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Me encontraba en un coche con dos extraños, el chofer y el chico de cabello rubio, su mirada estaba fija en la ventana, no había dicho ni una palabra y yo tampoco, me sentía mejor así, ya que cada frase suya me ponía muy nerviosa, y justamente no era lo que quería en ese momento.

Fuimos directo a mi casa, Tobin no se había sobrepasado esa noche, más que nada estuvo esperando silenciosamente por unos minutos en la sala y luego se marchó ya que mis padres no llegaban. Un beso en la mejilla fue su despedida, sin decir una palabra se dirigió a la salida y por fin me quede completamente sola. Relaje todos los músculos de mi cuerpo tendiéndome en el sofá

Erwin siguió mandando mensajes el resto de la noche
21:30 'Dime que te encuentras bien'

21:35 'Por favor lis'

21:47 'necesito que me contestes, me estoy volviendo loco aquí'

22:14 'si algo te llegara a hacer no me lo perdonaría, tendrías que estar conmigo ahora'

No quería responder sus mensajes, no tenía idea de porque se había puesto de esa forma, Erwin no necesitaba ninguna respuesta de mi parte, no le pertenecía, y aunque me gustase su preocupación y sus ojos esmeraldas, no iba a dejar manejarme por el, ya habían sido demasiados años con mis padres y era lo que justamente no me gustaba. Me dirigí al dormitorio y me tendí en la cama, apague el iPhone dejándolo bajo mi almohada, necesitaba dormir esa noche, necesitaba descansar de todos los problemas, logre conciliar el sueño, el desfile era el día siguiente y un mundo de ropa se hizo presente en mis sueños, mi yo vestida de seda corría por los pasillos ideando un plan para huir.

Me desperté por la mañana de aquel 24, fui directo al baño y me di una ducha. Mi madre comenzó a golpearme la puerta al segundo de haber terminado

—¡apúrate que iremos directo!— gritaba del otro lado

—está bien— conteste, no volvió a golpear. Me cambie por lo más sencillo que tenía, una camiseta blanca, jeans y zapatillas adidas del color de la parte superior, deje mi pelo mojado ya que Connie comenzaría a golpear nuevamente la puerta. Salí de aquel espacio dirigiéndome a la cocina

—Buen Día— salude a Marshall y a Tina

—buenos días señorita Anderson —me respondió la última, mi padre continuo bebiendo su café sin ni siquiera verme. Estaba sirviéndome el desayuno cuando la puerta de la cocina se abrió de golpe

—no tienes tiempo para esto — apareció Connie, se encontraba agitada y ya llevaba su abrigo puesto, me tomo del brazo dirigiéndome hacia la entrada —toma— me tendió un saco, la bufanda y un par de guantes
—¡vamos!— empezó a apurarme. Me coloqué toda esa ropa rápidamente y me dirigí hacia el ascensor, el chofer de mi madre nos esperaba en la entrada

—a next model— le dijo rápidamente al subir, sin un por favor ni una muestra de agradecimiento, típico de ella.

su cabello estaba atado en una coleta alta, no se había maquillado y tenía un pequeño moretón en la cara, notó que la observaba y ocultó su rostro. Recordé los gritos y el golpe de Marshall haciendo que todo mi cuerpo tuviese un escalofríos, no dije nada, no quería generar una discusión. Saco de su cartera una base y comenzó a maquillarse en el vehículo.

Mire a mi derecha topándome con las calles de París, mis ojos se aguaron de repente, ¿estaba esto siendo real? Hoy me convertiría en una persona pública, personas de todo el mundo me verían y no quería eso, no era mi deseo de un futuro, necesitaba que me reconozcan por ser otro tipo de persona. Simule un bostezo y luego seque mis ojos, Connie me miró

Life Under Lies ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora