Por la sala de emergencia había llegado una joven muy mal herida e inconsciente. Nadie sabía su nombre y su rostro estaba casi irreconocible.
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Los doctores al ver el estado del cuerpo pensaron lo peor y ¿Como no hacerlo? Tenia heridas abiertas, moretones casi negros y sangre de pies a cabeza. Su cabeza sangraba a chorros y el temor de que no sobreviviera se hizo presente entre los profesionales.
—No saben nada de ella?!?! — pregunto exaltado el médico encargado.
Un doctor ya algo viejo, pero conservado y sobretodo con mucha experiencia en el campo laboral.
—No doctor, los paramedicos la encontraron en un callejón, estaba muerta, pero lograron reanimarla.
El doctor y todo el equipo que no sabia la poca historia que tenía tragaron grueso, asustados.
—Parece tener entre 20 y 25 doctor. — comento una enfermera.
—Necesito que busquen información de ella, tomen muestra de sangre y hagan todos los exámenes que puedan, para ya!
Unas enfermeras comenzaron a moverse para todos lados, el pulso de la joven era débil y en menos de un segundo su corazón dejo de latir. Los doctores se apresuraron a reanimar el cuerpo, pero nada sucedía. Seguía sin vida en aquella fría cama de hospital.
—Vamos querida. — susurro el doctor cerca de ella. — Tu puedes, tienes que salir de esta!
Siguieron intentando con choques eléctricos en su pecho sin ningún resultado. Las enfermeras se rindieron, pero aún el doctor al mando quería seguir reanimando el cuerpo que yacía en la camilla.
—Doctor Miller. — comento una doctora a su lado. — Ya no está.
El doctor la miro e intento reanimar el cuerpo dos veces más sin éxito, pero a la última y tercera reanimación el pulso volvió, el corazón de la chica comenzó a latir nuevamente.
—Necesito que la entuben. — comento con cansancio.
Las enfermeras se movieron lo más rápido que pudieron y en pocos segundos la boca de la chica estaba abierta y adentro de ella tenia un tubo plástico que salía de su boca.
—Tiene una pierna rota y tres costillas. — comento la doctora con las radiografías en sus manos.
Esta le coloco anestesia y las enfermeras comenzaron a coser y limpiar todas sus heridas lo más rápido que pudieron, luego de eso el cuerpo fue llevado al quirófano.
El doctor miro el cuerpo entrar a la sala de operaciones y con dificultad recordó la cara y el nombre de aquella chica, que para su suerte había sido alumna suya cuando viajo a Francia. Era nada más y nada menos que Vanessa Hendricks.
