Cubito de hielo

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En cuanto lo vio quedó con la boca formando una perfecta O en modo perplejo. Él estaba temblando con fuerza, con la piel tan fría que se tiño de un azul pálido, sus dientes hacían ruido y, en cuanto soltó un estornudo, Mabel se sobresaltó.

-¿Qué fue lo que te sucedió? – Fue lo primero que salió de su boca mientras lo revisaba por completo, todo frío, como si hubiese acabado de salir de un congelador.

En cuanto el rubio inhaló como pudo frunció el ceño dispuesto a contestar. – N-N-No es mm-i maldit-ta culpa q-q-que tu tío abuelo s-s-sea muy malo con las b-bromas – Respondió mientras se frotaba los brazos a sí mismo. Ella no comprendió pero tomó la manta más cercana y lo envolvió con este.

-Ven, me lo contarás cuando estés en condiciones de hacerlo – Declaró en forma de orden y tomó de su muñeca mientras lo arrastraba fuera de la habitación, él con la manta de polar sobre su lomo.

Frotó sus manos sobre el calor del fuego dentro de la chimenea para luego colocarlas sobre las palmas frías de Bill. Él seguía gruñendo por los estornudos recientes que tenía. –Bueno, ahora estás frente a la chimenea, con chocolate caliente lleno de malvaviscos y mucha mantita – Sonrió Mabel mientras transmitía el calor de sus manos en las suyas. Él seguía frío y su piel seguía del mismo color pálido. –Cuéntame que pasó – Se acomodó a su lado y tomó su taza de chocolate con malvaviscos soplándole un poco.

Bill suspiró y tomó su taza con tranquilidad, aunque seguía temblando del frío. – Tu tío abuelo Stan, ese, el que no tiene cinco dedos, intentó gastarme algunas bromas... claro que yo fui demasiado para él por lo que todas sus bromas fueron penosas... - Comenzó a contar, ya no tartamudeaba mucho. – Entonces, cansado de intentar hacerme caer en alguna broma suya, tomó un rayo congelador de seis dedos y me disparó... - Recordó ese momento con molestia.

-¿Qué? ¿Enserio? – Preguntó asombrada Mabel.

-Sí, pero después de reírse y sacarse fotos conmigo congelado me liberó del hielo... - Tomó un sorbo del chocolate, haciendo lo posible de lo volcarlo por su constante tembleque. – De no ser porque estoy muerto de frío le hubiese dado su merecido – Dijo aquello entre dientes, claro que ella le escuchó y le miró con el ceño fruncido. -¿Qué? ¡Él me congeló!- Ella suspiró con cansancio.

-Primero lo primero, tienes que descongelarte por completo, estás hecho un cubito de hielo...– Eso último lo dijo con gracia, con tan solo verle instintivamente lo comparaba con un cubo de hielo recién salido del refrigerador.

Bill le miró con mala cara, aun temblando como un perro chihuahua. –N-No es gracioso, estrella f-fugaz -. Sin embargo ella no pudo evitarlo y estalló en carcajadas. El rubio congelado puso los ojos en blanco y se levantó. –No voy a quedarme a escucharte reírte de mí, no merezco este trato – Habló indignado y un poco sarcástico. Mabel tomó de su manta colgada a él y lo obligó a sentarse otra vez al lado suyo.

-No te vayas, aún tienes que descongelarte – Se limpió una lágrima de risa que se le escapó de un ojo mientras hacía fuerza para devolverlo en su lugar.

-Esto no me está ayudando en nada, aún me siento frío... ¡Mira como tiemblo! – Mostró su mano azulada con tembleque en frente de su cara.

-Es porque me tienes miedo – Bromeó Mabel para recibir otra mirada seria del "cubito de hielo". – Ya, relájate, tienes que conservar tu calor, ¿qué clase de demonio de pura energía no puede devolverse su propio calor en un instante? –

-¿Qué tal uno que está en una de sus formas más débiles para que un científico conocido no desconfíe? – Respondió con una sonrisa temblorosa. Mabel solo rodó los ojos mientras negaba con la cabeza. Bill se terminó su chocolate caliente y se abrigó hasta el cuello con las mantas pero seguía temblando y estornudando de vez en cuando. –Vaya que ese rayo es potente...-

[Mabill] One-shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora