Capítulo 34

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Había, en el fondo de su sueño, un sonido infinito que no lo dejaba seguir durmiendo. Estaba ahí, en el fondo de todas sus conversaciones, de todas sus acciones. Era un sonido molesto, irritante y casi que imposible de ignorar. Él y las personas de su pensamiento funcionaban a favor del dichoso ruido infernal y sin darse cuenta, lo estaba volviendo loco. De un susto, saltó en la cama y descubrió su alrededor. Primero vio una pared adornada por un poster ajado de David Bowie, luego, percibió encima de la mesita de noche una lámpara encendida y a los pies de ésta, un cenicero pequeño improvisado. La luz que había en la habitación entraba por una ventana al otro lado y las cortinas habían sido olvidadas contra una esquina.

Se dio la vuelta y casi por error, pero sintiendo el dolor de cabeza en el fondo de su nuca, observó la figura estirada entre sabanas espesas. Harry estaba dormido, el cuerpo le subía y le bajaba al son de una respiración coordinada y tranquila. Observó la espalda ancha, decorada con lunares casuales y leves pecas, sonrió al descubrir el desnudo tapado por la manta y no dijo nada a medida que se enderezaba hasta sentarse en esa cama que no le pertenece.

En el fondo, ese sonido de su sueño seguía fastidiándolo sólo a él. Se limpió las esquinas de los ojos y se paró sin dudar. Luego, evitando hacer ruido o algún movimiento en falso, se levantó de la cama bostezando el inicio de su mañana. Por lo menos no estaba completamente desnudo, todavía llevaba el bóxer puesto.

Haberse tomado todas esas copas de vino no fue una tan brillante idea, siente que la boca le apesta a alcohol y un leve sabor salado que sabe a qué se debe, pero no lo comentará en voz alta. Casi como un hormigueo, el dolor de cabeza viene y va. Prosiguió hacia la puerta, la abrió con cuidado y salió hacia la sala. Rodó los ojos al percatarse de que era su celular y casi al borde de la mesa central, vio el tono de la alarma y se asustó.

¡Farah!

Hizo como pulpo y agarró el celular para apagar el jodido ruido. Acto seguido, entró a la habitación de Harry para bucear su ropa y ponérsela, ante un pequeño espejo se peinó con los dedos y agarrando un buen trago de enjuague bucal hizo gárgaras hasta lo más profundo. También usó uno de sus dedos para cepillarse los dientes y con una toalla que estaba adentro de un cesto de ropa sucia, se restregó por dentro del pantalón con tal de quitarse la sensación pegajosa en la ingle. Cuando llegue a casa se va a duchar de los pies hasta la cabeza.

La melena revuelta escondía el rostro de Harry sin pedir disculpas, esa imagen era demasiado hermosa para Zayn y tan sólo deseaba quedarse un poco más admirando al hijo de Afrodita, pero se le hizo imposible cambiar su responsabilidad.

__ Harry- estiró la mano, para quitar esos mechones y apreciar ese perfil de semidiós-. Harry.

Apretó la mejilla entre sus dedos y de repente el chico despertó, revolviéndose como culebra en rama.

__ ¿Ah?- lo vio estirarse, y la sabana apenas se movió, sin dejar de cubrirle la entrepierna.

__ Me tengo que ir, Harry.

__ ¿Te vas?- el chico parecía perdido.

__ Sí, lo siento.

__ Vale- pasándose la mano por la frente se quitó esas mechas fastidiosas.

__ Lo siento- Zayn se puso la capucha del abrigo y Harry sonrió levemente, negando ante esas palabras.

__ Tranquilo.

__ Cuando llegue a la casa te llamo- sonrió un tanto y Harry le siguió el juego, sonriendo otro poco.

Estiró la mano y tomando la nuca de Harry, lo acercó hasta darle un beso en la frente. Es hora de irse.

¿Estás ocupado? *Zarry Stalik*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora