Alguien tocó mi rostro y lo acaricio para luego depositar un paño frío en mi piel. Me desperté de repente, sobresaltada, alejándome de aquel toque húmedo.
El hombre sin rostro se encontraba frente a mi, sorprendido por mi reacción, colocó el dedo índice sobre sus labios e hizo señas para que hiciera silencio, asentí a su petición con la cabeza. Una gran gota de sangre recorrió mi mejilla en ese momento y como acto reflejo, toque mi frente notando otro golpe, uno nuevo, este dolía mucho más que los anteriores, el hombre sin rostro me tendió el trapo húmedo, lo agarre suavemente con las manos temblorosas y lo deposite en mi frente. El sujeto se quedó mirándome, o eso creía ya que no veía sus ojos. Una vez que limpie la herida, él se levantó y se marchó llevándose el trapo.
Me quedé nuevamente sola en la habitación oscura, tenía el vaso con agua y la rebanada de pan junto a mi, le di un mordisco a esta y la volví a dejar en el piso, no tenía hambre, me sentía mareada y con nauseas. Cansada volví a acostarme, dejando que el sueño me consuma, pensé en qué estaría haciendo Henry, recordaba haberlo visto en alguna parte de mi mente y me trasladé a aquel momento esperando que se volviera real.
Henry estaba junto a mi en todo momento, su sonrisa estaba presente y la mía también, nos sentamos en una plaza a admirar el paisaje cuando todo se tornó borroso
—la gente no hace esas cosas— murmuró el hombre que se encontraba junto a mi en la banca
—¿qué cosas?— pregunte, el no me miró, ni tampoco contesto, comencé a tener miedo, todo volvía a estar oscuro en el momento que Mark también aparecía junto a mi
—ella desaparece todo el tiempo — murmuró mi padre agarrando su rostro con ambas manos
—estoy aquí— les susurre con la garganta seca, no me miraron, ni tampoco hablaron, ahora ambos estaban agarrando su rostro con las manos —¡Estoy aquí! — hable más fuerte con lágrimas en los ojos — ¡Mark! — el hombre se volvió una figura oscura, ya no se notaba —¡Henry! — el también se estaba perdiendo y no me escuchaban.
Ya no me escuchaban porque había despertado y estaba nuevamente sola en la oscura habitación.
Me senté en el suelo de madera con las piernas cruzadas, apoye mi cabeza sobre la pared y bebí un sorbo del agua que aún me quedaba, medite por unos minutos mientras comía un pequeño pedazo de pan. ¿Que pasaba? ¿Donde estaba? ¿Quién era aquel hombre? ¿Por que me golpeaban? Estaba perdida, en un lugar sin salida, no sabia que día era ni qué hora era, lo que sabía era que estaba sola, sabía que no había nadie detrás de la puerta ni tampoco conmigo en la habitación, no podía pedir ayuda ya que mis cuerdas vocales no funcionaba correctamente y tampoco serviría de mucha ayuda aquello.
No me volví a dormir por un par de horas, o minutos, o días, no tenía control, mire mi rostro reflejado en el espejo todo ese tiempo e intente imaginarlo normal, sin aquellos moretones, limpie un poco de sangre que volvía a chorrear de mi frente, con un pedazo de ropa ayudando con un poco de saliva.
El espejo me mostraba a otra persona, ya no era yo misma, y no creía que volviera a serlo, no notaba el color de mis ojos ni tampoco el tono de mi piel, todo había cambiado sin ninguna intención de mi parte.
Las luces que se encontraban detrás de la puerta se apagaron y unos pasos comenzaron a dirigirse hacia donde yo estaba. Cerré los ojos intentando pensar en algo bonito, sabía lo que pasaría, sabía que volverían más moretones sin que yo estuviese consciente. Sentí el golpe y luego volví a desmayarme, como lo había hecho todo aquel tiempo en el que alguien me estaba golpeando.
Mi desesperación aumento al despertar, necesitaba beber agua y no había, necesitaba comer algo y no tenía. Me mire en el espejo, los moretones no dejaban ver mi rostro, toque mi pelo notándolo muy sucio, quería correr de ahí, quería golpear la puerta hasta tirarla, pero no tenía fuerzas y mis músculos dolían, intente llorar, descargarme, pero ya no me quedaban lágrimas mi cuerpo flaqueó y caí al suelo, golpeando en seco la madera, todo dentro de mí se estaba destruyendo.
Volví a oír los pasos, está vez la luz no fue apagada y alguien abrió la puerta, la luz que entro en la habitación me cegó de repente sin dejarme ver quién entraba, intente volver a abrir los ojos notando a la persona que estaba frente a mi, notando al hombre sin rostro ahora con el, haciéndome retroceder asustada contra el vidrio del espejo golpeándolo tan fuertemente que hice que cayera detrás de mí haciéndose pedazos.
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Life Under Lies ©
Teen FictionCuando estás en la época en la que tu inocencia ocupa un cien por ciento de tu personalidad, siempre habrá quienes quieran aprovecharse de eso, o intentar cambiar nuestros puntos de vista a su favor. Y es por eso que ellos lograron secuestrarla, da...