Sentado frente a mi espejo del tocador, puse todo mi maquillaje en una pila y pasé
los siguientes treinta minutos aplicando capa tras capa en la cara.
El corte y los moretones eran bastante fáciles de ocultar, pero era la hinchazón en la
cara que no lograba disimular. Con un suspiro, finalmente me di por vencida y
decidí que tomaría mis riesgos y vería qué reacción mi mamá tendría.
Cuando me puse un par de pantalones vaqueros y una camiseta, y me estudié en el
espejo, decidí que no me veía tan mal como esta mañana. La parte blanca de los
ojos no estaban más inyectados en sangre, se veían algo normal. Eso es lo que
pensaba de todos modos, o tal vez estaba desesperada por convencerme de esto.
Mientras me dirigía abajo, podía oír el movimiento en la cocina. Genial. Mamá se
había levantado. No había manera de que me pudiera colar a través de ella, así que
puse una sonrisa falsa y esperé que mamá creyera la mentira que estaba a punto de
darle.
Mamá levantó la vista al oír el sonido de mis pasos y luego sus ojos se ampliaron
por encima del borde de la taza que estaba tomando un sorbo. Depositó de golpe la
taza y el oscuro líquido se derramó por la mesa y sobre el suelo, y se levantó de su
asiento. Apenas había tomado dos pasos antes de que pasara una mano por mi
cabello y me diera esa mirada como si estuviera a punto de caerme muerta en
cualquier momento.
―¡___________! ¿Qué en el mundo te ha pasado? ¡Te ves absolutamente horrible!
―dijo esto como si no supiera ya que mi cara era del tamaño de un globo de helio
―Por Dios, mamá. Sí que sabes cómo hacer que me sienta mejor ―le dije rodando
mis ojos mientras trataba de escapar de sus garras.
Dio un paso atrás y me observó con sus severos ojos azules.
―___________ Blake Summers, dime quién te hizo esto.
Forcé una sonrisa y la alejé con la mano.
―Oh, mamá, estás reaccionando de una forma exagerada. Nadie me hizo esto. Me
caí en el camino a la hoguera.
Mamá me miró incrédula y levantó una ceja.
―¿Tienes este aspecto porque... te caíste?
―Eso fue lo que dije. ―Suspiré y me acerqué a la nevera para que no pudiera ver
mi cara. Agarré una jarra de jugo de naranja y me serví un vaso―. Mi cara no
estaba hinchada hasta cuando me desperté esta mañana. Fue por eso que vine
temprano a casa. Así podría hacerme ver un tanto decente antes de salir.
―¿Vas a salir? ¿Dónde? Realmente debes quedarte en casa y descansar un poco.
―Estoy bien, mamá ―dije encogiendo los hombros―. Voy salir con Justin.
La boca de mi mamá se abrió y se quedó boquiabierta como si le hubiera dicho que