II-. pijamada.

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Ya son las ocho y está lista la gelatina, pero yo no. Así que me metí a bañar para sentirme más fresca, aparte de que el sudor no ayudaba mucho, por eso lo hice.

Me puse una de mis pijamas favoritas y mis pantunflas rosadas.

Estaba viendo mi programa favorito mientras sepillaba mi cabello cuando oí el timbre. Debe ser Eli.

Bajo a abrir y agarro un abrigo ya que cuando abra entrará el aire y me acabo de bañar y pues... Me podría enfermar.

—¡hey!

—hola.

—bueno, gracias padre. —se despide de él con un beso en la mejilla.

—pasa. —ella entra admirando todo, el olor la forma y la textura de todo su alrededor, como si fuese la casa del siglo.

—¡wow! Es muy hermosa. —dice sin pensarlo. Ni se imagina como estaba antes de que yo limpiara.

—sí, la verdad es muy bella. —confieso, aunque ya no me es tan impresionante pues la veo las 24 hrs. Del día exepto de lunes a viernes.

Ella se sienta para probar los sillones de cuero.

—¿dónde está tu recamara?

—sígueme. —subimos las escaleras y la guíe para mi cuarto, ella se sentó en la cama y con un gran suspiro se recostó.

—tu cama es tan acojedora, aparte de que huele super bien, como la recamara. —me mira con sus ojos brillantes. Esto es el fruto de un gran esfuerzo.

—bueno. Cambiate mientras voy por mi especialidad y mi sentido del humor. —ella asiente con la cabeza pra luego pararse e ir al baño.

Bajo de nuevo las escaleras y agarro algunas de las películas seleccionadas y recomendadas por mí. Paso al refrigerador y agarro la gelatina y la llevo hasta arriba.

—bien, preparate para... —la veo a ella sentada agarrando la curva de su nariz con su dedo indice y pulgar. —¿sucede algo?

—sí, agh es que mi madre me dijo que... No, no es que agh. — trato de entenderle pero no lo logro.

—¿cómo?

—mi madre no me metió mi pijama. —¿en serio? Su madre le acomoda sus cosas. Wow lo Agregaré a la lista.

—bueno no te preocupes, debo tener algunas prendas que te queden por ahí.

—¿en serio? Gracias, por eso te amo.

—Jaajaa creo que soy una buena amiga, ¿de que talla me dijiste que eras? —tomo un trago de leche metiendo mi cabeza en el closet.

—grande, para sentirme comoda, sino... Mediana. —La leche se atora en mi garganta, haciéndome parecer una foca bailando, literalmente estoy tirada en el suelo luchando por mi vida. —¿estás bien? —¡no! ¿cómo crees? Sólo estoy jugando. ¡Obvio que no estoy bien!

—ayuda. —Digo con mi cara ahora morada y tosiendo.

—hay Dios mío, ¿que hago? —pone sus manos en su boca, apretandolas con sus dientes. —voy a ver en youtube.

—no jueges, me estoy muriendo. —ella vuelve a entrar en panico.

—¿llamo al 911?

—tan poco es para tanto, sólo ayúdame. —alzo mi mano desde el suelo.

—¿y tu mamá? Llamaré a todo el vecindario.

—¡no! —me paro. —ya pasó.

—uff, gracias al cielo.

Para Siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora