¿Nunca os habéis preguntado qué pasó con aquel elfo hermoso que acompañó a Frodo Bolsón en su difícil misión? Bueno, pues aquí se relatan esas increíbles aventuras que vivió Legolas Hojaverde, Príncipe del bosque Negro.
Leed y sabed más.
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Perdonad, quería decir "hola amigos".
El día de hoy desde la copa de este hermoso árbol les contaré qué pasó con Legolas Hojaverde, príncipe del Bosque Negro.
Muchos me aprecian como narrador de la apasionante historia del señor de los anillos, protagonizada por el valeroso Frodo Bolsón, que espero que viva en paz allá en las tierras de mi pueblo, pero otros más curiosos desean saber qué les sucedió a ese dueto tan gracioso, sí al elfo y al enano, a esos dos amigos de la hace ya tiempo disuelta compañía del anillo.
Pues la historia que contaré, la relataré con todo lujo de detalles, puesto que yo soy aquel elfo hermoso y risueño por el que preguntáis.
Legolas hijo de Tharanduil para servirle.
Si no recuerdo mal, la última vez que se mencionó mi nombre en el gran Libro rojo, escrito por Bilbo, Frodo y Sam, el señor Enano y yo nos disponíamos a partir hacia el Bosque de Fangorn, para cumplir la promesa de Gimli.
Y ahí comienza nuestra historia.
-Ven Gimli, ahora, con el permiso de Bárbol, podré visitar sitios recónditos del bosque de los Ents y ver árboles que no crecen en ninguna otra parte de la Tierra Media y así volveremos juntos a nuestros países, en el bosque Negro y más allá- dije aceptando la proposición de Bárbol de continuar con él.
Bárbol, para quien no lo recuerde, es un Ent, un pastor de árboles, él nos ofreció quedarnos un tiempo y visitar sus tierras, el resto de acompañantes nuestros, declinaron su amable oferta.
Peo yo no iba a rechazar esa oportunidad.
-Lo prometido es deuda.-bramó Gimli en respuesta.
Cogimos unas cuantas provisiones, sobre todo lembas, aunque Gimli insistió en que llevásemos también carne seca y algunas cuantas cosas más.
En el bosque no pasaríamos hambre, pero uno se harta de beber ese agua magnífica, único alimento de los Ents.
-Partamos ya maese Enano, tú no tienes toda la eternidad.-dije entrando en el bosque.
Apenas había avanzado tres pasos y estaba maravillado.
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-exclamé maravillado, para los que no habléis élfico (debo pedir disculpas, no es educado contar algo que no todos entiendan, pero lo lamento, no puedo remediarlo) dije" qué hermoso, que placer pasear entre los árboles de Fangorn".
A Gimli también le molestaba no entenderme.
-¡Habla la lengua común maldito elfo o me pondré a decir barbaridades que nunca comprenderás!- amenazó el enano molestísimo.
-Mis disculpas Gimli, pero no encuentro palabras comunes para describir lo magnífico que es este bosque- le aseguré.
Todo mi cuerpo lo notaba, los árboles respiraban, entonaban antiguas melodías en un idioma que alguna vez había tenido relación con el élfico, pude comprender algunas de estas canciones que me emocionaron, algunas por su tristeza y otras por el amor que reflejaban.
-En este bosque hay algo muy especial, lo dice la propia tierra y lo cantan las rocas, la verdad es que de momento no me desagrada este silencioso paseo- dijo Gimli interrumpiendo mi sueño.
Los elfos no solemos dormir, bueno, no muy a menudo, pero si soñamos, a todas horas, con los ojos abiertos y aún moviéndonos.
-Me place que hasta un enano lo sepa apreciar.-le respondí, sin ninguna cortesía.
Me dediqué a examinar un hermoso cedro que crecía casi paralelo al suelo, en él había algo... no sé cómo describirlo... era tan grande y tan extraño, le pregunté a Bárbol, que no se había distanciado mucho al saber que Gimli conservaría el hacha, si aquel cedro era un Ent.
