Capítulo 15

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《Ojos azules》

Unas orbes azules se fijaron en el pelinegro sentado junto a un vaso lleno de cerveza, mirando una fotografía descuidada, llena de arrugas, pero la imagen continuaba clara. Con lentitud caminó hacia el chico y se sentó en la silla que estaba a su costado izquierdo.

-Hola.- Paul subió la mirada al instante, encontrándose con aquellos ojos azules, más oscuros que los de Ringo.

-Hola.- dijo guardando la fotografía en el bolsillo del que hace unos minutos había salido volando.

-¿Es tu novio?- el menor negó, tomando el vaso con cerveza y llevándolo a sus labios -Dudo que sea tu hermano, es muy diferente a ti.

-No lo es...- respondió con tono amargo para después dar un sorbo a su bebida.

-¿Cuál es tu nombre?

-Paul. ¿Y el tuyo?

-Ludwig.- en ese momento, recién en ese momento, Paul se fijó en el chico; solo había estado mirando sus ojos, ignorando las facciones de su rostro, su cabello y cuerpo.
Ludwig era notablemente alemán, pero hablaba inglés... además de sus ojos, también tenía un llamativo rostro, parecía modelo, de verdad; también tenía el cabello rubio y claro, labios finos y algunas pecas en su rostro.

-Es un gusto, Ludwig.- el mencionado sonrió y McCartney volvió a posar su vista en el vaso con su cerveza.

-¿Vienes mucho por aquí? Es la primera vez que vengo y lamento no haber podido venir antes.

El pelinegro no pudo evitar alzar una ceja, sonriendo divertido. ¿Ese chico le estaba coqueteando?

-Es la primera vez que vengo aquí.- contestó mirándolo nuevamente -Solo vine a acompañar a mi amigo, el baterista.

Ludwig miró al baterista que estaba en el escenario en esos momentos.

-¿Entonces no tienes novio?

-No.

-¿Te gustaría salir?- el de mirada color hazel rió, mostrando su blanca y adorable dentadura al chico de algunos años mayor.

-No creo que sea posible.

-¿Y eso por- las palabras del alemán fueron interrumpidas.

-¡Paul!- Ringo se sentó al costado derecho del menor, algo sudado por el calor acumulado en el local.

-¡Tocaron genial!

-Gracias, ¿quién es él?- preguntó mirando fijamente al rubio a un lado de su amigo.

-¿Ringo, cierto? Soy Ludwig, tu reemplazo.

-¿Mi reemplazo? Ah, tú eres el chico que viene desde Berlín.- el ojiazul más alto asintió.

-¿También tocas la batería?- pregunta Paul, dirigiendo su mirada a Lud.

-Así es, pero claro, no debutaré hasta que Ringo tenga que irse.

-Qué lástima.

-¿Por qué?

-Porque se irá dentro de dos días.

-¿Y...?

-Qué yo me iré con él, galán.- finalizó junto a una sonrisa ladina.

* * * * * *

-¡Tiene que ser un mal chiste!- exclamó Ringo al aire, con el ceño fruncido y un mohín bastante infantil.

-¿Pero por qué no solo hacen su acto con Ludwig?- cuestionó Paul a los demás chicos de la banda.

-Solo serán cinco días más, Ringo... no podemos integrar a Lud todavía, ¿qué tal si el jefe no lo acepta? Además su batería aún no llega de Berlín.

-¡Le daré la mía! ¡Solo déjenme volver a mi adorada peluquería!

-¡No Ringo! Mira, además debemos esperar el dinero, no te pagarán si no haces los cuatro días restantes y no podemos viajar sin dinero...- dijo el pelinegro, intentando calmar a su amigo.
El jefe del local en el que tocaban había demorado el día de paga, cambiándolo a dentro de cinco días, además había dicho que no aceptaría a la banda si no escuchaba a Ludwig tocar antes.

-Quiero irme, Paul...

-Lo sé, pero no podemos irnos aún. Ten paciencia, yo también quiero irme.- Ringo asintió, su actitud era muy parecida a la de un niño pequeño, enojado por no poder obtener lo que tanto desea.

-Bien... seguiré tocando hasta que nos paguen y no cambiaré de opinión.- advirtió decidido.

Todos los demás asintieron, sonrientes y después se fueron a sus respectivas habitaciones; Ringo y Paul compartían la suya.

-¿Aún estás enojado?- preguntó Paul después de un largo rato en silencio, mirando el cómo el ojiazul se levantaba de su silla para ir a su cama y sentarse en ella.

-Si, lo estoy...- suspiró, quitándose los zapatos -Oye Paulie.

-¿Mh?

-¿Qué harás al llegar a Liverpool?

Paul no supo qué decir, porque realmente no sabía qué hacer al llegar allí, no quería ir a ver a su padre y que éste viese su fracaso, no podía ir a casa de George, puesto que éste seguía en Hamburgo y no tenía a nadie más.

-...No lo sé.

-Tú... ¿quieres vivir conmigo por un tiempo?- habló algo tímido el pelicastaño.

-¿Hablas en serio?- el mayor asintió.

-Es que... cómo te la pasabas ahí y George también, ahora me incomoda bastante estar solo en casa.- Paul sonrió de oreja a oreja y feliz de tener un amigo cómo Richard, se levantó de su lugar y abrazó con mucha fuerza el cuerpo del más bajo, quitándole todo el aire de los pulmones.

-¡Mi narizón favorito!

-¡No puedo respirar!

Hasta no poder más  [McLennon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora