CAPÍTULO 24

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Marifer


Los días pasaron tan rápido que llegó el fin de año sin previo aviso, y hay que celebrarlo a lo grande. El plan es desmadre total y absoluto, claro que siempre cuidando los excesos, aunque en estas fechas se vale todo. La sola idea de celebrar junto a los chicos me causa gracia, son como niños, de verdad todos somos algo peculiar cuando estamos juntos.

Me remuevo en la cama con mucho cuidado para no despertar a mi engreído favorito, está al borde de un coma por su forma de dormir, tomo mi móvil de la mesa de noche y lo reviso, leo la carta de Julliard que me llego al correo. La escuela espera mi confirmación para formar parte del curso de danza clásica y de salón. Me hace demasiada ilusión poder formar parte de un curso a un nivel profesional. Si bien mi sueño es el motocross, otra es el poder formar mi propia escuela de danza, una que admita niños y niñas desde muy temprana edad, que no tenga los prejuicios a los que yo fui sometida por años, el baile es... no hay otra forma para describirlo más que, volar.

Por mi loca cabecita se ronda el no aceptar el curso y solo concentrarme en el motocross y en Alex.

Vamos muy rápido. Lo sé de sobra, pero es nuestro paso y es lo que nos gusta. <<Chingue su madre los protocolos. >> 

Sin poder resistirme, le planto un beso a mi engreído, verlo así me derrite. No soy para nada sutil o cuidadosa y éste lo resiente.

—¿Qué fue eso, Maricuchi? —Dejo que la luz del día lo ilumine mientras me abraza, para luego hundir su rostro en mis senos en un gesto juguetón y tierno.

—Deja mis tetas en paz —lo reprendo.

—¡Oblígame! Son mías...

—Serán muy tuyas, pero la que las lleva puestas, soy yo.

Cuando termino de hablar me muerde el pezón, en momentos como este me arrepiento de dormir desnuda junto a él.

<<Pinche, Alex. >> Doy un grito a la vez que trato de salir de su agarre.

—¡Por favor, por favor! —Suplico y éste parece de lo más cómodo que ni se mosquea de mi suplicas. Gruñe sin hacerme caso.

Me toma y me pone encima de él, sus dientes siguen clavados en mi pezón. Toma mi trasero y lo aprieta muy fuerte, para luego darme un pequeño azote, ese cosquilleo con tintes de dolor hacen que me sienta confundida. Demasiado confundida. Ok quiero que deje de jugar y a la vez pues no. Me gustan todas sus facetas.

—¡Ok, hago lo que quieras! ¡Ya suéltame!

Sé que la única manera de tener mi pezón fuera de peligro es hacer lo que Alex quiera. Aunque debo confesar que la idea me recontra encanta. Generalmente esos "voy a hacer lo que quieras", se resumen a maratones de sexo ardiente.

—Eso es trampa.

Ok, leyó mi mente, aunque si conseguí que dejara libre mi pezón. El pobrecito esta rojo y con marcas de dientes. <<Puto Alex y su arrogancia. >>

—¡Te odio!

—Y yo te quiero muchisisisimo —me dice sonriente.

Le miro aun molesta, mi traicionera cara se pone de su lado y se forma una sonrisa en mi rostro.

<<Cuerpo traicionero. >>

Así no se puede tener una pelea decente, cuando todas mis terminaciones nerviosas reaccionan de manera instantánea a su favor. Siempre pierdo cuando se trata de él.

Toma mis manos y empieza a hacerme cosquillas, la escena es de lo más cómica, doy pataletas al aire mientras muero de risa.

—Me rindo, me rindo —Pido tregua y éste deja su incesante ataque.

El juego de mi vida, Serie LOCO AMOR 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora