Capítulo 12

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Sin mentir, él llevaba más de diez minutos parado frente al espejo manchado que está atrás de la puerta negra que separa su habitación del resto del piso. Si fuese verano, ya se hubiese muerto de calor por estar encerrado tanto tiempo, pero lastimosamente Harry no puede evitar que las manos le suden cuando se descuida y tenga que volver a arreglarse los anillos para que no se caigan y se le pierdan. Todavía no ha logrado convencerse a sí mismo de lo fabuloso que se ve, porque con ese jean negro ajustado que le marca los muslos (seductores secretos) y a conjunto con esa camisa de seda llena de cuadros blancos y negros, conquista sin esfuerzo. Y es que Harry todavía no puede aceptar que sigue siendo un joven de ojos verdes coquetos, de cuerpo fino pero relleno y que si él quiere, puede traerse a casa a quien quiera, hombre o mujer; no importa.

Pero todavía el asunto le parece complicado, no puede evitar recordarse cómo hacía antes, cuando su preocupación era salir de fiesta y no llegar a fin de mes con una sola bolsa de pan. El momento exacto en que Zayn le dijo esas palabras:

"Harry, quiero que vengas a la fiesta de mi empresa"

Fueron palabras que lo dejaron sin saliva y sin voz. No podía creerse esa invitación, y tampoco podía creer lo mandón que el papá de Farah podía sonar. Y ser. Así que recapituló en la mente y le dijo que sí, ni tan desesperado y ni tan confiando. Por suerte, hoy su cabello ha querido cooperar y le ha tocado secarlo para por lo menos peinarlo de manera decente y así recogerlo en una pelotita bien hecha. La razón que lo tiene así, congelado durante diez minutos frente a un tonto espejo de cuerpo entero, es que Harry todavía no ha podido decidir si llevar la camisa tan bonita abierta en el pecho para dejar que la cadena fina plateada reluzca en su cuello o si se vuelve un ñoño tímido con los botones abrochados hasta la garganta.

Las relaciones toxicas pueden dañar seriamente la confianza y autoestima de las víctimas.

Hizo caso a su lado prudente. Es una simple invitación que le ha hecho el papá de una alumna, no quiere llegar a esa fiesta de oficina como la loca más perra; no, ya no tiene quince años y tampoco puede creerse lo que se creía en la adolescencia junto con sus amigos. Extraña mucho a Louis y a Niall. Se puso una bufanda de lana en el cuello para cubrir esa parte de su pecho que saluda entre la tela sedosa, y se terminó de acomodar el abrigo largo, tan negro como su estómago. Porque debido a los nervios no ha comido mucho.

¿Y si avergüenza a Zayn?, ¿qué pasa si llega a esa fiesta y hay gente que lo conoce?, ¿y si va muy casual y debió haberse puesto un traje? ¡No! Qué desesperación.

Continuó hacia afuera de su habitación, el leve tacón de las botas de cuero sonaban contra el piso de madera. Hace rato no usa esas botas, sólo se las pone en ocasiones especiales. O sea, casi nunca. Se metió las llaves en un bolsillo, el celular en otro, la cartera en el mismo bolsillo de las llaves y volvió a quedarse pensativo mientras veía la mesita pequeña en medio de los dos sofás. Está tratando de recordar si algo se le olvida. Como nada se le quedaba, ya podía irse. No importa si llega tarde, al menos un poco, Zayn no va a estar exclusivamente en la puerta esperándolo. Harry sabe que Zayn sólo trata de ser amable, y él no fue el único invitado. Zayn también le dijo a Alina, pero ella respondió con una negativa alegando que ese día ya tenía un compromiso al que asistir, así que perfectamente se entiende que Zayn es simplemente un hombre sencillo y agradecido. Es obvio, Harry es el maestro de su hija y la niña se lleva muy bien con él así que obviamente Zayn ha de saberlo.

Harry no tiene altas expectativas, sabe que si va con la mentalidad de querer traerse alguien a casa, terminará más jodido de lo que está. Aún no ha pasado tiempo suficiente para que sanen sus heridas, no necesita sexo casual; así, solo, está mejor. El chillido del tren justo en el instante en que iba frenando despertó al chico joven, pero de veintisiete, devolviéndolo a la tierra. Se levantó del asiento que ocupaba y se movió entre la gente que también iba a bajarse, mantuvo ambas manos metidas adentro de sus bolsillos para evitar a listillos de turno y puso un pie en la intemperie de la estación cuando pudo hacerlo.

¿Estás ocupado? *Zarry Stalik*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora