CAPÍTULO 23

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Danna


Las cosas muchas veces no son como uno lo espera o como uno lo quiere. Doy una miradita, una pequeña y sutil a mi caballero de blanca armadura y este me sonríe. Su mirada esta clavada en sus hijas, pero de vez en cuando nuestras miradas se encuentran y esos son los mejores momentos, esos hacen que todo valga la pena.

El dolor es pasajero, me lo repito una y mil veces, y no sé por cuanto tiempo guardaré este secreto conmigo. Estamos con bastante trabajo y tenemos un sinfín que preparar y mi mente solo piensa en él. Cuando estoy a su lado, no hay dolor, no hay sombras, no hay oscuridad. Luis Montalbán, el gran señor, tan bello e imponente, que con una mirada es capaz de derretirte. Ok, hablo por mí misma. No quiero pensar en otra que se derrita por él. Descarto la idea y sigo con mi lista junto a mi jefa Chanell.

—¿Danna, me escuchas? —me interrumpe de mis pensamientos y la miro con una sonrisa tonta, muy propia mía para salir de cualquier aprieto.

—Lo siento, señora Chanell. Estaba distraída en otras cosas.

—Mmmm, tal vez en... ¿Un chico? —Pongo todo mi autocontrol para no estallar en una carcajada.

—No, que va, no. 

—Eso de repetir tantos no, quiere decir que si era en un chico en quién pensabas —Agarra su hoja, la dobla y me pone total atención.

Dudo que si se enterase de quien es el "chico" estuviera tan atenta y tranquila. Hace tiempo me prometí no buscar cosas, ni hacer preguntas sobre el señor Luis.

—No hay nadie.

—Bueno eres muy reservada con toda tú vida y tal vez si te cuento un poco de mí, puedas abrirte un poquito.

No, no quiero saber nada de eso. Temo escuchar sobre mi jefe Luis y no quisiera saber el cómo se enamoraron o como... ¡oh no! Eso menos.

<<Danna, vete a las de cinco. >>

—Cuando era joven me enamore perdidamente de mi instructor de baile.

Ufff, que alivio. <<Eso si es tener suerte. >>

Ahora me siento como uno de los capítulos de la rosa de Guadalupe, hasta el airecito sentí.

— ¿Pensabas que te hablaría de Luis? —su mirada me escudriña de una manera que me asusta.

—La verdad sí.

—Eso es historia antigua.

—Entonces, tú, digo usted. Digo ambos...

—¿Si nos amábamos? —Asiento de prisa. Prometí no preguntar, pero es ella quién está echando el cuento de a gratis—. Sí, lo ame tanto como él a mí.

—¿Por qué no están juntos?

—Creí que no querías escuchar de nosotros —me mira sonriente y luego me dice con su mirada clavada en su hoja—. Éramos mejores padres que pareja. Aun nos amamos, a nuestra manera lo hacemos.

No necesitaba esa información, pero ahora qué puedo hacer.

—¿Lo sigue amando?

—Es el padre de mis hijas, de alguna manera lo amo. Soy muy complicada, Danna. Me gusta el mundo, me gustan muchas cosas que a él no. Al menos conmigo no le gustaba, pido al cielo que consiga lo que tanto anhela, porque en verdad se lo merece.

—Él también habla de usted. Habla mucho de su familia.

—¿Ah sí? —Su rostro muestra asombro por lo que acabo de decir—. Disculpa, Luis es muy reservado y no he escuchado que hable con alguien de nosotras.

El juego de mi vida, Serie LOCO AMOR 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora