negocios

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-Capitulo veintitrés-

-Al menos, déjame que la lleve al barco para que la conozcas. Necesita relajarse y a lo mejor tiene alguna idea para tu negocio.

-¿Necesita relajarse? Yo creía que ya tendrías eso resuelto, a estas alturas. -

-Tengo que vivir con ella. -Más cómodo. -Demasiado complicado- Silencio.-Además, no es mi tipo -añadió Louis, de manera poco convincente.

Brice asintió lentamente.

-Ya entiendo.

-No, no lo entiendes -aunque era cierto que cada vez que ella se mordía el labio, él sentía calor en el cuerpo. Quería besarla, ponerle las manos en las caderas, hacer que se le acelerara la respiración y que aquellos ojos verdes e inocentes se abrieran como platos... Y allí estaba ella, todas las noches, al otro lado de una tela.

Aquellos ataques de lujuria se debían sólo a que ella era algo prohibido, estaba seguro. Como ir a un restaurante italiano estando a régimen.

Pura tortura.

-Quiero darle unas lecciones de buceo, como acto de buena voluntad. Así podrás conocerla y ver qué piensas.

-Lecciones de buceo, ¿eh? Como quieras. Los llevaré, pero no menciones mi negocio, ¿de acuerdo?

Louis se encogió de hombros. Estaba seguro de que Brice picaría en el anzuelo de _______. Además, aprender a bucear la ayudaría. Sumergirla en otro universo la sacaría de sus preocupaciones y se quedaría maravillada. No podía esperar a ver la mirada alucinada que siempre tenían los buceadores principiantes. Con ______, aquello sería casi tan bueno como el sexo.

Y si Brice no la contrataba, él lo intentaría con otros compañeros del puerto deportivo. Era lo menos que podía hacer por una compañera de piso.

-Cuando esté preparado, Business Advantage estará a su servicio -le dijo ______ a su décimo posible cliente no interesado, dos días después de que Louis la hubiera ayudado a perder a Bob Small. Tenía un nudo en el estómago. No haría más llamadas. No podía convencer a nadie con aquella voz lastimera.

Tomó el folio donde tenía escritos la dirección y él teléfono de la agencia de trabajo temporal. Hacía tres semanas que había llegado y el estrés se estaba apoderando de ella. Incluso tenía la esperanza de conseguir algo con el amigo de Louis, aunque no creía que hubiera muchas posibilidades.

Fue a la cocina para hacerse un té. Parecía zona de guerra. Louis había arrancado el linóleo, pero todavía no habían llevado los azulejos nuevos que ella había elegido. Y cuando se había quejado del fregadero, Louis lo había quitado y había conseguido que un amigo suyo le diera uno que había sobrado de una obra. Pero todavía no lo había puesto.

No podía quejarse, porque aquello era gratis, pero tenía que hacerse el té en el lavabo del baño. Y en aquel momento, él no estaba. Se habría ido a enseñar a alguien a hacer surf, o a ayudar a un niño a construir una cabaña sobre un árbol. Por supuesto, ______ podría hacer que se mudara. Darle una fecha límite, empaquetar sus cosas y ponérselas en el porche. Pero no quería llegar a aquello. Además, aunque se mudara, tendría que seguir yendo a trabajar a la casa todos los días.

____ abrió la nevera y se encontró un plato de pollo al curry frío con kiwi, que él le había preparado para comer. Si lo echaba, no le prepararía más aquellos estupendos platos.

En cierto modo era un alivio que no estuviera allí, a pesar de la cocina patas arriba. La tensión, entre ellos aumentaba cada día. Algunas veces, como cuando se rozaban los dedos al aceptar una taza de té que él le ofrecía o al verlo salir del baño después de ducharse, oliendo a coco, con una toalla atada a las caderas, silbando, _____ creía que iba a desmayarse de deseo. La sangre le recorría el cuerpo a toda velocidad.

Cada noche, se tumbaba al otro lado de la cortina y escuchaba su respiración, esperando que él echara abajo la tela como el Zorro y la besara hasta hacer que se rindiera. Su ridículo deseo por él, a pesar de todo el ruido que hacía, los mensajes de teléfono que no le daba, sus interrupciones constantes y el desorden que creaba en todas las habitaciones, sería razón más que suficiente para querer que se mudara de casa.

Pero no quería.

Se preguntó si él también se sentiría tan atraído hacia ella. Algunas veces lo sorprendía mirándola. Por supuesto, tenía muchas Heathers o Bambis con las que aliviar aquellas necesidades. Al menos, después de su enfado por la artista del biquini de leopardo, Louis había dejado de llevar amiguitas a casa.

_____ suspiró y se dispuso a marcar el número de la agencia de trabajo temporal.

Sin embargo, no lo hizo. Lucky entró como una bala después de empujar la puerta que Louis se había dejado sin cerrar de nuevo. El perro trotó hacia ella, la saludó y dejó caer a sus pies un trozo de madera húmedo.

-Lucky... no -protestó ella, débilmente-. Espera a Louis.

Pero Lucky estaba tan desesperado por jugar como ella por trabajar.

Miró la pantalla del ordenador con frustración, y la hoja con el número de la agencia de trabajo temporal. Después a los enormes ojos marrones de Lucky, fijos en su cara, atentos a la intención de _______.

¿Qué demonios? Ya tendría tiempo de abandonar su sueño y llamar a la agencia.

-Sólo un poco -le dijo a Lucky. El animal ladró de alegría y salió corriendo hacia la puerta. Se dio la vuelta para asegurarse de que ella lo seguía, y bajó corriendo las escaleras. El perro no podía creerse la suerte que tenía.

Al final de las escaleras, _______ se quitó los zapatos y corrió hasta la orilla, donde Lucky la estaba esperando. El sol era muy agradable y soplaba una brisa ligera. Con sólo estar allí, se sintió de algún modo un poco más ligera. Quizá Louis tuviera razón acerca de tomarse más tiempo para sí misma. Quizá divertirse un poco hiciera que el trabajo saliera mejor. Hmm. Se daría un día más para llamar a la agencia de trabajo temporal.

Tiró el palo todo lo lejos que pudo, y Lucky salió corriendo como, un perro de caza detrás de un conejo. Qué apasionamiento. Ella se rio. Aquello era divertido. Y bueno para ella. Y bueno para Lucky, que le llevó corriendo el palo y lo dejó orgullosamente a sus pies. Ella lo tiró en otra dirección.

Él se lo llevó de nuevo. Ella lo tiró y él se lo llevó, y aquello se repitió unas cuantas veces.

-Sólo una vez más -le dijo. Tenía que volver a trabajar, pensó, cuando Lucky ladró y pasó corriendo por encima del palo hacia Louis, que se acercaba a ellos sonriendo. Una sonrisa estupenda, grande e íntima, sólo para ella. Se le alegró el corazón. Allí estaba, jugando con un perro, mientras un hombre impresionante caminaba hacia ella, mirándola como si fuera todo lo que él quería ver. La vida merecía la pena.

-¿Qué tal? -le dijo ella, cuando se acercó.

-Estoy a punto de conseguirte un cliente -le dijo Justin.

-Estás de broma -dijo ella, tirando el palo de nuevo para Lucky.

-Todavía no es del todo seguro. Tiene una tienda de equipo de deportes acuáticos, y un par de yates para excursiones. Es posible que quiera expandir su negocio.

a stranger at homeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora