Capítulo 3

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《Mis palabras por tu perdón》

-Paul.- abrí los ojos -Tu amigo vino otra vez.

-Dile que se vaya.- me tapé hasta la cabeza, dispuesto a dormir otra vez.

Había pasado tres días enteros así, durmiendo y sin comer nada, por lo que a causa de la fatiga había vomitado un poco; George había venido a verme en estos días, yo había dado la excusa de que estaba enfermo, pues rara vez faltaba por capricho o incluso por estar enfermo, así que no tardaron en tragarse la mentira.

Dormí lo que me parecieron treinta minutos cuándo Mike volvió a tocar la puerta.

-Paul. Un amigo tuyo

-Dile que se vaya.- le interrumpí y volví a acomodarme entre las sábanas, pero no pasó mucho para cuándo extraños ruidos me hicieron abrir los ojos nuevamente, seguido de el abrir de mi puerta y un peso caer bruscamente sobre mi espalda.
-¡¿Pero qué...?!- miré hacia la puerta y ahí estaba él...

John.

John me miraba con lo que pude identificar cómo asco, pero aún con todo ese desprecio en su mirada, seguía siendo hermoso para mí; Mike llegó con la respiración agitada y notablemente cansado.

-Lo siento Paul, no pude detenerlo.

-No importa Mike...- le dije en voz baja -Vete, por favor.

-Si...- Mike se fue algo confundido y yo no podía apartar la mirada de John. ¿Qué hacía aquí?

-Te traje tus zapatos.-habló por fin y yo miré sobre la cama, encontrándome con el par antes mencionado.

-Yo... gracias.

-No fue nada, supongo.- se encogió de hombros -No me hubiese agradado quedarmelos.

Mis esperanzas se borraron, ¿esperanzas de qué? Bueno, de que la presencia de John significara algo más.

-¿Cómo supiste dónde vivo?- pregunté cambiando el tema para así aligerar un poco la tensión.

-Un amigo tuyo... los vi una vez caminando juntos y supuse sabría tu dirección. Me urgía devolverte tus zapatos.- asentí.

Un silencio bastante incómodo invadió mi habitación; en mi mente rogaba porque se fuera pronto, pero el tiempo parecía ir más lento o fue así hasta que escuché el crujir de unas hojas. Alcé la mirada, encontrándome con que John había recogido mi diario y ahora lo estaba leyendo.

-Estos son... ¿mis horarios?

-¡No leas eso!- me levanté y corrí hacia él para arrebatarle el diario, pero parecía tan interesado e impactado en lo que contenía el diario que no lo soltaba y fácilmente me evitaba -¡Por favor, ya no lo leas!

-Esto...- Detuve mis intentos de alcanzar el diario para escucharlo -¿Éstas canciones las escribiste tú?- preguntó para después mirarme.

Asentí. El silencio nos volvió a invadir, pero no tan incómodo cómo el de antes.

-Tenía pensado demandarte.- abrí los ojos de par en par -Pero pensándolo bien... te tengo una propuesta.

-¿Propuesta?

-Si juras componer conmigo y para mí, prometo no demandarte.

Una esperanza creció en mi interior.

-Si lo hago ¿me perdonarás?

-¿Te importa mi perdón más que el hecho de que no te demande?

Asentí.- Nada es más importante para mí que tu perdón y tu bienestar.

Calló unos segundos para luego darme una mirada más suave que las anteriores, esa mirada iba acompañada de una hermosa sonrisa.

-Si haces lo que te digo, tendrás mi perdón.- una sonrisa adornó mi rostro.

-Lo haré. Haré lo que tú me pidas.

-Bien.- me tomó de los hombros -Por ahora solo quiero que compongamos.

Asentí repetidas veces.

* * * * * *

Caminaba a un lado de John; era extraño ir a su lado considerando que estaba acostumbrado a seguirlo de lejos.
Íbamos camino a conocer a su banda, "The Quarrymen".

No podía dejar de mirarlo con cara de idiota enamorado, de algún modo todo lo que me dijo antes, el golpe, ya nada me importaba, ahora estaba junto a él y esa era mi prioridad.

-Paul, ¿verdad?- asentí -Paul, ¿no puedes disimular más? O mejor, ¿dejar de mirarme?

-Lo siento.- desvié mi vista lo más rápido posible, avengorzado por mi actitud tan idiota.

-Bien, ya llegamos.- nos detuvimos frente a un bar y él entró primero.
Cuándo entramos me dediqué a observar detenidamente cada rincón; ya había visto éste lugar antes cuándo seguía a Johnny, sin embargo nunca entré.
Todas las sillas estaban sobre las mesas, indicando que el local estaba cerrado.

-Paul, ven aquí.- caminé hacia John y tres chicos más que ya estaban ahí; yo ya conocía sus nombres, pero obviamente fingía no saber nada -Chicos, él es Paul.

-Es un gusto conocerlos. Soy Paul McCartney.- dije con una sonrisa amable, fingida al 100%

Ellos me miraban simpáticos. Sus nombres eran Stuart Sutcliffe, Eric Griffiths, quién tenía una guitarra sobre su regazo y Pete Best, quién no parecía muy interesado en hablar.

-¿Y cuál es tu instrumento, McCartney? - preguntó Stuart, un compañero de John en el instituto de artes. Él no me caía para nada bien.

-Sé tocar guitarra y bajo.- contesté de no muy buena forma, algo que no fue muy notado.

-¿Bajo? Eso es genial, yo también soy bajo.

-Paul, ven aquí.- John me llamó y rápidamente me volví hacia él -Quiero que nos demuestres de qué estás hecho.

Asenti-. Solo denme una guitarra.

-La mía está en el escenario; usa esa.- estoy seguro de que mis ojos brillaron por la emoción de tocar la guitarra de John.

Fui hacia el escenario y tomé la única guitarra que estaba ahí. La acomodé y le di una fugaz mirada a John, quién sonreía burlón. Toqué “Twenty Flight Rock” de Eddie Cochran. Cuándo mi pequeño acto terminó, solo me preocupé de ver a John, él sonreía.

Hasta no poder más  [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora