Arresto Momentum

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Esa semana transcurrió en paz, parecía que James se había olvidado de su venganza, al igual que Sirius, que se mantenía alejado del grupo que ahora eran Lily, Alice e Isadora. Remus era realmente agradable y más sensato que los demás. Por algún motivo que ignoraba, a Isadora comenzaba a irritarla el hecho de que Sirius cada vez se acercara menos.

- Te gusta, ¿verdad? – Interrogó Lily a Isadora.

- ¿De qué hablas?

- Creo que el también, Sirius, Isa. – Aclaró Alice, aunque era obvio.

- No lo creo – determinó ésta – y a mí no me gusta. – concluyó cruzándose de brazos.

Ser de cuarto cuando sus amigas eran un año mayores resultaba aburrido a veces, puesto que debía cursar todas las clases sola y coincidían en menos horas libres.

El segundo domingo en Hogwarts había amanecido soleado y una suave brisa apaciguaba el agradable calor que bañaba el terreno del castillo.

La cancha de Quidditch estaba libre y los alumnos tenían autorización para jugar en grupos armados por ellos mismos.

- ¡Oigan! – James les gritaba montado en una escoba a las tres muchachas sentadas en las gradas. – Somos cuatro, faltan tres más, ¿Qué dicen?

Aunque tardaron un momento es en convencerlas, las tres hicieron un hechizo convocador a sus escobas las cuales llegaron a toda velocidad desde el castillo. En cuanto el equipo estuvo armado un grupo de siete alumnos de Slytherin se apiñó cerca del campo, parecía un desafío.

- De acuerdo – Dijo James con una sonrisa desafiante hacia el equipo de Slytherin.

Los siete de Gryffindor patearon en suelo y en segundos se había elevado unos cuantos metros y formaban una ronda suspendidos en el aire. Tras debatir unos segundos decidieron que Sirius y Frank Longbottom serían golpeadores, Remus ocuparía el puesto de guardián; los cazadores serían Lily, James e Isadora y el puesto de buscador le tocaba a Alice que era pequeña y veloz. Peter Pettigrew los observaba desde las gradas, al parecer también le daba miedo jugar Quidditch, lo cual se sumaba a la larga lista de otras cosas.

El partido comenzó en calma, para tratarse de equipos enemigos. Pero en cuanto los tres cazadores de Gryffindor hicieron los primeros cuatro tantos el equipo contrario se volvió progresivamente más agresivo.

Isadora poseía la Quaffle y volaba a toda velocidad hacia los aros del equipo contrario, un pase a Lily el cual ella le devolvió y ¡50 puntos para Gryffindor! En ese mismo momento Frank lanzó una Bludger a un golpeador que intentaba derribar a Alice. Entre carcajadas, James le lanzó la Quaffle a Lily quien al verse rodeada volvió a pasarle la pelota a Isadora, ésta burló al poco talentoso guardián de Slytherin y anoto el sexto tanto de Gryffindor en el partido. Segundos más tarde llegó el tanto del equipo contrario, puesto Remus, no pudo evitar ser casi derribado de su escoba por dos bludgers que intentaban golpear su cara.

En cuanto miraron a las gradas, muchos alumnos y profesores observaban el partido "amateur" de Quidditch. Dumbledore se veía realmente entretenido y parecía ignorar los constantes escobazos y empujones del equipo de Slytherin a los cazadores de Gryffindor. Cuando Alice comenzó a volar describiendo círculos con la Snitch en la mano sus amigos y otros compañeros de su casa ajenos al juego comenzaron a aplaudir. Nadie pareció notar que un Golpeador de Slytherin había lanzado una Bludger a Isadora mientras ella aplaudía y animaba a su amiga, Aturdida por el golpe no conseguía reunir la fuerza necesaria para mantener la mente encendida y busca la varita, solo caía en picada con el viento azotando su cuerpo y el cabello en la cara.

- ¡Arresto momentum! – gritó una voz familiar, hubiese querido saber quién pero todo se volvió negro al sentir el impacto contra la tierra.

Desconocía cuánto tiempo había transcurrido desde el golpe hasta que volvió a abrir los ojos, pronto comprendió que habían sido unos segundos, al ver que la profesora McGonagall y sus amigos la rodeaban.

- Excelentes reflejos, Black – La voz de Dumbledore hablaba por encima de su cabeza y no llegaba a verlo.

- El partido ya había terminado – informó Isadora sobándose su cabeza, aunque era todo el cuerpo lo que le dolía.

- ¡Oye, tú! – gruñó Sirius a un muchacho alto y rubio que abandonaba el estadio con una escoba al hombro. Sostenía su varita en alto apuntando al pecho de su oponente.

- Ya basta, Black, baja tu varita – Ordenó la profesora McGonagall. – Tú también – Se dirigía al otro muchacho.

- ¡Le golpeó luego de que el partido terminó! – explicó Sirius exasperado mirando a Isadora que había logrado sentarse en el suelo.

- Hablaremos con el jefe de Slytherin – le dijo Dumbledore al chico, y con un gesto de la cabeza le indicó que lo siguiera.

- Debía descontarte puntos por eso, Black – McGonagall apretaba sus labios tanto que formaban una delgada línea – Pero para ser justos tendría que volver a sumarlos por haber salvado a tu compañera de una caída libre. ¿Cómo se siente, señorita Lamperouge?

- Estoy bien profesora, gracias – informó Isadora poniéndose de pie.

- ¿Te acompaño a la enfermería? – ofreció Lily.

- No va a ser necesario – Con este comentario de Isadora, McGonagall asintió y desapareció de la escena. Otros estudiantes ocupaban ahora la cancha de Quidditch, habían formado equipos de casas mixtas y jugaban amigablemente. – Gracias, Sirius – Un cosquilleo la invadió al dirigirle la palabra.

- Supongo que habrá que pensar en una venganza alternativa a lo del tren – dijo James – Lo resolveré – le hecho una mirada maliciosa pero divertida a Isadora – Nos gustan dos muchachas y resulta que ambas son amigas de Quejicus – Lily rodó los ojos. – Oye, Lily, ¿Quieres venir al baile de navidad conmigo?

- Falta una eternidad para eso James. – Avisó Alice.

- Lo mismo que falta para que ella diga que sí – bromeó Remus.

- No iré contigo – dijo Lily. – Ya déjame en paz – sonrió con maldad.

Esa noche en la cena los cuatro chicos, Lily, Alice e Isadora se sentaron juntos. Remus charlaba con Isadora sobre el encantamiento patronus, de pronto el color desapareció de su rostro y se detuvo a observar cómo el cielo encantado se tornaba cada vez más oscuro. James y Sirius se levantaron de la mesa como si sus asientos estuviesen al rojo vivo, Peter los imitó y los cuatro salieron del Gran salón sin apenas despedirse.

- ¿Qué rayos fue eso? – Preguntó Isadora desconcertada. Lily negó con la cabeza.

- ¡Miren, es hora del postre! – exclamó en un intento de desviar la conversación, mientras deliciosos platillos aparecían en la mesa por arte de magia. 

Sirius Black: el velo de la muerte¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora