Capítulo 14

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《Los sentimientos vuelven a fluir》

La mirada hazel se encontraba fija en el techo de la habitación, Paul había despertado hace exactamente media hora y durante todo ese tiempo, no había emitido sonido, ni siquiera se había atrevido a suspirar.

La puerta fue abierta lentamente, dejando ver a Ringo, trayendo consigo un vaso con agua y algo más en su otra mano que Paul supuso, era algún medicamento.

-Estás despierto...- dijo el ojiazul, adentrándose en la habitación para luego cerrar la puerta tras de sí -Te traje una pastilla para el dolor, solo espero haga efecto...- se acercó al pequeño mueble pegado a la cama y dejo ahí el vaso y la pastilla -¿Tienes hambre? ¿Quieres...- las palabras del mayor fueron interrumpidas por un abrazo dado por el pelinegro.

-Ringo... Ringo, Ringo- repetía McCartney, hundiéndose en el hombro ajeno y mojándolo con sus lágrimas.

-Tranquilo, Paulie.- el más bajo con delicadeza comenzó a acariciar los cabellos negros, relajando al dueño de estos -Ahora estás a salvo.

-Gracias...

Rompieron con el abrazo lentamente; por las mejillas de Paul continuaban deslizándose finas lágrimas y Ringo no podía imaginar por cuántas cosas había pasado su amigo.
Ringo sabía que Paul se había separado de The Beatles, pues hace no mucho se encontró con aquella banda, tocando en un bar; el ojiazul recuerda haberse sorprendido demasiado al enterarse de lo ocurrido por boca de George, aunque claro, solo supo que McCartney abandonó la banda debido a algo ocurrido con Lennon, se fue sin escuchar las palabras de los demás integrantes; George había omitido las cosas que no sabía y también el hecho de su confesión.

Starkey dudaba si hablar sobre aquel tema, quizás Paul ni siquiera quería recordarlo y el más bajo no quería desanimar aún más a su querido McCartney... pero necesitaba decirle que los había visto y necesitaba hacerle una pregunta.

-Oye, Paul.- habló mientras secaba las amargas lágrimas con su pulgar -Me encontré con tu banda hace poco...

La mirada del menor se desvió de las orbes azules a sus propias manos, las cuales agarraban las sábanas como si su vida dependiera de ello.

-Solo quiero preguntarte algo.

-¿Qué es?- preguntó sin mirar a Richard.

-¿Qué ha ocurrido desde que te separaste de ellos?

Paul suspiró con pesadez, finalmente le dijo todo, no era mucho, solo una semana de sufrimiento en un lugar que apenas conocía, pero para Paul había sido parecido a una década.
El mayor abrazó nuevamente el cuerpo más alto.

-Tengo una idea, Paulie.- habló el pelicastaño, alejándose del cuerpo del menor -Cuándo termine mi pequeño trabajo con la banda, me iré a Liverpool y te llevaré conmigo.- los ojos color hazel, antes opacos ahora brillaban vigorosos.

-¿Es en serio? Yo... yo no sabría cómo pagartelo... yo

-Por favor, Paul. Lo hago porque eres mi amigo y ¿me crees capaz de dejarte aquí sabiendo por todo lo que haz pasado?- negó -Exacto. Así que escucha, solo serán tres días más y me pagarán, con ese dinero volveremos a Inglaterra.

-Gracias, Rings.- el mencionado solo sonrió. Paul había extrañado esa adorable sonrisa.
Después de unos segundos Paul reaccionó -Espera. ¿Estás en una banda?

-Así es, soy batería.

-¡¿Tocas la batería?! ¿Y por qué yo no lo sabía?

-Paulie, hay mucho que no sabes de mí.- rió el mayor.

* * * * * *

-Paul, no demores tanto, ya casi debemos irnos.- avisó Ringo desde el otro lado de la puerta.

-No tardaré.- Paul había vuelto a levantarse, después de un día entero descanso, pero claro, con algo de dificultad, pero lo había conseguido y eso era lo importante. Para distraerse por un rato, Paul la había preguntado a Ringo si podía ir con él y la banda a aquel bar y estos aceptaron gustosos.

Los integrantes de aquella banda eran realmente simpáticos, pero claro, su favorito era Ringo.

Ringo la misma mañana en la que McCartney se despertó se había ofrecido a ir por las cosas del pelinegro a aquel edificio en mal estado, llego con la maleta del menor. Éste último le había dicho que dejara el florero en su lugar y dentro de este, una tarjeta que Ringo no leyó.

Paul abrió su maleta y se vistió con ropa de cuero, cómo lo había hecho durante sus presentaciones con The Beatles.
Al tomar su chaqueta de cuero negro, se la colocó y salió de la habitación.

Fue con la banda a un bar en dónde ésta se presentó y tocó; mientras Paul observaba cuidadosamente a Starr tocar la batería, se animó a fumar, buscó en ambos bolsillos de su chaqueta la cajetilla que Ringo le había comprado, sin embargo no estaba en ninguno de estos.

-¿Dónde los dejé?- se abrió la chaqueta, buscando la cajetilla en los bolsillos interiores y ahí la encontró, al sacarla, algo más salió de aquel bolsillo, aquel objeto fue a parar al piso. Paul, curioso lo levantó de suelo, era una fotografía... una fotografía de él y John.

Sonrió al verla.

Acarició con su dedo el rostro de John, sin poder evitar sonreír nuevamente y entonces, sintió esos sentimientos salir del baúl en el que los había encerrado, ya que con solo ver la llave éste pudo abrirse, la llave llamada John.

Paul seguía enamorado de aquel pelicastaño y eso no cambiaría, no cambiaría jamás, por más que él mismo quisiera cambiarlo y su orgullo se negara a aceptarlo, Paul jamás dejaría de amar a Lennon.

Hasta no poder más  [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora