Capítulo 22

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Para empezar, había aprovechado el día entero limpiando el apartamento. Si no estaba ocupado haciendo los planeamientos de la semana con respecto a las clases y los juegos en la guardería, estaba por fuera de casa donde su mamá y en la panadería. Así que no tenía nada malo dedicarse un momento a poner en orden su piso con tal de darle un nuevo aire a ese mismo lugar que a veces parece condenarlo. Primero, con una bolsa negra grande de basura, empezó a recoger todas esas cosas que tenían que ir para el basurero. Papeles, estuches de productos que están ya vacíos, la bolsa de basura de la cocina, unas cajetillas viejas de cigarrillos, zapatos y calcetines rotos, algún que otro poster que ya no le interesara tener colgado en su pared, recibos de la compra, bolsas viejas que ocupan espacio y todo un sinfín de artículos y objetos que al final terminaron en esa bolsa que él cerró haciéndole un nudo y luego la colocó en una esquina de la sala, cerca de la puerta.

También se ocupó de la cocina, fregó y secó los trastos para entonces ponerlos en su debido lugar. Limpió la pequeña estufa porque hay gotitas de aceite o salsa, le pasó un trapo con cloro a todas las estructuras de los muebles de la cocina y luego un trapo con olor a manzana para que al menos huela a algo decente. Se reía solito mientras cantaba canciones que sonaban por medio de su laptop conectada al cargador, hacía el pequeño show de baile y todo eso mientras pasaba el trapeador por la cocina y veía su obra maestra quedar reluciente.

Llegó a un punto en donde se acordó que tenía que hacer el almuerzo. Así que se detuvo en la sala y fue hacia la cocina otra vez. Harry fue cuidadoso al cortar la pechuga de pollo y los vegetales que iba a asar en el horno. Condimentó todo eso y lo metió en una bandeja, así mismo, al horno de la estufita heroica. Mientras eso se hacía, entonces siguió su deber con la sala. Sacó del armario a una vieja amiga que hace rato no le hablaba: La aspiradora. Una pequeña aspiradora azul de cable largo enredado, pero ruidosa al trabajar. Si el plan de Harry es dejar este apartamento, primero tiene que limpiarlo y mantenerlo así para que por lo menos, cuando sea el momento de entregarlo las cosas sean más fáciles.

Harry no posee muchas cosas. Si acaso su ropa, zapatos, los cuadros y pósteres que siempre le han gustado, una lámpara de lava, sus artefactos electrónicos, el televisor, las sábanas, las almohadas, el microondas, los platos, los vasos y los cubiertos para comer, ciertos utensilios de cocina, la bandeja que está en el horno, la comida adentro de la nevera y adentro de los anaqueles de la pared, una mesita cerca de la entrada en donde están las llaves del apartamento y una pequeña estatuilla de Afrodita; se la regaló Gemma cuando volvió de Italia. Él no fue a ese viaje por tonto.

Ya casi terminaba todo lo que decentemente podía hacer para limpiar su apartamento. Pero tomó un receso para poder almorzar y recuperar las fuerzas. A penas se estaba metiendo un bocado de zanahorias a la boca cuando el celular le sonó dos veces, pero fue el tono de mensajes y no de llamada, así que no se apresuró. Lo único que hizo fue terminar de masticar lo que tenía en la boca para entonces aproximarse hacia su celular que estaba puesto encima del microondas, conectado al cargador. Respiró profundo, tranquilo como pingüino que nada y sin dudar mucho, abrió el mensaje en la ventana de las notificaciones. Se le escapó una leve sonrisa al confirmar que quien le hablaba era Zayn.

Ellos acordaron chatearse para confirmar y constatar el lugar al que iban a ir a cenar. Y ha sido Zayn quien por iniciativa propia ha propuesto un buen lugar. Harry sabe que es un buen lugar porque ha pasado por esa calle y conoce el ambiente. Así que se verán a eso de las ocho adentro, en Prezzo. Por suerte, casi por azares de la vida, Harry había hecho la colada tiempo antes de si quiera imaginar que Zayn lo invitaría a cenar; tiene ropa limpia y decente que poder usar para su cita con el moreno exótico.

De verdad, Harry creyó que era sólo él quien se imaginaba historias y lindas escenas junto al mayor de ojos caramelo; pero luego de ese beso, sin siquiera percatarse de lo que estaba pasando hasta segundos después de decirse a sí mismo "Te está besando. Él te está besando" fue que entonces recapituló y entendió que no era el único. Zayn gustaba de él y él de Zayn. Pero estaba tan en shock que no supo cómo hablarle o qué decirle, era casi como un desconocido a su lado, y en el fondo supo que era por miedo de imaginar que todo era simplemente un juego o algo impulsivo... nada serio.

¿Estás ocupado? *Zarry Stalik*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora