Harry
Al volver a la habitación de Sev, lo vi sentado en la cama con la cabeza entre las manos y me acerque a él lentamente, pase mis dedos entre su cabello.
— ¿Dónde está él? —me arrodille y aparte las manos de su rostro, sus hermosos ojos estaban rojos de tanto llorar y la marca de las lágrimas habían quedado grabadas en sus mejillas.
— Después de que le explicara la situación Dumbledore dijo que James se quedaría con él —Severus soltó un suspiro de lo que me imagine era alivio y me atrajo hacia él, uniendonos en un fuerte abrazo— todo estará bien ¿de acuerdo?
— Pensé que te perdería —dijo enterrando su cara en mi cuello—, por un momento entre en pánico porque pensé que te irías, todo esto es realmente duro.
— Sé que suelo ser un poco malcriado —sentí mis mejillas arder— pero nunca te abandonaría, no puedes pasar por esto solo.
— Tienes razón, te necesito ahora —me aleje un poco y besé su mejilla, luego pase a sus labios para darle más calidez.
— Vamos a dormir amor ¿sí?
Asintió, se levanto y antes de entrar a la cama me miro de arriba hacia abajo, una sonrisa ladina se planto en su cara, mi corazón se aceleró.
— Te ves extremadamente adorable —hice un puchero y puse mis manos como jarra.
— Que ocurrencias la de usted profesor ¿yo adorable? —agite mis manos imitando estar ofendido y la tela sobrante se movió conmigo.
— Sí, lo volveré a repetir, te ves adorable con mi —hizo énfasis en la palabra mi— pijama, la cual te queda un poco grande y le añade un poco más de lindura.
— No —infle mis mejillas negando con la cabeza, agarro mi cintura y beso mi frente soltando una pequeña risa.
— Vamos a dormir lindura.
Nos tiramos en la cama y nos acurrucamos juntos, por un momento le hice olvidar aquel trago amargo, su respiración se estabilizo al igual que los latidos de su corazón, cerré los ojos. Me dormí pensando en que ahora las cosas cambiarían. Pero trataría de que fueran para bien, o dejaría de llamarme Harry Potter.
— ¿Está rico el helado? —me preguntó Severus mientras le daba una lamida a su helado de vainilla con trozos de chocolate. Asentí sonriendo.
— El chocolate sabe muy bien con caramelo y trozos de fresa y durazno, con los Dursley no puedo comer cosas así de deliciosas.
— ¿Te privaban de placeres básicos como comer un postre frío? —asentí, negó sonriendo con furia.
— Eso es fue muy estúpido de parte de esos muggles, cuando salgas este año nos iremos a vivir juntos.
— ¿Lo prometes? —pregunte esperanzado.
— Lo prometo.
Abrí los ojos de golpe, tenía mucho frío, mis piernas estaban entrelazadas con las de Sev y su mano estaba cerrada en mi cadera, acaricie sus grandes dedos y mire su rostro, estaba tan sereno.
— Soñé contigo —comencé a contarle en susurros—, comíamos helados y te comentaba que mientras viví con mis tíos era un placer que me negaban y muchos más, técnicamente era un marginado.
Sonreí con tristeza, pase mis dedos por sus velludos brazos hasta llegar a su hombro.
— Anotado —me sobresalte al escucharlo hablar— ¿de qué sabor era tu helado? —su voz gruesa y ronca mañanera hizo que un escalofrío recorriera mi espalda.
— Chocolate con caramelo y trozos de fresa y durazno —si aliento chocaba en mi clavícula.
— ¿Y el mío?
— Vainilla con trozos de chocolate —se río, palmee su hombro.
— ¿De qué te ríes? —su mano bajo a mi trasero.
— Da la casualidad de que es uno de mis sabores favoritos —pego mi entrepierna a la suya haciendome soltar un gemido de asombro.
— ¿Cuál es el primero? —puso su cara a centímetros de la mía y sus sonrisa se extendió.
— Tu.
Su mano se deslizo hacia abajo hasta adentrarse en los finos pantalón de pijamas, acerque mi boca a la suya y comencé a besarlo, una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo al sentir su mano cerrarse en mi miembro y masajearlo de arriba hacia abajo, poco a poco este fue tomando rigidez, su dedo pulgar acariciaba mi glande y su lengua trataba de adentrarse en mi boca, sonreí y metí mi mano dentro de su bóxer. Estaba tan duro como la noche anterior y poder sentir sus venas mientras pasaba las yemas de mis dedos por el, era gratificante. Mordí su labio inferior con dureza, su otra mano hizo un recorrido por mi estomago hasta llegar a mi pecho y agarrar mi pezón izquierdo, presiono sus dedos y no pude evitar soltar en gemido haciéndome soltar su labio.
Subía y bajaba mi mano lento, sintiendo su masculinidad, mi parte trasera dolía, sentía mucha presión. Poder tenerlo tan cerca de mi me hacia perder la poco cordura que me quedaba y no podía pensar con claridad porque él había logrado meter su lengua y recorrer con ella mi cavidad bucal, le di un empujón para que se pusiera boca arriba y de manera inmediata me puse encima de él, las oscuridad no me permitían ver bien su rostro y si a eso le agregamos el hecho de que no tenia lentes era peor, su dura protuberancia presionaba mi ya necesitado culito, me deshice de la mi ropa superior para que jugueteara más con mis pezones y Sev no dudó, su dedo pulgar e índice se cerraron en mi botoncitos pellizcando con fuerza haciendo que gimiera, empecé a dar saltos en su entrepierna. Sus manos bajaron a mi caderas me detuvo.
— ¿Qué pasa mi amor? —pude distinguir una sonrisa en su rostro.
— Lento mi Harry, me estás lastimando los huevos.
Sentí mis mejillas arder nuevamente, empecé a hacer círculos lentos, disfrutando de sentir su dureza presionar mi trasero. Puse mis manos en su pecho, él apoyo los codos en la cama y me beso, paso su lengua por mis labios y luego la introdujo con brusquedad, nuestras lenguas hacían un baile erótico dentro de muestras bocas, intercambiando saliva, enredándose y dando vuelta la una con la otra, excitandonos más. Con una mano baje mi pantalón y el de él y pegué nuestras erecciones, la diferencia de tamaño era muy obvia, sus casi 20 cm de largo hacían avergonzar a mis 17,6 cm más sin embargo no lo celaba porque a mini Harry le gustaba le cercanía de mini Snape -aparte de que en grosor le ganaba.
Unos suaves golpes en la puerta nos hizo parar. ¡Maldición!
Yo las (o) amo >:3
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Querido diario
FanfictionÉl es mi todo, aquello prohibido que quiero tener a toda costa sin importar que, todo en él me atrae como polilla a la luz porque sé que tarde o temprano me quemaré.