Capítulo 2

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《Descubierto》

Me puse una chaqueta y tomé unas tijeras, las cuáles guardé en mi bolsillo izquierdo. Mi padre y mi hermano ya estaban dormidos, así que podría salir sin problemas, por mi ventana claro, ya que mi casa era algo vieja y rechinaba por todo.
Apagué la lámpara de mi escritorio y me aventuré a salir por la ventana, siendo ayudado por el árbol más  cercano a ésta; bajé bastante rápido, el frío rápidamente me caló los huesos, la chaqueta no era suficiente. Comencé a caminar en dirección a la casa de John, la cuál estaba bastante lejos de mi casa, pero eso no importaba.

Más temprano que tarde mis mejillas y mi nariz de enfriaron, tomando un color rojizo claro.
Cuándo finalmente estuve frente a la casa de John, me quedé observándola unos minutos; mi cuerpo estaba totalmente congelado y los pies me dolían, tenía la sensación de que se romperían cómo si fuesen hielo.

Di un paso para acercarme a la vivienda, debía verificar si John tenía compañía o si estaba dormido; rodeé la casa hasta llegar a la parte debajo de la ventana de Johnny, ya que él duerme en el segundo piso debía ayudarme de una tubería que subía por la pared para poder llegar a esa ventana.
Me quedé inmóvil y en silencio, intentando escuchar algún ruido, pero no había más ruido que el sonido del viento y los árboles.

Con los labios aún sellados me aventuré a subir por la tubería, no fue muy difícil, pero eso no evitó que sudara frío por los nervios; cuándo llegué a la ventana, con cuidado de no caer me sostuve del marco sobrante de esta y la abrí con suavidad y sin hacer ruido. Miré por la pequeña abertura, la habitación estaba completamente oscura, no habían movimientos, lo que me animó a proseguir, abrí la ventana aún más y me senté en el marco, dejando mis pies colgados en el cálido interior de la habitación.
Intenté calmar mi respiración antes de continuar y adentrarme completamente en la habitación ajena; comencé a cantar una canción de Chuck Berry en mi cabeza para así calmarme y mientras lo hacía me quitaba los zapatos.

Bajé mi pié derecho y luego el izquierdo, en un principio hice crujir la madera del piso, lo que me erizó la piel al instante; miré a John, dormido tan plácidamente sobre la cama... Lo que daría por acostarme con él ¡No necesariamente del modo sexual! Digo, verlo dormir es algo muy hermoso... Se vé muy bien así.
Suspiré de la forma menos sonora y volví a dar un paso, caminé de puntitas hasta llegar a la cama y lo miré un par de segundos, admirando su rostro, su piel, su perfecta nariz y sus cejas; suspiré cómo idiota y con mucha suavidad tomé un mechón de su cabello castaño, tratando de que fuera el que menos se notara.

Con cuidado y lentitud saqué las tijeras de mi bolsillo izquierdo y mordiéndome el labio inferior corté el mechón de cabello. Me giré con expresión victoriosa, sin dejar de mirar el mechón de cabello en mi mano, pero antes de poder dar siquiera dos pasos un golpe en mi cabeza me hizo caer directamente en el suelo, provocando un ruido sordo.

* * * * * *

Abrí los ojos con gran lentitud, la cabeza me daba vueltas y sentía ganas de vomitar; la habitación estaba algo oscura, pero de seguro más visible que antes. Miré cada rincón, buscando a John o alguna otra señal de vida, hasta que di con una pequeña luz naranja y brillante, pero no lo suficiente, estaba en la parte más oscura del cuarto y por el aroma, pude asegurar que se trataba de un cigarro.

-Había tenido la sensación de que alguien me observaba, pero creí que eran ideas mías.- era la voz de John, definitivamente era él. Abrí los ojos aún más, cómo si así pudiese verlo; la luz se movió y en cierto lugar se apagó.

Yo por mi parte no podía decir nada, no porque no pudiera, sino que no quería arruinar mas las cosas si eso era posible.

-Por un momento pensé en un viejo asqueroso... pero ahora me encuentro con un chiquillo de quince.- el exterior cada vez estaba más claro y gracias a esto, la habitación también aclaró, lo que me permitió ver a John, parado en un rincón, mirándome con el ceño fruncido -Eres asqueroso.

Aquellas palabras me dolieron.

-¿Qué es lo que quieres de mí?- preguntó.

-Yo... yo...- mis balbuceos lo enfadaban aún más y no se molestó en ocultarlo. Se me acercó y me calló con una bofetada dada con el dorso de su mano. Mi cabeza quedó mirando hacia la puerta, algo ladeada y mis ojos estaban abiertos de par en par.

-¡Quiero que te vayas de aquí, pedazo de mierda!- escupió y yo me levanté sin mirarlo. Puede que no pareciese mucho, pero sus palabras, su tono de voz, su forma de decir las cosas en estos momentos... todo eso junto era realmente hiriente. Respiré aún agitado a causa del doloroso golpe que me había dejado la mejilla roja; salí de su habitación corriendo, bajé las escaleras y choqué contra la puerta principal, las lágrimas comenzaban a acumularse, luchando por salir y escurrir por mis mejillas. Comencé a buscar las llaves para abrir la puerta, las cuáles encontré colgadas a un lado de ésta, las tomé y las introduje en la cerradura para luego girar el pomo con fuerza y salir, soltando las llaves, el pomo y las lágrimas junto a un sollozo.
No logré dar más de tres pasos en el frío y húmedo pavimento, ya que antes de dar el tercero me desplomé  sobre el duro suelo, callendo arrodillado, pero me levanté lo más rápido que pude y comencé a correr, descalzo, solo con calcetines mojados y los pies dañados por las piedresillas del camino; las lágrimas no dejaban de caer, provocando que mi vista fuese borrosa.

* * * * * *

Llegué a casa bajo la mirada de varios vecinos, sorprendidos por mi apariencia y mi mejilla hinchada. Entré de la forma más silenciosa posible, pero antes de poder llegar a las escaleras me crucé con Mike.

-¡Paul! ¡¿Qué te...- le tapé la boca con ambas manos, mirándolo con ira.

-No digas nada, sobre todo a papá.- le susurré y lo solté para comenzar a subir las escaleras.

Al llegar a mi habitación me quedé parado en el umbral de la puerta, me adentré por completo y la cerré tras de mí. Miré el diario sobre mi escritorio, lo tomé con delicadeza y me quedé varios minutos observando su portada, pero una rabia inmensa se apoderó de mí y lo lancé contra la puerta.

-Lo arruiné todo.- solté, ahogándome en mis lágrimas.
Me lancé sobre la cama y me quedé ahí, boca abajo.

-¿Paul?- Escuché al otro lado de la puerta.

-¿Qué quieres Mike?- pregunté ya fastidiado.

-¿No me dirás qué ocurrió? Papá ya se fue y debes desayunar.

-No tengo hambre.-respondí hundiéndome más en la almohada.

Hasta no poder más  [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora