―Respira, _____, sólo respira.
Encontré sus ojos verdes y, usándolos como un ancla a la que agarrarse, sentí que mi respiración se calmaba. Había algo en él que hizo que me relajara. Él había sacado esto y sólo él podía detenerlo.
Me enfoqué en cada respiración.
―Dentro. Fuera. Dentro. Fuera ―hasta que, finalmente, me sentí más calmada.
Justin exhaló, el alivio pasando por su rostro, mientrasse dejaba caer en su asiento.
―¿____, qué demonios pasa contigo? ¿Qué he dicho para hacerte reaccionar así?
―No quiero hablar de ello. Sólo llévame a la escuela ―dije, limpiándome las lágrimas.
―______. ―La preocupación en su voz me estaba matando. Quería estar lejos de él, olvidar que esto alguna vez había pasado―. Háblame.
―¡No tengo nada que decirte! ¡Llévame a la escuela ahora!
Justin maldijo y aceleró el resto del camino a la escuela. Estaba demasiado abrumada para decirle que redujera la velocidad. Sólo quería llegar a la escuela y perderme en la multitud. Por una vez, sólo quería desaparecer.
Cuando estábamos alrededor de la esquina de la escuela, apretó los frenos. Se volvió para mirarme, y podía decir que quería decir algo. A pesar de la animosidad que nos teníamos el uno al otro, podía decir que todavía se preocupaba por mí. Eso es lo que más me dolía, que realmente se preocupaba.
Antes de que él pudiera decir algo, abrí la puerta y salté fuera.
―Esto no ha pasado nunca
10- Justin
Todo el día había estado pensando en _____. Me estaba volviendo loco. Primero, había actuado como una total esnob. Luego, habíamos estado compartiendo un momento en el que no quería arrancarle la cabeza de un mordisco. Y ahora, después de su ataque de pánico en el coche, no podía entenderla. Había estado devanándome los sesos todo el día tratando de darle sentido a lo que había dicho para hacerla reaccionar de esa manera. Le había hecho una simple pregunta y casi tuvo un colapso emocional. ¿Qué demonios estaba pasando con ella?
Luego estaba la foto de mi papá que ella tenía en su bolsillo. La única razón para que se hubiese llevado esa foto era que extrañaba los viejos tiempos. Extrañaba a mi papá y, tal vez, me extrañaba. A pesar del duro exterior que trataba de poner, se estaba haciendo obvio que se estaba rompiendo por dentro. Había un lado vulnerable en ella y si presionaba lo suficiente, tal vez saldría.
―Hey, hombre ―dijo Riley, uniéndose a mí en nuestro lugar habitual en la pared.
―¿Qué pasa? ―Me encogí de hombros mientras tomaba de mi lata de soda.
―No mucho. ¿Llenamos el sitio hoy?
―Estoy en eso. Sólo tengo que ver si Eddie puede hacerlo.
Riley sacó dos emparedados de su bolso y me entregó uno. Asentí en agradecimiento y lo devoré. Odiaba la mierda que servían en la cafetería y la mamá de Riley hacía la mejor comida. Siempre le daba a Riley comida extra para mí y no era de los que rechazaban
Hubo un tiempo, antes de la muerte de papá, cuando mamá solía hacerme el almuerzo, pero ahora ella estaba perdida en su propio mundo.
Sin embargo estaba mejorando poco a poco. Había vuelto a trabajar hace unos años y parecía utilizarlo como una distracción para no pensar en papá. Algunos días ni siquiera podías decir que había algo en su mente, ahogándola. Ésos eran los días en que vivía.