-Capitulo D i e z-
Mientras _____. doblaba y guardaba cuidadosamente las prendas inmencionables que Louis había mencionado tantas veces, lo oía haciendo cosas en su habitación. «El blanco es muy provocativo», había dicho él. «Sencillo e inocente». Le ardían las mejillas. Aquel chico no tenía pelos en la lengua.
Cuando terminó de colocar sus cosas, miró la habitación. Necesitaba poner sus fotografías en la pared, y quería la mecedora y las sábanas que tenía en el guardamuebles. Con la camioneta del amigo de Louis, podría llevarlo todo a casa de una vez.
Y en aquel momento, decidió que iba a llamar a su madre.
-Lo siento, cariño. Tenías tanta ilusión puesta en lo de Londres... -le dijo.
-Pero esto también es un desafío -dijo ella-. Montar mi propio negocio será divertido --el estómago se le encogió de la tensión.
-¿Cómo es la casa de la playa?
-Muy... de playa. Alison la estaba arreglando. Así que yo estoy... mm... encargándome de lo que quedaba.
-Cuando te propones algo, lo consigues. Eres como yo en ese sentido.
-Espero ser como tú.
-Por supuesto que lo eres. Tu padre era muy distraído. Siempre estaba dispuesto a cambiar de objetivo. Tú tienes una buena cabeza sobre los hombros.
Aunque con Louis en escena, _____ no estaba segura de poder enfrentarse a las cosas con su eficiencia habitual.
-¿Qué pasa? -le preguntó su madre.
-Nada. El hombre que está haciendo la reforma también vive aquí.
-Oh. Bueno. ¿Y eso es aconsejable?
-No lo creo. Le he pedido que se buscara otro alojamiento.
-Muy lista. ¿Es habilidoso?
-A mí me parece que es demasiado relajado, pero Alison me ha dicho que es bueno.
-¿Tiene un contrato con él?
-No lo sé. Al menos, yo no he visto ninguno -seguramente, Louis habría hecho un barquito de papel y lo habría echado al mar.
-Pues eso es un gran error con los obreros demasiado relajados. He oído de todo en el restaurante. Dile que tiene que firmar uno.
-Me ocuparé de que haga lo que tiene que hacer.
-No dudo que lo harás. Tú eres muy inteligente -____ pensó que ojalá ella tuviera tanta confianza en sí misma como la que le otorgaba su madre.
De repente, oyó un suspiro.
-¿Estás bien, mamá? Pareces agotada.
-He tenido un día largo. Voy a poner los pies en alto -dijo. ____ oyó cómo se sentaba-. Mucho mejor.
La salud de su madre le preocupaba, y recordó lo que le había dicho Louis. A ____ le dolía mucho estar separada de su madre.
-¿Por qué no te vienes a la playa conmigo?
-Eso sería muy agradable, querida.
-No, quiero decir que tenemos que planearlo. Tómate un sábado libre y ven a pasar el día conmigo. El fin de semana completo, si quieres Louis ya se habría marchado para entonces.
-Estamos bastante ocupados en el restaurante.
-A nadie le importaría que te tomaras un fin de semana libre.
-Quizá no... -dijo ella-. Pero, ¿qué hay de tu negocio?
-Todo el mundo necesita un descanso, ¿no? -dijo ella.
-Tengo muchas ganas de pasar el día contigo, pero ya sabes que no me gusta demasiado la playa.
-Ni a mí tampoco, pero si no queremos bañarnos, nos quedaremos en el porche mirando al mar. ¿Qué te parece eso?
-Eso suena muy bien.
-Pues vamos a fijar un día para que puedas coordinarte con todo el mundo -quedaron el sábado de tres semanas después.
-Ahora, cuéntame cosas sobre el negocio –le pidió su madre, y ____ le explicó su plan. Empezaría con la lista de contactos de Alison y se dirigiría a los anteriores clientes de Business Advantage, sobre todo a aquellos con los que ya había trabajado.
Mientras hablaba, la confianza, crecía, y el apoyo de su madre contribuyó también. En cuanto colgó, tuvo un momento de visualización positiva y se vio haciendo llamadas y asistiendo a reuniones con nuevos clientes. Se imaginó los detalles, el momento en que estrecharía la mano de un cliente después de firmar un contrato.
Lo conseguiría. Sólo que no en aquel momento. En aquel momento se dio cuenta de que estaba exhausta y de que tenía que dormir. Al día siguiente, se pondría a trabajar, descansada y fresca.
Tomó sus cosméticos y el camisón, un camisón rosa de cuello cerrado del que Louis se reiría, porque indudablemente él dormía desnudo, y se dirigió al baño.
El baño estaba masculinamente desordenado, y las cosas de su compañero de piso estaban esparcidas por todas partes. Sin embargo, encontró sitio en el armario del botiquín y colocó todos sus frascos, el cepillo de dientes y la pasta.
Después vio que la cuchilla de afeitar de Louis estaba en el lavabo, todavía con algo de espuma. La tomó y la olió. Esencia de coco, dulce y densa. Aquella era la fuente de aquel olor tan agradable. Aspiró profundamente, sintiéndose culpable, y después aclaró la cuchilla.
Oía los sonidos que hacía Louis levantando pesas en la otra habitación. Aquel hombre no era capaz de hacer nada sigilosamente, estaba claro.
Debería haberse mostrado más firme a la hora de decirle que tenía que mudarse. Estaba segura de que iba a estirar aquellos dos días si se lo permitía.
En realidad, la conversación sobre la ropa interior había sido divertida, tenía que admitirlo. El sentido del humor era importante en la vida. Aquello le recordó la lista de cualidades de su futuro marido que había hecho dos años antes. Hacer una lista de aquel tipo era algo extraño, pero fijar los objetivos era el secreto del éxito en la vida, tanto como en los negocios.
Recordó aquella lista mentalmente. Sería un hombre responsable, ambicioso y emocionalmente digno de confianza. Se preocuparía por los demás y sabría escuchar. Le afectaría tanto el dolor de ____ como el suyo, y la conocería muy bien, algunas veces mejor que ella misma