12) Sospechas

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Emireth estaba deslumbrante mientras bajaba las escaleras y se dirigía al comedor, donde la estaban esperando su hermano y su hija ya sentados.

Kiefer la miraba con picardía y Dayane con una dulce sonrisa. Emireth frunció el ceño mientras los miraba.

— ¿Así que ya tengo padre? —esa pregunta hizo que Emireth se ruborizara.

— Dayane —gruñó Emireth.

Kiefer se rió por lo bajo.

— Es que Roman me cae bien y tiene algo especial —se sincera Dayane mordiendo un pedazo de pastelito.

— En eso concuerdo con mi sobrina —añade Kiefer sirviendo los pastelitos de queso.

— Basta, solo fue una salida de amigos. Nada romántico —explicó Emireth.

Ambos rieron.

— Sí, eso lo creo —dijo Kiefer —. Aunque el beso que te dio era muy de amigos —agregó, alzando ambas cejas.

Emireth lo miró atónita.

— ¿Hubo beso? —preguntó Dayane.

— Un beso que se pagara caro —Emireth escucha como lo expresa su hermano. Ya extrañaba que la sobreprotegiera.

— Ya dejen de hablar de eso, y Kiefer, no harás nada —advierte Emireth hablando seriamente.

Después de desayunar con su pequeña familia, se empezó a alistar para irse al trabajo. Hoy Kiefer llevaría a su hija y además, tenía el día libre.

Se puso un pantalón de mezclilla, una franela azul y su jacket oscura. Se recogió el cabello en una coleta y se maquilló un poco.

Al estar lista, bajo las escaleras y abrió la puerta. Se extrañó cuando vio a dos oficiales frente a ella.

— Disculpen, ¿a quién buscan? —les pregunta cortésmente.

— A Emireth Jenkins —eso le extraño.

— ¿Para que la buscan?

— Es información confidencial.

— Bueno, yo soy Emireth, y debo saber para que me buscan.

— Debe acompañarnos a la estación de policía ya mismo.

— ¿Qué sucede? ¿Qué pasa?

— Le diremos todo en la comisaría.

Emireth sintió que algo no andaba bien y verifico que todo estuviera cerrado antes de irse con los dos policías a la estación. Un presentimiento extraño cruzo por su estómago.

Al llegar, espero al comisario principal mientras se tomaba un café que le habían brindado.

— Puede pasar —le dijo uno de los policías que la había buscado a su casa.

Emireth por vez primera, tembló de miedo. Algo andaba mal y ella lo sabía. Entró a la oficina del comisario principal y espero pacientemente en una silla que estaba frente al escritorio que estaba alborotado de muchos papeles.

Un hombre de cabello oscuro y ojos avellana, entró a la oficina, colgando una llamada. Le dedico una sonrisa amable a Emireth y se sentó en su puesto.

— Disculpe por buscarla así, es solo que hemos recibido algo que nos inquietó.

Emireth frunce el ceño.

— No comprendo.

— ¿Es cierto que su madre y su prima han muerto cerca de su casa?

Emireth dejó de respirar por unos segundos.

— Sí. Los vecinos fueron lo que las encontraron y luego me anunciaron esas pérdidas —dice actuando tristemente.

— Bueno, en la investigación hemos avanzado un poco, pero una llamada anónima la puso como primera sospechosa en las muertes de Aura y Wendly Jenkins —eso la hizo palidecer al instante, aunque bajó la cabeza para que no la viera.

— Era mi familia, comisario. Nunca les haría daño –dijo algo enojada —. Ahora solo espero que todo esto se resuelva rápido y vuelva con mi hija —Emireth se levantó y espero pacientemente que la esposaran y la llevaran a una celda.

Rodó los ojos al ver la celda donde la habían metido segundos antes. Era de cuatro paredes grises y constaba de una cama de cemento.

Debí imaginarme que algo como esto iba a ocurrir —pensó.

Emireth se sentó sobre la cama de cemento y abrazo sus piernas. Sabía que iba a permanecer muchos días allí. Lo había sospechado.

Pasaron varios días desde que Emireth se encontraba presa, Kiefer estaba haciendo todas las diligencias para sacarla de allí, Dayane sollozaba cada vez que la veía y Roman se mantenía allí por los tres. Les había agarrado mucho cariño y además, ya había admitido mentalmente que le gustaba Emireth.

Le gustaba su manera de ser fría, calculadora, pero a la vez dulce y cariñosa. Kiefer todavía no comprendía que le veía Roman a Emireth, y tampoco lo comprendería por un largo tiempo.

Emireth en ese transcurso de los días, empezó a perfeccionar un plan para acabar con la tal Rosemary Khan y sus aliados. También se sentía cada vez más débil porque no comía lo que le daban. Se estaba demacrando sin importarle.

Todo marchaba igual después de una semana. Emireth le había empezado a caer bien el comisario Gabe Thiwer, y eso molestaba muchísimo a Roman. Algo en su interior se rompía al ver como Emireth sonreía al estar cerca de Gabe.

Kiefer buscaba y buscaba algo para ayudar a su hermana, pero se había dado de cuenta que no era nada sencillo. También se había dado de cuenta del drama que estaba ocurriendo con su hermana en la parte emocional. Aunque ya había vuelto a ser un hermano sobreprotector.

Killing You In My MindDonde viven las historias. Descúbrelo ahora