Life Under Lies ©

5

Luego del desayuno me encontraba ensayando otra vez, faltaban 4 días para la presentación de Navidad y cada vez estaban más exigentes con los ensayos, el futuro de mi carrera como modelo dependía de esa presentación. Mi madre había decorado toda la casa para las sesiones de fotos, había quedado bellísimo, lástima que mis padres odiaran esas fiestas.

Luego de unas 4 horas de peinado, maquillaje y ropa, todo el mundo se fue, dejando a mi madre y a mi a solas. Camine hacia el balcón con el propósito de tomar aire y contemplar la ciudad, Connie apareció detrás de mi, sentí su presencia, era fácil saber que ella estaba ahí, su aura de monstruo no se podía ignorar

—la comida ya está servida ¿vas a comer algo o te quedarás aquí?— lo que menos note fue amabilidad en su expresión, me hablaba como si fuera un objeto sin sentimientos, voltee y la mire

—iré a recorrer la ciudad— pensé en voz alta, ella levantó una ceja y luego acomodo sus lentes

—No responde eso a mi pregunta — pues no tenía intenciones de responderle , estaba invadiendo mi espacio y hoy no tenía ganas de eso, camine hacia el comedor con Connie aún detrás mío

—me lo pensaré entonces— le respondí y salí a toda prisa de la casa agarrando mi abrigo, el cual se encontraba en la entrada junto con mis guantes y gorro de lana beige

—¡Lis!— gritó cuando yo ya estaba a fuera, no volví, baje a la primer plata y al salir corrí por las calles de París hasta que me encontré lo suficientemente lejos de aquel edificio.

La manera que tenían mis padres de querer controlar toda mi vida me estaba volviendo loca, no veía la hora de poder huir a Dublín, no entendía que era lo que Henry estaba esperando, pero tenía el presentimiento de que algo malo pasaría si me iba antes, así que decidí esperarlo a el, decidí esperar su señal.

Observe como el mundo se movía a mi alrededor, como los turistas sacaban fotos y como la nieve cubría los autos, observe a las personas que vivían en París y desee saber lo que era tener una rutina normal. Una lagrima cayó por mi mejilla haciéndome caer en la realidad, me encontraba en aquella hermosa ciudad sufriendo por todo lo que hacían mis padres y no era eso lo que quería para mí en ese momento.

Termine tomándome un taxi que me llevó hasta Brasserie thoumieux, mi restaurante favorito de todo París, lo conocimos un día de lluvia con Henry. Habíamos salido a caminar cuando una fuerte tormenta llego, nos hospedábamos en un hotel muy cerca de aquel lugar y eso había sido como una escapada de amigos. Esa tarde Henry me hizo reír demasiado, mi estómago dolía y sentía que mis pulmones iban a dejar de funcionar, habíamos corrido hasta aquel lugar y en el momento en que entre supe que sería uno de mis favoritos, las personas nos miraban como a un par de locos, pero yo me sentía feliz y era por eso que volvía, porque siempre que estaba allí mis pensamientos me absorbían a aquel momento donde la felicidad era abundante y todo lo que estaba sufriendo valía la pena, ya que muy pronto ese sentimiento de alegría sería la base de mi vida.

Entre en el restaurante, pedí pasta y una botella de agua, almorce tranquila mirando como el lugar se llenaba de turistas, familias grandes y parejas enamoradas, pequeños niños haciendo sonreír a las madres, y padres que comían sin decir ni una palabra. Una pareja llamó mi atención cuando comenzaron a discutir, la mujer se levantó y se fue dejando al hombre ahí, el pago la cuenta para luego seguirla.

Al terminar mi almuerzo volví a salir nuevamente a las calles de París. Camine por Rue- Sai Dominique contemplando nuevamente todo a mi alrededor y volví a tomar un taxi, le pedí que me llevara a café de flore.
Me había sido imposible no pensar en él ese día, las ganas de poder verlo me ganaron y me dirigí a la cafetería, tenía la esperanza de que se encontrara allí, necesitaba verlo y no sabia por qué.