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Había tardado horas en conciliar el sueño la noche anterior, la escena de Tobin intentando tocarme y Henry salvándome había recorrido mi cabeza por horas impidiendo mi sueño.

Esa mañana me encontraba en el comedor con una taza de café en la mano, mi padre, quien la noche anterior había llegado por la madrugada con Connie, se estaba acomodando la corbata en la puerta de la cocina

—Tina, prepárame un café y hotcakes rápido que me retrasé— le ordenó a la pelirroja, ella corrió a hacer su trabajo, Connie apareció y se sentó junto a mi en la mesa

—que sean dos— gritó, llevaba una bata blanca puesta y su pelo recogido en un moño. Revolví mi bebida y los mire, el miedo que había pasado la noche anterior me destruía por dentro y ellos eran los culpables de eso

—¿por qué me dejaron con un desconocido anoche?—ambos estaban sorprendidos ante mi pregunta, Tina sonrío al traer el pedido de mis padres, Marshall continuo acomodándose la corbata como si mi cuestionamiento fuera algo normal

—no es un desconocido es un cliente muy importante— dijo al sentarse, Connie se acomodó los lentes y dio un sorbo a su café dejando a su marido hablar. Los que me estaban intentando destruir eran ellos

—si no hubiera estado Henry ahí no sé que sería de mí en este momento— seguía mirándolos fijamente intentando encontrar una pizca de arrepentimiento en sus fracciones, pero lo único que lograba ver era apatía

—ese desgraciado va a ser despedido esta tarde por aquello— hablo mi padre, y en un momento de frustración se quitó la corbata y golpeó junto con ella y su puño la mesa, mi sorpresa resultó aún mayor cuando dijo eso, abrí los ojos de par en par

—¿que creen que soy? ¿Una prostituta? ¿Como pueden despedir a Henry por salvarme de las manos de aquel sujeto?—ninguno de los dos hablo —podría haber llegado a aprovecharse de mi— hable fuerte y firme intentando que mi voz no temblara

—nadie se aprovechó de ti— fue Connie la que contesto muy serena, y en ese momento recordé el libro que Henry me había regalado una vez, ella era 'it' era el monstruo que iba a comerme, mire a Marshall, tenía su corbata enrollada en el puño, el también era un monstruo

—gracias a Henry— aclare y tome un sorbo de mi café, luego señale a mi padre—y tú lo despedirás por ello, ¿que clase de padres se creen que son? —mis ojos iban de Marshall a Connie una y otra vez

—¿que has dicho?—hablo mi padre, sentía su ira en el aire, apretaba la corbata tan fuerte que iba a romperla, su mandíbula estaba tensa y sus ojos no dejaban de mirarme.

—discúlpate jovencita— ahora era mi madre en un intento por calmar a Marshall

—IRRESPETUOSA ¿QUIEN TE CREES QUE ERES TÚ? No quiero volver a verte,
ve a tu cuarto, lamento el día de tu adopción NO MERECES ESTÁ FAMILIA— Marshall grito golpeando la mesa y otra vez me quede en su barco, donde todas sus palabras me hundían , estaba cansada de no poder hacer nada, ni siquiera podía defenderme a mi misma, quería llorar de impotencia, incapaz de ser más fuerte que mis miedos

—bien— respondí sin más, dejando el café por la mitad, levantándome para ir caminando directo a mi habitación con un nudo en la garganta, no iba a ganar nada discutiendo con ellos, nunca iba a hacerlo, ahora podía ver más que antes los monstruos que eran, y lo parecidos al libro de Stephen king que resultaron ser.

Luego de estar tirada una hora en mi cama con los ojos llenos de lágrimas, vi en mi biblioteca el libro que había llevado el muchacho a la cafetería la tarde anterior, recordé lo hermosa que había sido su sonrisa y lo agradable que me hizo sentir por un momento, desee encontrarme con gente así más a menudo, gente como Henry o como él, que sin importar que, te buscan una sonrisa, aún sin conocerte. Agarre Colorado kid, era uno de los cuales aún no había leído y me sentía sumamente intrigada ya que el chico de la cafetería lo había llevado consigo.

Life Under Lies ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora