―¿Qué diablos estás haciendo aquí? ―Su voz estaba amplificada por el micrófono y los otros dos chicos dejaron de tocar sus instrumentos y miraron alrededor, sobresaltados por el sonido de su voz.
Stacey giró alrededor de su asiento y, viéndome, me disparó una fiera mirada.
―Puedo preguntarte lo mismo ―dije, mirándolo.
No estaba cerca de ser intimidada por un montón de perdedores, y mayormente no por Justin Bieber.
―Quizás la Barbie Malibú se perdió en su camino a la playa ―intervino Stacey, haciendo a los otros dos chicos reír.
Sentí mi cara calentarse con humillación y, por un segundo, perdí mi calma. Justin miró sobre su hombro y disparó a los chicos una mirada la cual los hizo callarse. Suavemente colocó abajo su guitarra y caminó hacia mí, su cara era una mezcla de emociones ilegible.
―Todavía no has respondido mi pregunta. ¿Qué estás haciendo aquí en mi casa, ______? ¿Y cómo diablos entraste?
―Aprende a contar. Esas son dos preguntas. ―Metí mi mano en mi bolsillo y saqué la llave―. Usé la llave extra, genio
Justin
Mis cejas se alzaron cuando vi la llave de plata en la mano de _____.
―¿Recuerdas dónde guardaba mamá la llave de repuesto?
Los ojos de _____ brillaron triunfantes cuando metió la llave en el bolsillo trasero de sus pantalones cortos de mezclilla.
―¿Por qué no habría de hacerlo?
Verla aquí en mi espacio personal me hacía sentir tanto enojado como nervioso. Enojado, porque, ¿quién demonios irrumpiría aquí como si fuera el dueño del mundo? Y nervioso, porque estaba en mi espacio personal y, maldita sea, se veía bien. Los pantalones cortos le llegaban hasta el lugar perfecto, mostrando sus piernas largas y doradas. La camiseta sin mangas que llevaba me tomaba el pelo, con una astilla de vientre plano y abrazaba su pecho apretadamente haciendo que sus senos se destacaran.
―¿Qué estás haciendo aquí, ______? ―le pregunté de nuevo, doblando los brazos sobre mi pecho.
_____ siguió mi movimiento y dos manchas de color rosa aparecieron en sus mejillas. ¿Me estaba checando? Sus ojos azules como el cielo bloquearon los míos de nuevo y ella frunció el ceño.
―A diferencia del resto de ustedes, raspa fondos, yo, en realidad tengo aspiraciones de ir a la universidad y hacer algo de mí misma. Eso me obliga a estudiar, pero no puedo hacerlo cuando están haciendo tanto ruido