Al pasar mi lápiz por encima de la X, traté de calcular su valor en relación a Y. Mi estado de ánimo se iluminó cuando lo descubrí, y llené rápidamente los espacios antes de pasar al siguiente problema. Hice esto durante unos 15 minutos antes de que un sonido fuerte, seguido por un estruendo me interrumpiera.
Salté de mi asiento, miré alrededor, sorprendida. ¿De dónde diablos vino ese ruido? Cuando el estruendo se puso en marcha otra vez, y fue acompañado por una guitarra, la ira me inundó. El disturbio venía de la casa de Justin, en realidad, de su garaje. Sus perdedores amigos estaban otra vez matando la música.
No había manera de que pudiera estudiar para mi examen con el ruido que había al lado. En serio, ¿cómo se atreve a hacer tanto ruido en primer lugar? ¿Pensaba que el mundo giraba en torno a él y su estúpida banda de garaje?
Cada vez que había querido ir allí y quejarme, mamá me decía que no hiciera gran cosa de eso y fuera razonable, que si la mamá de Justin no se oponía, entonces, ¿quiénes éramos nosotras para decir algo? Entonces los ojos de mamá se ponían vidriosos y soltaba algo acerca de los artistas y la creatividad y que mi mente analítica no lo entendería. En serio, ¿cuándo mi mamá se había convertido en un hippie?
Afortunadamente, ella no estaba aquí y tampoco la mamá de Justin. Esta era la oportunidad perfecta para ir allí y darle un pedazo de mi mente. Me puse mis flip-flops, y pensé en diversos escenarios de lo que iba a decir a Justin y cómo reaccionaría. Existía la posibilidad de que Justin se disculpara y rogara por mi perdón. Sí, claro. Eso nunca sucedería. Lo más probable es que él y sus amigos se rieran en mi cara y me echaran. Esto parecía más realista.
Cuando salí, la brisa fresca de otoño peinaba mi cabello, y envolví mis brazos alrededor de mi cuerpo. El tiempo no era demasiado malo en este momento, pero se volvió impredecible mientras el otoño avanzaba. Los días todavía tenían su calidez, pero pronto los árboles perderían su coloración y luego el frío comenzaría a establecerse.
Marché a través de nuestro césped y en la propiedad de los Bieber, deteniéndome brevemente para admirar su casa de ladrillos rojos. A pesar que el papá de Justin se había ido, se las habían arreglado para mantener su casa en buenas condiciones. Sin embargo, no siempre había sido así. El Sr. Bieber había mantenido siempre la casa, pero a raíz de su muerte, la casa se había vuelto irreconocible. El jardín se había convertido en una atrocidad, el pasto mucho más alto que el nuestro, y parecía que la casa se estaba cayendo a pedazos. Entonces, hace unos tres años, Justin había sacado la cortadora y cortado el césped. Era como si alguien hubiera dado vida nuevamente a la casa de los Bieber. Desde entonces, él había arreglado cada pequeño problema que la casa tenía, después de llegar el señor Woodley, que vivía al otro lado de la calle y era el rey de mejoras para el hogar, para mostrarle las cuerdas.
Al menos Justin hacía algo que no era cantar como un alma en pena.
El ruido se hizo más fuerte y fui hecha una furia hasta el garaje y llamé a la puerta varias veces. Cuando un minuto pasó, y la música no cesó, me di cuenta de que probablemente no podían oírme. Por suerte, sabía que la señora Bieber mantenía la llave de repuesto, o al menos donde siempre la había mantenido.
Eso fue hace siete años.
Caminé a la izquierda, dentro del porche de los Bieber. Había numerosas macetas de plantas colgando desde el techo y colocadas pulcramente en el suelo. Me moví hacia la alta planta de cactus verde en la esquina y clavé mis dedos en lo sucio, sintiendo alrededor por las llaves. No tuve que buscar mucho tiempo antes del familiar tintineo de metal encontrado con mis dedos.
Sonriendo, las saqué e impacientemente me dirigí hacia la puerta de enfrente para desbloquearla. Esos chicos estaban cerca de conseguir la sorpresa de sus vidas. Había pisoteado mis nervios por última vez Cuando la puerta se desbloqueó, metí la llave en el bolsillo trasero de mis pantalones cortos de mezclilla y sin hacer ruido cerré la puerta detrás de mí. No lo pude evitar pero me sentí un poco culpable por abusar de un privilegio que me fue dado por la señora Bieber hace tantos años.
Técnicamente, esto era allanamiento de morada. Pero situaciones drásticas ameritan acciones drásticas.