Dissendium

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Isadora decidió que ya no tenía sentido quedarse más tiempo encerrada sumida en sus pensamientos. Esperó hasta que los pasos de Remus dejaron de oírse, se lavó la cara y salió al pasillo en dirección a la cocina con la intención de cenar algo.

A la mitad del camino pudo ver que Harry, Hermione, Ron, Ginny, Fred y George iban en dirección contraria, y al pie de la escalera Molly les ordenaba que se acostaran mientras los seguía, por lo que Isadora asumió que ya quedaba poca gente en la casa.

Al pasar junto a Isadora, Fred y George se frenaron dejando pasar a los demás.

- Isadora, ¡Aquí estás! – dijo George al tiempo que él y su hermano se ponían uno de cada lado de la bruja y pasaban los brazos por encima de sus hombros – conseguimos estos... son huevos de Doxy, ¿Crees que podemos...

- Un momento – interrumpió Fred - ¿Te encuentras bien?

- Eh... sí, sólo estoy algo cansada – respondió Isadora con voz queda.

- ¿Segura? – preguntó George – Nos puedes decir si quieres, Bill dice que mamá discutió con Sirius...

- Sí, eso dijo, y que luego tú te fuiste – confirmó Fred – No parece, pero somos buenos oyentes, así que si quieres nos puedes contar.

- Y somos una tumba – agregó George que se había puesto las orejas extensibles encima de las suyas.

- ¡Cállate orejón! – dijo Fred escondiendo las orejas antes que Molly llegara a verlas. Isadora sonrió.

- ¡Ustedes dos!, a la cama.

- Avísanos – susurró Fred antes de seguir trepando las escaleras - ¡Ahí vamos, mamá!

George subió protestando que ya era mayor de edad como para tener que irse a dormir con los demás, pero dejó de hacerlo cuando estuvo demasiado cerca de los oídos de su madre.

Sólo quedaban Kingsley, Arthur, Allie, Tonks, Remus y Sirius en la cocina.

- ¡Oye por fin! – exclamó Tonks al verla – Te perdiste las patatas fritas pero guardé pastel de calabaza y creo que Sirius salvó una de las botellas de hidromiel – Éste se levantó de su silla para buscar la bebida y al mismo tiempo Arthur les deseo buenas noches a todos, cruzó el umbral y un momento más tarde sus pasos sonaban sordos contra los peldaños de la escalera.

- Hablé con Harry – comenzó a explicar Sirius antes que Isadora tuviera que preguntar, creyendo que ésa era la causa de toda su preocupación y de su huida de la reunión – y quedamos en mejores términos con Molly, ¿Cierto, Remus?

- Sí, no salió todo tan mal de hecho – concordó éste con gesto distraído.

- En fin, no pude contarle todo, no sabe lo de la profecía, pero tiene al menos una idea general de...

- No sé si deberías hablar de eso – interrumpió Isadora.

- Es cierto – admitió Tonks – Fred y George aún tienen algunas orejas de esas que Molly les confiscó la semana pasada.

- Podría hacerle un encantamiento de impasibilidad a la puerta – ofreció Allie.

- Si no les importa... prefiero dar por concluidos los asuntos de la Orden, al menos por hoy. Creo que te aceptaré el pastel de calabazas, Tonks.

Kingsley, que hasta el momento se había mantenido en silencio leyendo El Profeta, dobló el periódico en dos y se puso de pie.

- Bueno, yo debo irme, tengo que estar en el ministerio mañana temprano

Sirius Black: el velo de la muerte¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora