apreté sus piernas y lo mire, se veía divertido, tal vez yo tenía cara de sorpresa tonta y eso le parecía gracioso, si no fuera por mi calentura lo hubiera golpeado.

— I-inesperado —apoye mi cabeza en su hombro, sobo mi cuello con su pulgar y asintió.

— Es un castigo, estabas sin ropa interior —acerco su boca a mi oído, mordió mi lóbulo y sin soltarlo y con voz ronca dijo—, sabes perfectamente que eso no me gusta.

Y comenzó el sueva vaivén del movimiento de sus caderas, me gustaba tener su pedazo de carne dentro de mi, tan duro y grande, rosado y con venas, él, Lucius Malfoy era la pieza del rompecabezas curva que calzaba con la mía. Comenzó a besarme mientras aceleraba sus embestidas y mis gemidos comenzaron una secuencia, su mano se cerro en mi miembro y empezó a masturbarme como sólo él sabia hacerlo, sus gruesos dedos, estaba sintiéndolo en todos lados, la mano que no me masturbaba recorría mi cuerpo como un auto en una pista de carreras muggle que una vez Harry me enseñó. Su pulgar hacia círculos en mi punta y bajaba y volvía a subir, tal vez regando el líquido preseminal, lo lo mire directo a los ojos, mientras mi lengua y la suya jugaban fuera de nuestras bocas, un hilo de saliva quedo suspendido en el aire cuando me aleje por sentir como aceleraba más el ritmo.

— Me voy a correr Draco —gruñó cada palabras con fuerza, bese su mejilla asintiendo— y tu te vendrás conmigo.

Su mano se apretó y empezó a taladrar mi erección, rasguñé sus piernas y no pare de soltar gemidos, lo sentía, podía sentir que llegaba a mi punto de quiebre.

— V-voy, L-Lucius, y-yo, agh ¡Lucius! —grite su nombre mientras llegaba con fuerza al orgasmo y sentía su semen llenar mi interior mientras él también gemía mi nombre. Tanto de él como de mi no paraba de salir esperma, se sentía tan bien. Mi pecho subía y bajaba rápido, y el corazón me martillaba el pecho. Nos quedamos unos minutos así, en un silencio cómodo, hasta que él decidió romperlo.

— Te amo Draco —lo observe, sus palabras eran tan sinceras como de costumbre, le di un corto beso.

— Yo también te amo.

— Cuando salga de ti, saldrá mucho semen de tu interior ¿estás listo? —negué y él sonrió.

— Quedate un rato así conmigo, yo también tengo esperma por todo el cuerpo —suspire, era algo que siempre me pasaba cuando el y yo lo hacíamos, era el que más líquido botaba y eso me acompleja.

— Sabes que eso me gusta de ti —beso la punta de mi nariz y pego su frente de la mía— eres mío pequeño.

— Hoy y siempre amor.

Ummzy

Querido diarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora