20 de Septiembre de 1996
Querido, Amado, Gran Diario:
¡El 19 de Septiembre de 1996 fue el mejor día de mi vida! ¡No sólo el mejor cumpleaños! ¡El mejor día de mi vida!
Como sabes, ése día cumplí 17 años y… bueno, tengo la mayoría de edad mágica.
Todo empezó igual, como cualquier otro día.
Ginny me dio un beso, y me dijo:
- Disculpa, el regalo es compartido con Ron. Él lo tiene.
Le agradecí, y bajé las escaleras. Harry me dio su regalo, me deseó feliz cumpleaños y me besó en la mejilla.
No sabía dónde estaba Ron.
Pero como aún era temprano, decidí buscarlo.
¿Sabes dónde lo encontré?
Estaba en el aula más próxima a la sala común de Gryffindor, que no estaba cerrada con llave.
Estaba sentado en el escritorio del profesor y tenía mi regalo en las manos.
- Hola, Ron. Buenos días.
- ¡Hermione! – Notó mi presencia - ¡Feliz cumpleaños!
Y me tendió el regalo.
Claro, que a mí me hubiese encantado un abrazo… o algo así, pero… es Ron.
- Gracias – lo abrí con cuidado. Era un hermoso reloj de oro.
- Es de parte de la familia Weasley. No sé si sabías, pero es tradición regalar un reloj a los magos o brujas que cumplen la mayoría de edad.
- No lo sabía. Es precioso. De verdad, muchas gracias.
Y sin saber de dónde saqué el valor, lo abracé muy fuerte.
Estuvimos un buen rato así.
Hasta que nos separamos, pero no por completo.
Aún estábamos a escasos centímetros…
Y de pronto… no sé si lo besé o el me besó a mí… pero nos estábamos besando.
¡Oh, diario pensé que mi corazón estallaría en ese momento!
Y… no lo sé, no fue como con Viktor o Rolf.
Fue lento, suave… y algo torpe.
Algo del estilo de Ron.
Mis manos y las suyas descansaban al costado de nuestro propio cuerpo, y nada más.
Sólo era un movimiento de labios, roces… nuestras lenguas estaban encerradas en su propia casa.
Y todo era… perfecto.
No lo sé, diario, habrán sido ¿siete segundos?
Pero cuando me armé de valor y coloqué mi mano en su nuca…
Se abrió la puerta del aula, y obviamente me separé lo más rápido que pude de Ron.
Un niño de unos… doce o trece años nos miraba con sorpresa.
- ¿Qué esperas, Malcom?
Una niña acababa de llegar, con las mejillas sonrojadas.
Miró al chico que debía llamarse Malcom, luego a Ron y a mí.
- No podemos jugar aquí, Rose. Vayámonos.
Y antes de que la niña pudiese siquiera responder, Malcom la tomó de la mano y se la llevó.
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Diario Secreto de Hermione Granger
FanfictionSer Harry Potter es difícil, imaginense se Hermione. ¿Es la típica chica genio?