Capítulo 23

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《Besos》

Mientras Ringo y George miraban a la feliz pareja irse, el menor se animó a hablar:

-¿Crees que lo hará feliz?- preguntó no muy motivado, sosteniendo una sonrisa pequeña que no demoró en desaparecer.

-Lo hará.- respondió el más bajo, mirando de reojo a Harrison -Tenlo por seguro.

Guardaron silencio, silencio en el que solo se escuchaba la brisa que rozaba los árboles y la música de la casa, la cuál era amortiguada por las paredes.

-La pregunta es... ¿tú eres feliz?- cuestionó Ringo. El más alto suspiró soltando un risita, intentando quitar el agua de sus ojos.

-No.

Starkey volvió a mirar en dirección a la que se habían ido Lennon y McCartney, George en ningún momento había apartado la vista de ahí; el silencio los volvió a invadir, no era un silencio incómodo, sino más bien era un silencio necesario.

Ringo lentamente acercó su mano a la ajena y entrelazó sus dedos con los del contrario. George miró su mano unida con la del ojiazul, luego dirigió su vista al perfil de éste último.

-¿Me darías una oportunidad?- dijo Richard despacio, sin mirar a Harrison, pero aún así ocultando su leve sonrojo.

George sonrió. Supuso que el mayor no se lo volvería a pedir después de haberlo rechazado la primera vez, pero estaba equivocado.

-Claro que si, Ringus.- respondió para luego jalar la mano del ojiazul y acercarlo más a sí mismo, para finalmente plantarle un suave y corto beso en la mejilla.

* * * * * *

-¿Qué fue lo que te hizo volver?- preguntó Paul, balanceando su mano, la cuál estaba entrelazada con la del mayor. Ambos ahora caminaban tranquilamente hacia la casa de Ringo, no tenían prisa por llegar.

-Bueno, además de que todos volvieron a Liverpool, yo no tenía nada qué hacer en Hamburgo... pero no quise volver de inmediato, no lo sentía necesario.- explicó sin mirar a McCartney -Y luego Stuart llegó dándome un discurso de que debía volver y buscarte.

-¿Y cómo estaban tan seguros de que estaba aquí?

Negó-. No lo sabíamos.

-¿Y en dónde ésta Sutcliffe?- preguntó removiendose incómodo.

-Se quedó en Hamburgo. ¿Acaso estás celoso de él?- cuestionó sonriendo burlón.

-¿Yo? Claro que no.- dijo desviando la mirada, para nada convencido de sus propias palabras.

-Oh, Macca.- John soltó la mano del pelinegro y pasó su brazo por los hombros del menor, atrayendolo a su cuerpo -Te extrañé demasiado.- dijo para luego darle un beso en la sien.

-Y yo a ti, Johnny Boy.

Guardaron silencio por unos segundos.

-¿Y cómo fueron tus días en Hamburgo posterior a la separación?- preguntó el pelicastaño sin alejarse de Paul.

Paul no pudo evitar sentir un amargor en su boca, una angustia tan grande en su interior que fue inevitable intentar cambiar de tema lo más pronto posible.

-¿Qué ocurre?- soltó el pelicastaño, mirando con extrañeza a McCartney.

-No es nada...

-No te creo nada, Paulie. ¿Qué ocurre?- Paul desvió la mirada, tragó espeso mientras pensaba en cómo decirle todo lo ocurrido en Hamburgo después de haberse separado de The Beatles, ¿debía hablarle de todo? ¿la pobreza? ¿la violación? ¿Ludwig?

-Yo, eh...- frunció los labios y comenzó a hablar, hubo un momento en que ya no pudo frenar sus palabras y terminó por contarle la gran mayoría de las cosas, incluso mencionó a Ludwig, pero no dijo gran cosa de él, no dijo nada de su pequeño romance con el alemán. John en ningún momento dejó de mirar el rostro del pelinegro; Lennon se mostraba cada vez más angustiado, incluso culpable de todo lo que le ocurrió al menor.

En ningún momento dejaron de caminar y para cuándo el largo relato de Paul llegó a su fin, la pareja ya había llegado a la vivienda que pertenecía a Starkey. McCartney se acercó a la puerta para introducir la llave en el cerrojo, pero antes de poder abrir la puerta, John lo detuvo con sus palabras:

-¿Por qué no nos buscaste?- el menor recordó a George en ese momento, éste le había hecho la misma pregunta y ésta vez no se molestó en ocultar su sonrisa amarga y tampoco lloró.

-Supuse que así sería mejor para todos.

-¿Qué...? Paul.- John iba a protestar, pero el menor rápidamente lo calló con una señal.

-Supuse que ya estaban triunfando, si era así, ¿no hubiese sido una molestia?

John guardó silencio después de esas palabras, él hubiese hecho lo mismo en el caso de Paul.

-Quiero que seas egoísta.- McCartney lo miró extrañado -A la próxima piensa en ti.

-Johnny.

-Que no te importe nada más, sólo tú.- con cuidado y ternura, tomó las manos ajenas, estaban frías al igual que las del ojimarrón.

Se acercaron lentamente y se unieron en un beso, corto y sonoro, ya que al separarse fue audible un pequeño "chu".

-Será mejor que entremos o moriremos congelados.

-Acércate y calentemonos.

-Idiota.- rió Paul, dándole un leve empujón a Lennon.

-Ah, pero así me amas.

-Tienes razón, así te amo.- sonrió mientras abría la puerta -Eres idiota, pero también lindo.

-Oh, lo sé amor, lo sé.

-Y tan modesto.- dijo poniendo los ojos en blanco.

Entraron a la casa y subieron las escaleras de forma lenta, John en varias ocasiones detenía la caminata de ambos para repartir besos por la cara de Paul, quién soltaba risitas.
Finalmente llegaron a la planta alta y se internaron en la habitación de Paul, se acostaron en la cama, hablaron durante gran parte de la noche, riendo y guardando silencio cada tanto, también hubo momentos en los que se besaban y John cantaba pedazos de canciones en el oído de McCartney.

Para el menor, todo parecía un hermoso sueño y su sonrisa se hacía más grande al notar que estaba viviendo su realidad.

Hasta no poder más  [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora