Ascendio

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Las semanas pasaron, con ellas una luna llena, exámenes, noticias de reiteradas desapariciones de magos y muggles, y el cumpleaños de Isadora, el cuál fue celebrado con una modesta reunión en la sala común. En esos días todos estaban demasiado consternados por las recientes noticias, el padre de una alumna de Gryffindor, hijo de muggles, había desaparecido, y los rumores acerca del "Señor tenebroso" y los magos que se hacían llamar mortífagos, se habían incrementado. Por lo cual Isadora consideró que no sería bien recibida una celebración. Aun así sus padres se encargaron de enviarle dulces y pasteles, y una extensa carta relatando aspectos y actividades de sus vidas cotidianas, que ellos sabían, hacían sentir a su hija más cerca de su hogar.

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El frio y la lluvia empañaban los vidrios de las ventanas del expreso de Hogwarts. Lily y James viajaban acurrucados en un rincón, tapados con las capas de viaje de ambos debido a la baja temperatura. Peter Remus Y Sirius compartían el mismo asiento múltiple; mientras éste último observaba con no muy buena cara a Isadora y Alaric, quienes también iban en el mismo compartimiento y cuya conversación intentaba ignorar.

No reparó en que había estado observando a su amiga dormir hasta que Alaric agregó su propia capa de viaje encima de la de ella para abrigarla. El estómago le ardió de envidia, pues no se le había ocurrido a él antes. Intentó poner atención a lo que Remus estaba diciendo para calmar su mal humor, pero, inevitablemente, su mirada se volvía a posar en la pelinegra que yacía dormida en frente suyo, escuchaba su respiración profunda, veía el vapor de su respiración, percibió que su mano se cerraba con fuerza en un puño, sosteniendo el extremo de la bufanda que había sido de él, y no pudo ni quiso reprimir una modesta sonrisa.

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Los primeros días luego de haberse despedido de sus amigos en King's Cross, Isadora se dedicó a pasar el rato con sus padres, contándoles sobre Hogwarts y sobre sus amigos, y aunque le pareció percibir que no le prestaban suficiente atención o que no se alegraban, pensó que se debía a que estaban preocupados por los demás, o por ella, o simplemente era que a su madre le gustaba Beauxbatons y que su padre había pertenecido a Ravenclaw y no a Gryffindor.

Esa tarde antes de navidad, Ágape se sentó junto a la chimenea, seguida de Vincent.

- Cariño, tenemos que hablar – dijo su padre con su típica voz gruesa y aterciopelada. – Tu madre y yo estuvimos pensando en irnos, en realidad, es un hecho, nos mudaremos a Francia este verano, a la casa que era de tus abuelos.

- Sabemos que no podemos impedirte que sigas asistiendo a Hogwarts – agregó su madre – pero realmente creemos que debemos alejarnos cuanto antes de todo lo que sucede, no es seguro.

- ¿Se refieren a todo lo que está sucediendo?, ¿Qué es lo que saben?

- Ese es el problema – explicó Vincent – Nadie sabe nada en concreto, en el ministerio son todo dudas y miedo, nadie dice nada, obviamente se trata de los mortífagos y de... Lord Voldemort, - Ágape cerró los ojos con fuerza ante la mención del nombre – Creen que quiere tomar el poder, tal vez sean años, tal vez lo atrapen primero, pero él es la cabeza del grupo.

- Papá, se supone que eres un Auror... ¿No debes quedarte?

- No pondría a mi familia en riesgo por mi trabajo – Aclaró fríamente.

- Lo sé, pero es uno muy noble, ¿Qué pasaría si todo se fueran? – Isadora se arrepintió al instante de haberle dicho eso a su padre, pues sonó más acusador de lo que hubiese esperado, pero aun así le molestaba que quisieran escapar de la situación, como digna miembro de Gryffindor, no concebía huir como una opción.

Sirius Black: el velo de la muerte¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora