Suspiré y levanté la vista a la cara divertida de Justin. Sus ojos eran de un vivido verde con un círculo de amarillo alrededor del medio que encontraba hipnotizante. Por un momento, me perdí en ellos y olvidé de lo que habíamos estado hablando.
―¿Qué es? ―preguntó, colocando sus manos en el mostrador a ambos lados de mí. Su cuerpo irradiaba calor y sólo quería acurrucarme contra su musculoso pecho. En vez de su usual vestimenta negra, tenía puesta una camiseta blanca que resaltaba su bronceado, y un par de descoloridos jeans azules que colgaban bajo en sus caderas. Tendría que comer mis palabras, porque Justin Bieber no era un fenómeno, era humeantemente caliente.
Sacudiendo los inapropiados pensamientos lejos, fruncí el ceño.
―No tienes que pasar el rato conmigo porque sientes pena por mí. Tengo otras cosas que hacer.
―¿Cómo qué? ¿Práctica de porristas?
Sabía que estaba bromeando, pero su broma aún me lastimó.
―Eso fue un tiro barato y lo sabes.
Luca trajo su cabeza más cerca de la mía así que podía ver cada línea y cada marca en su cara. Era extraño como esos pequeños defectos no arruinaban su apariencia, sólo se añadían a él.
―Cierto, no debí decir eso, pero si vamos a hacer que esto funcione, ¿no necesitamos mostrar a la gente que en verdad estamos juntos? Quiero decir, no es como que me importe este estúpido plan. Entre más rápido pueda dejarte, mejor.
Parecía que pensaba que no tenía sentimientos y podía decir lo que quisiera. Tenía que recordarme que no éramos en realidad amigos y que era todo fingido.
―Supongo que ambos tenemos que hacer una declaración en la escuela y salir de esto. Tiene que parecer tan real como sea posible. No quiero que la gente piense que te estoy pagando para salir conmigo.
Luca frunció el ceño y sus ojos se pusieron serios.
―¿Podría pagar por esto?
Rodé mis ojos, y lo empujé lejos y se rió mientras caminaba hacia el armario y agarró dos paquetes de papas. Asintió a la botella de soda.
―¿Puedes llevar eso?
A regañadientes, tomé la botella del mostrador y lo seguí a la lavandería. Abrió la puerta al garaje y la sostuvo abierta para mí. Supongo que era ahora o nunca. No podía evitar a sus amigos por siempre.
―Hey, chicos, _______ quería unirse a nosotros. Espero que eso esté bien. ―La voz de Justin era demasiado animada. Estaba obviamente tratando de compensar la falta de emoción de todos a mi llegada.
Eddie y Riley.
Sí, finalmente me había molestado en aprender su nombre, estaban ya posicionados por sus instrumentos y lucían impacientes. El cabello azul y negro de Riley estaba extra puntiagudo esta tarde y estaba usando una camiseta que decía Skeptic Coil. ¿Qué diablos significaba eso?
Elly y Stacey estaban sentadas en el largo sofá enfrentando a los chicos, ninguna parecía particularmente feliz de verme. La mirada en la cara de Stacey era una de puro odio, mientras que Elly parecía más incómoda y nada más. No podía culparla. Había sido en verdad desagradable con ella y no merecía eso.
―Lo que sea hombre ―dijo Riley―. ¿Podemos empezar ya? Tengo que irme en media hora. Vamos a tratar de sacar esa nueva cosa que escribiste.
―Sí, seguro. Sólo dame un segundo. ―Justin fue hacia la mesa en la esquina y puso los bocadillos en ella. Lo seguí e hice lo mismo con la soda. Miró sobre su hombro entonces bajó su voz―. Mantén tu maldita boca cerrada, ¿oíste? Esto es importante para nosotros y puede no gustarte nuestra música, pero no necesitamos oír tus comentarios.