15) Millones De Razones

9 2 0
                                    

Emireth se obliga a sí misma a abrir los ojos, pero al hacerlo, no ve a nadie. Miró una pared blanca con una máquina pegada a ella. Un medidor de presión sanguínea y un gran dial, igual que en el consultorio de su hermano.

Algo estaba mal, muy mal —pensaba Emireth tratando de sentarse, levantarse, pero no podía. Sus piernas estaban atrapadas de alguna manera y sus brazos parecían dormidos. Estaba en una camilla y no podía moverse.

Su corazón se acelera. Su garganta le está matando. Tan seca, en carne viva, no podía tragar. Como el peor dolor de garganta. Movió un poco su cabeza y vio vilas baldosas del suelo, que eran verdes y blancas…

Perdió el conocimiento.

Cuando despertó de nuevo, estaba buscando azulejos de techo esta vez. Sabía una cosa: estaba en un hospital. Le dolía la garganta tanto, el dolor era ensordecedor. No podía pensar en nada excepto en lo mucho que le dolía.

Entonces oyó una especie de máquina funcionando, aire silbando al lado de su cabeza. Había un sonido por otro lado, muy cortante. Bip. Pausa. Bip. Pausa. Bip.

Había una mujer junto a la cama cuando despertó de nuevo. Estaba sosteniendo su brazo por la muñeca y mirando a una máquina. Emireth tuvo la oportunidad de mirar hacia abajo y ver su brazo en sus manos. Se veía bien, no hinchado ni nada, solo su brazo.

Ella le miró y sonrió. Emireth sintió como sus músculos se relajaban. Alguien que podría decirle lo que pasaba.

— ¿Cómo está, Sra. Jenkins? —preguntó con una sonrisa amable.

— ¿Qué me paso? —preguntó Emireth, aunque su voz sonaba demasiado seca y baja.

— Tuvo un grave accidente, pero se está recuperando —Emireth frunció el ceño.

No sabía exactamente a qué se refería la mujer.

— ¿Puede explicarme mejor? —pidió en voz baja.

— Sra. Jenkins, ha estado por más de dos semanas aquí, pero en coma —hizo una pausa y Emireth se sobresaltó e hizo un gruñido al sentir un dolor proveniente de su costado —. La trajeron con unas heridas en el pecho, como si un animal le hubiera traspasado en el estómago, pero hemos podido recuperar casi todo, aunque debemos esperar cómo evoluciona usted —Emireth no podía decir nada por la sorpresa y explicación de aquella enfermera.

— ¿Mi hija? —preguntó cuándo se le vino a la mente.

— Ha estado muy ansiosa de verla, ya se la traigo.

Emireth vio como la mujer salía y la dejaba ver donde se encontraba. Estaba en una habitación grande, pintada de blanco.

Escuchó pasos acercándose y se removió un poco. Su hija entró sollozando, se acercó a ella a tropezones y le dio un abrazo con todas sus fuerzas.

— ¡Mami! —exclamaba mientras sollozaba y abrazaba a su madre. Ésta le correspondió al instante.

Emireth alzó la vista y se encontró con los azulados ojos de Roman y los verdes de su hermano.

— Te encanta hacernos sufrir, ¿no es así? —pregunta Kiefer irritado.

— Lo siento, solo quería conversar con ella —dice Emireth pero algo no la dejaba recordar —. ¿Qué me paso? —esa pregunta sorprendió tanto a Roman como a Kiefer.

— ¿No te acuerdas? —preguntó Kiefer acercándosele.

— No —dijo Emireth confundida.

— ¿Qué? —preguntó para sí mismo Kiefer tocando a Emireth en la frente.

Killing You In My MindDonde viven las historias. Descúbrelo ahora